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Sociedad

Colorete para cambiar la historia

En vísperas del traspaso de poder, trabajadores se han dedicado a reparar, pintar y limpiar varias calles de la capital.

La Habana

A pocos días de la fecha anunciada por Raúl Castro para entregar la Presidencia del Consejo de Estado y de Ministros, una legión de obreros apareció en sitios de la capital, en lo que se ha apreciado como una "tarea de choque": reparar, pintar, embellecer y limpiar.

"Pero no todos somos obreros", recalca Williams, operador de la fábrica Suchel-Camacho, del Cerro, llevado hasta Tercera y 98. Mientras toma un descanso de diez minutos bajo un árbol que lo protege del fuerte sol, comenta: "Aquí también hay dirigentes de empresas, cuadros y militantes. Han movilizado una gran fuerza de trabajo, quieren hacer en una semana lo que no se hizo en 10 años".

Las avenidas principales son los principales objetos de obras.

"Por todo 23 hay un contingente remendando, tapando los huequitos de las paredes, cogiendo los salideros, o desyerbando", cuenta Alexis, camarero de un bar del Vedado. "Sí, es una tarea de choque, como le llaman los comunistas. Obligan a todo el mundo a participar, los sacan de las oficinas, de sus puestos de trabajo, le dan un machete o una brocha y les dicen 'dale, métele, que estamos en combate'. Yo me fui echando del Vedado cuando quisieron cogerme para eso. Presenté un certificado médico: conjuntivitis hemorrágica".

En la zona del paradero de Playa, a la entrada del Palacio de las Convenciones, lugar donde se efectuará el histórico evento que tal vez ponga fin a la dinastía Castro, las labores de limpieza y reparación son muy notables. Un grupo de hombres con escobas en la mano barre las aceras, repletas de latas, papeles, cajetillas de cigarros y de muchos desperdicios más que la gente arroja en el piso debido a la escasez de latones de basura y por la poca educación y normas de urbanidad.

"Es un hormiguero de desquiciados", dice Jesús, dueño de un timbiriche que vende pan con croquetas, cucuruchos de maní y refrescos instantáneos. "Viene un jefe con un grupo de hombres y orienta la tarea: 'pintar esta pared y esta y esta, tapar estos huecos y aquellos, barrer de aquí hasta allá, arreglar esta tubería de agua rota, cortar estas matas y arreglar estos bancos'. Luego se va y lo que le cae a la orientación es 'saoco'. Si eso lo hubieran comenzado a hacer hace años, la ciudad no se hubiera deteriorado tanto y ahora no tuvieran que trabajar a la carrera".

En la rotonda a la entrada del Palacio de las Convenciones también se acomete una obra que intenta cambiar el panorama. Es la reubicación de la estatua construida en homenaje al general Calixto García en la década de los años 40 y colocada en el paseo del Malecón y la calle G. Aunque los trabajadores de la obra no saben la fecha de reubicación del monumento, ni las razones que fundamentan el cambio, no hay dudas de que responde a intereses políticos.

El transporte también es parte de la "acometida de choque".

"Es algo verdaderamente insólito", dice Manuel, un viejo relojero que ríe al contarlo. "Han sacado a la calle una lluvia de ómnibus nuevos, marca Diana. Llegan a las paradas y hasta llaman a la gente para que monten. Lo único que falta es que te lleven gratis. Quieren dar en esta semana una imagen de mejoría, de que Raúl arregló cosas, de que el país en realidad no está tan malo".

"Pero la gente ha sufrido mucho y durante mucho tiempo. Este colorete a la carrera que quieren poner no va a tapar la marca en el alma de los cubanos", advierte, muy serio, el relojero. "Es demasiado tarde".

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