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Sociedad

Hacinamiento, hartazgo y arbitrariedad policial, detonantes de un episodio violento

Lo ocurrido en la zona en que se reúnen jóvenes de diferentes 'tribus urbanas' en La Habana evidencia la peligrosa escalada y la falta de habilidad de las autoridades.

La Habana

Sobre las 3:00 de la madrugada de este domingo 15 de abril, en la Avenida de los Presidentes (calle G) entre 23 y 25, una veintena de jóvenes habaneros respondió con botellazos a una exhibición de fuerza de elementos de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).

El enfrentamiento, que pude presenciar junto a mi hijo, mi hermano y un grupo de amigos, fue provocado por la incapacidad de la PNR para lidiar con las diferentes "tribus urbanas" que frecuentan la zona en busca de una vida social más alternativa y menos tediosa que la que encuentran en las barriadas de la periferia habanera.

Un disparo de arma de fuego al aire —acción desmedida para intervenir una simple riña entre dos jóvenes— desató como respuesta una lluvia de botellazos que amigos de ambos contendientes lanzaron contra los efectivos de la PNR.

Superados en número, los agentes del orden recurrieron al uso de tonfas y spray para controlar el disturbio y para severas golpizas que alcanzaron a muchos de los más de trescientos jóvenes y adolescente concentrados en el sitio del evento. La mayoría de ellos simplemente huía por la avenida 23 de los impactos de botellas y por temor a que los policías utilizaran sus armas de fuego.

Episodios como este —que involucran a jóvenes que no superan los 25 años de edad promedio— evidencian que nuestros hijos no solo estarían expuestos a la espiral de violencia social que actualmente alcanza niveles de alerta, sino que además estarían sujetos a la arbitrariedad de la PNR, que cada día actúa con más brutalidad.

Vecinos de edificios aledaños al suceso, donde grupos de jóvenes y adolescentes intentaban refugiarse ante la expansión de la reyerta, confirmaron que no es la primera vez que los llamados "jóvenes de G" responden agresivamente a las exhibiciones de poder de los activos de la PNR.

También indicaron que en el tramo de la calle G que va desde 23 hasta 27 los altercados violentos entre los mismos jóvenes se han convertido en espectáculo habitual, y coincidieron en que la mala actuación de la Policía se suma para caldear el ambiente nocturno.

Prohibiciones absurdas como no poder sentarse en aceras, contenes o parterres del parque, o no poder estar sentada en un banco una persona encima de otra, provocan tensión en la zona entre los policías y quienes integran las diversas "tribus urbanas".

Antecedentes al margen

Impactados por el suceso, adolescentes que acuden a la zona opinaron que la impertinencia y la prepotencia que se permiten los agentes de la PNR en su obligación de controlar el orden, figuran entre los principales motivos de fricción.

Hacinar en apenas 150 metros a centenares de jóvenes y adolescentes con características, intereses y comportamientos diferentes funciona también como resorte de riñas.

Lo acontecido de la madrugada de este domingo 15 de abril es una advertencia para los familiares de jóvenes y adolescentes: los elementos de la PNR, lejos de cumplir un rol preventivo o disuasivo, se involucran en la evolución del acto violento en sí mismo.

Para esta generación de adolescentes y jóvenes —que viven en una sociedad en la que el Gobierno no propicia la distracción y la recreación de acuerdo a intereses generacionales, sino desde presupuestos ideológicos— existe el peligro de quedar atrapados en un ciclo de violencia al cual la propia Policía aporta ingredientes.

No es descabellado especular que las grabaciones de las imágenes registradas por las cámaras de vigilancia ubicadas en G y 25 sean descartadas por las autoridades en caso de una investigación de los hechos. Esos archivos serían la prueba irrefutable de que a la PNR no le interesó, en absoluto, dispersar una simple riña entre dos jóvenes.

Si bien se desconocen cuántos resultaron lesionados y arrestados, durante el tiempo que duró el enfrentamiento más de 30 jóvenes habrían recibido brutales golpizas de más de una veintena de agentes del orden público.

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