"Canibalismo", reciclaje de piezas, decenas de guaguas paradas en un "cementerio"… La situación del transporte público en Santiago de Cuba siempre ha sido crítica, pero en los últimos tiempos, y con reconocimiento de las autoridades, la crisis es cada vez mayor.
La ruta 24 y la 101 son las más concurridas de la ciudad; tienen como destino los populosos barrios del distrito José Martí y el Abel Santamaría (Salao), respectivamente, ubicados en la periferia oeste y este de Santiago. Debido a ello, la mayor parte de los ómnibus son articulados, pero ni así logran satisfacer la demanda.
"La falta de guaguas existe desde que tengo uso de razón", apunta Elina, de 56 años, trabajadora de la tabaquería Celia Sánchez, mientras espera la ruta 24 en la parada de la Avenida Garzón.
"Hoy falló el camión de mi trabajo y cuando eso pasa hay que tirarse para la calle y coger lo que aparezca. En mi caso estoy obligada con la guagua porque es lo único que llega allá, por eso hago la cola, pero cuando aparece la guagua es la ley del más fuerte".
A las 7:00 de la mañana la parada de Micro 9, en el distrito José Martí, es un hervidero de usuarios desesperados que forman un cordón humano de 100 metros a lo largo de la Avenida las Américas. Muchos optan por los camiones, camionetas, carros y motos del transporte privado, que desde hace algunos años se convirtieron en la alternativa a los ómnibus urbanos y cuyos precios van de 1 a 20 pesos. A pesar de que son muchos, sus escasas capacidades los hacen insuficientes en las horarios picos.
"Llevo aquí 30 minutos. Pasó una 24 y paró casi en la loma (a unos 60 metros de la parada) para dejar el personal y siguió de largo", cuenta Yanisleidis, que estudia para ser maestra de primaria. "Yo casi siempre cojo una camioneta, pero a esta hora hay que dar la vuelta, y uno siempre no tiene los dos pesos para eso".
Se refiere a que a los transportistas privados no les importa recoger pasajeros que van en sentido contrario pero deciden ir hasta la primera parada para volver a subir, pagando el pasaje doble. Esto hace que las camionetas vayan repletas.
Si en las horas picos la frecuencia es inestable, a partir de las 9:00 de la mañana y hasta las 2:00 o 3:00 de la tarde los ómnibus casi desaparecen, obligando a los santiagueros a utilizar el transporte privado.
"Yo trabajo en diferentes líneas; empiezo a las 6:00 de la mañana en la ruta de Versalles porque tiene pocas guaguas", explica Osmar, chofer privado. "A partir de las 9:00 me paso para el distrito José Martí, porque al disminuir las guaguas tengo el carro lleno hasta por la tarde".
La misteriosa desaparición de los ómnibus en ciertas horas obedece a la planificación de los mismos en "turnos enteros y partidos" para cubrir el déficit de guaguas en las diversas rutas. Según cuenta un dirigente de la base Serrano, "estos turnos se implementaron por instrucciones de la Dirección Provincial de Transporte".
"Tenemos un cementerio de guaguas paradas rusas, chinas, modernas, articuladas... enganchadas sobre burros, un desastre. Guaguas que pararon por falta de una pieza y, cuando llega el repuesto, están 'canibaleadas' porque les sacan otras piezas para ponérselas a otros ómnibus, o porque la venden para la calle", dice el funcionario.
"En las cuatro bases de Santiago hay 'canibalismo'. La solución inmediata de mejora para el transporte es lo que se está recibiendo: las guaguas nuevas".
El cementerio de guaguas indigna a los empleados de la empresa. Michel, chofer, resumió la situación: "El principal problema relacionado con la transportación obedece a la falta de piezas de repuesto (…). Todo está diseñado para decir mentiras, porque a veces existen las piezas y no se asignan a las bases. Mira cuantas guaguas rotas en espera de piezas hay en la base del km 8 de la Carretera Central".