"Para empezar aquí no se celebra el fin de año, sino el aniversario 59 del triunfo revolucionario", comenta a DIARIO DE CUBA un recluta de 19 años. Para los miles de jóvenes cubanos en el Servicio Militar Activo esta fecha es un momento poco grato debido a la lejanía de sus familiares y seres queridos.
Para evitar fugas masivas, las unidades militares otorgan a los reclutas "pases especiales". Desde inicios de diciembre los soldados son "emparejados" y la salida en días alternos, desde el 24 de diciembre, depende de que su "pareja" regrese a la unidad militar. Aunque efectivo en algunos casos, el sistema causa problemas a muchos soldados.
"Aquí se vive con tremenda matonería siempre. Hazte una idea de cómo será en fin de año", dice Miguel, recluta de 20 años. "A mí, por ejemplo, el año pasado me casaron con un tipo que es un desagradable. Hace siempre lo que le da la gana en esta unidad. A él le tocaba salir el día 31 de diciembre y relevarme el día 1, pero se apareció el 3 por la tarde, diciendo que se había complicado en la calle. Yo me tuve que quedar todos esos días aquí".
Christian, por su parte, optó por recurrir a los puños para asegurarse el día 31 de diciembre con su familia el año pasado.
"Me emparejaron con uno que se la pasa fugado, así que estaba embarcado y corté por lo sano. Lo esperé en la puerta del cuartel y le entré a trompones, porque aquí hablar no sirve de nada. Aquello fue remedio santo, el día 31 llegó a tiempo y pude irme tranquilo para mi casa".
También la asignación de los días de pase se ve afectada por el nivel de relación que tienen los reclutas con sus superiores. Los sobornos, en dinero o regalos, están a la orden del día en fin de año.
"Para no complicarme, le regalé a mi jefe una botella de ron y le prometí traerle otra cuando regresara", comenta un recluta. "Así que me puso de pareja a un muchacho que es tranquilo, para que no haya problemas".
Por otro lado, aquellos que permanecen en las unidades durante el fin de año refieren que ni siquiera las "cenas especiales" lo son.
"Los oficiales son todos unos muertos de hambre y se vuelven locos en fin de año", asegura Ismel, recluta de 19 años. "Los días 24 y 31 dan una cena especial. No es nada del otro mundo, carne de puerco, algún dulce y una cerveza barata. Eso los pone locos. Empiezan a vigilarte como si tú quisieras robarte todo, porque así queda menos para ellos. Además, se ponen con una libreta en la puerta del comedor para asegurar que no pases dos veces".
"Uno tiene que resolver porque la cosa esta mala", justifica un oficial. "Yo personalmente no soy ambicioso. Con un par de trozos de carne que me den para llevarme, ya estoy bien. Pero algunos oficiales quieren llevarse el comedor para su casa. Y eso que a nosotros nos venden algunas cosas rebajadas, como carne de puerco a 13 pesos la libra".
Un recluta cuenta cómo sus oficiales los dejaron sin comer durante el año pasado. "Dieron un pernil de puerco para la unidad, porque es pequeña, y ese día solo nos quedábamos 15 soldados y unos siete oficiales. Esa gente se puso a tomar ron y a cocinar la carne en el horno, pero ninguno sabía hacerlo y no dejaban que los soldados la miraran, para que no vieran la cantidad que había. Al final se les quemó y lo que nos tiraron en la bandeja fue un trozo de carbón que no había quien se lo comiera. Fue el peor fin de año de mi vida, pasando hambre".
Todos los reclutas coinciden en que esta experiencia los ha hecho valorar más la fecha en familia.
"Yo me quejaba cuando estaba en la calle", dice Ismel. "Por lo menos en tu casa, si solo te comes un pedacito de carne, está hecho por ti mismo y nadie esta vigilándote".
"Además, siempre están los vecinos que te invitan a un trago", agrega Miguel. "Yo mismo me he emborrachado solo con lo que me brindan los vecinos. Aquí, ni un tiro al aire puedes lanzar en fin de año, porque te meten preso a la primera. No sé por qué, si aquí lo único que sobran son balas".