La "elección" de Miguel Díaz-Canel como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros fue acogida por los cubanos con poco entusiasmo y hasta con frialdad. Incluso en la televisión estatal, una señora comentó: "no sabemos quién saldrá electo, pero estoy segura que el pueblo cubano estará conforme con la decisión".
Aunque el aparato propagandístico nacional se afanaba en intentar convencer de que la ciudadanía daba importancia al hecho, para la mayoría era solo "otro día más".
No hubo carteles, actos ni expresiones que demostraran públicamente el interés del pueblo cubano en la constitución de la nueva dirección del país.
"No tenía ni idea de que fuera hoy el día, pensaba que las 'elecciones' se habían terminado el año pasado", dijo un joven y despistado estudiante de Economía a DIARIO DE CUBA.
Entre quienes estaban al tanto del proceso, muchos se limitaron a opinar que ya todo estaba "amarrado".
"Eso se sabía desde hace rato, que le daban el puesto a Díaz-Canel. Es una cosa que deciden allí arriba y nosotros no pintamos nada", comentó un obrero de la construcción.
Dina, profesora de preuniversitario, coincidió: "todo el mundo sabía que Díaz-Canel era el sucesor. Estas elecciones están amarradas desde el principio. Yo no perdí mí tiempo mirando la televisión aunque, por lo general, me gusta mirar, por ejemplo, cuando lo ponen en la Mesa Redonda, el seguimiento de las elecciones en Estados Unidos. Allí se hacen encuestas y notas el entusiasmo, se ve la competencia".
El modo de elegir al nuevo presidente fue también señalado como "más de lo mismo" por algunos entrevistados.
"Yo esperaba montaran algún show para ponerle sal al asunto", dijo Manuel, de 26 años. "Por ejemplo, que mandaran a alguno a votar en contra o que hubiera un par de candidatos, o algo. Pero lo de esta gente es lo mismo desde 1959. Un solo candidato y el pueblo a gritar en la Plaza (de la Revolución)".
El hecho de retrasar hasta el día 19 la proclamación del vencedor fue visto como innecesario.
"Quieren sacarle el jugo a una farsa", opinó Dina. "Primero la Comisión (de Candidaturas) esa fue la que dijo quién era el candidato, que es solo uno para cada puesto, y después todos estuvieron de acuerdo. ¿Para qué votan en secreto? Yo quisiera ver qué dicen esas boletas, porque si solo hay un candidato no entiendo nada".
Para el cubano de a pie el cambio de presidente no despierta ninguna esperanza de mejora. Más bien domina la apatía.
"Me da lo mismo el que salga. El que sea, no lo elegí yo", sentenció Belkis, enfermera. Mientras Adelaida, maestra jubilada, comentó que "desde la zafra del 70 se piensa que la gente joven va a cambiar las cosas".
"Pero no dejan hacer nada y, Dios me perdone, pero Díaz-Canel ya está llegando a los sesenta. Joven es mi nieto, que tiene 15 años", añadió.
El nuevo gobernante cumplirá este viernes 58 años.
"Ponen a un hombre que dicen ellos es joven y, a fuerza de repetirlo, la gente se lo cree", comentó una estudiante de Filología de 21 años. "Aunque me imagino que, si tienes 80, alguien 20 años menor te parece joven".
"Ese hombre no va a cambiar nada ni a resolver nada. En la (Presidencia de la) Asamblea Nacional repitieron un negro y dos mujeres para dar imagen de inclusión social; pero las sesiones son dos veces al año, el Parlamento no es de trabajar mucho. El vicepresidente del Gobierno también es negro, pero no es Obama. Todo eso no es más que maquillaje para aparentar una cara más joven e inclusiva hacia el exterior. Pero los que estamos dentro del país sabemos que es hacerle la cirugía plástica a un cadáver", agregó.
La mayoría de los entrevistados reveló que se limitará a continuar con sus planes, seguros de que nada nuevo ocurrirá en el panorama nacional.
"En el mismo noticiero lo dijo un entrevistado: 'Díaz-Canel no va a estar solo, porque la dirección del país no lo va a abandonar'. Más claro, ni el agua. Los que dirigen son la gente del Partido, no el presidente", fue el análisis de Pedro, un cuentapropista de Habana del Este.
Anselmo, un jubilado de 77 años, que se confiesa fidelista, dijo que siempre luchó "para vivir mejor, para vivir bien".
"Por eso hay tantos fidelistas en Miami. Yo también me iría para allá, como mis compañeros. La Isla que se la coma el caballo, la yegua o los que tengan dientes, porque esto está que no hay quien se lo trague".