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Sociedad

Seis perniles, nueve paletas y 14 lomos: las piezas de cerdo que se disputaban unos habaneros

Vecinos de Jaimanitas hicieron una lista con un día de antelación para poder comprar carne estatal.

La Habana

Para este fin de año 2017 el Estado tomó la iniciativa de hacerle competencia al negocio particular y pensar en el pueblo. Vendieron en diferentes puntos de la capital carne de cerdo a un precio más barato.

Pero esta iniciativa suscitó grandes colas, compuestas principalmente por personas de bajo poder adquisitivo, que aprovecharon la "bonanza" para asegurar la cena de fin de año.

Como de seguro ocurrió en otros sitios, en Jaimanitas (La Habana), mucha gente no durmió el 28 de diciembre. Hasta se confeccionó una lista desde horas de la tarde para organizar la venta al otro día de unos pocas piezas de carne.

Según el carnicero del barrio, Luis, el Estado hico dos entregas de carne de cerdo: "La primera fue el 23 de diciembre y la segunda esta del 28. Anoche entraron solamente seis perniles, que es la carne predilecta para asar, nueve paletas y 14 lomos. Lo demás es costilla y cabeza".

"Estoy loco por terminar rápido, pues estas colas y el vocerío de la gente me estresan y me disparan la migraña", agregó Luis.

"Maritza tuvo la idea de hacer la lista", contó Vivian, mujer de mediana edad que hacía el dos en la cola y que permaneció junto a Maritza y otros jaimanitenses toda la madrugada para anotar a los que llegaban a marcar.

La madrugada fue larga. Se contaron historias personales y recuerdos de sucesos del pueblo. Sobre todo, analizaron la situación actual con relación a los precios, acotando que el esfuerzo por acceder a los productos como la carne de cerdo, era señal de crisis.

"Yo recuerdo cuando la libra de puerco estaba a 1,50 pesos en el mercado paralelo, en 1980", dijo Sorbeto. "El puerco en pie en la zona rural costaba 70 centavos. Una vez en Artemisa compré un puerquito de asar que me costó 25 pesos, la mitad de lo que cuesta una libra de bistec hoy".

En este 2017 los vendedores particulares ofertan la libra de pierna y de lomo a 45 pesos. La oferta de fin de año del Estado fue de 17 CUP la libra, un alivio para el bolsillo de quienes viven de un salario estatal.

A medida que amanecía iban llegando personas a pedir el último a la carnicería y se reían al enterarse que había que anotarse en una lista, pero se inscribían sin protestar.

Luego comenzó una polémica en relación con el registro que llevaba minuciosamente Maritza. Algunos decían que no era justo que los que se anotaron el día anterior y se fueron a dormir, gozaran de los turnos de privilegio,  mientras que los que permanecieron "al pie de cañón" en la cola, no alcanzaran comprar buenas piezas.

"Cualquier cola que se respete hay que mantenerla, pues si te anotas y te vas a dormir eso no es hacer una cola", dijo Sorbeto, molesto, y propuso cantarla a las 6 de la mañana con los que estuvieran presentes. "Así se corren los turnos", dijo, pero tuvo oposición de los organizadores.

"No se les informó eso", dijo Vivian. "Y tampoco resultaría justo violarle su derecho, sin estar presentes".

Un hombre llamado Rey, desempleado y padre de familia, hacía el número 29 en la cola. Si no había fallos, seguramente no alcanzaría a comprar. Contó que no había podido celebrar ni la Navidad ni la Nochebuena, por falta de presupuesto.

"Y tengo dinero gracias a que me he dedicado a caminar y caminar barriendo con los ojos la calle, buscando el dinero que a la gente se le cae, soñando con encontrarme una billetera, y me ha dado resultado", aseguró. "La mejor hora es al amanecer, antes que lleguen los barrenderos. En ocho días que llevo en eso, he llegado a recolectar entre pesos y monedas 13 CUC, que me da para comprar un lomito mediano".

Mientras, Sorbeto increpaba a los que iban al trabajo a esa hora temprana:

"¡Nosotros somos los pobres de la tierra y tenemos que morir aquí, en esta carne más barata y con sacrificio, porque los cuentapropistas la venden demasiado cara!". Luego bajaba el tono y decía con acento sarcástico. "Sí, yo sé que hay gente a las que le llevan los suministros en una guagüita a su casa. Y conozco otros que los sacan de sus centros de trabajo. Pero nosotros no, ¡somos el pueblo!".

Le pedí a Maritza tomarle una fotografía mostrando la lista, pero se negó, alegando que eso podía traerle problemas en el trabajo. En cambio, Sorbeto sí estuvo dispuesto, y posó, pero no resultó una buena foto, pues al ver el lente enfocando la gente se dispersó, como si salir en la toma los convirtiera en cómplice de un hecho subversivo.

"¡Cobardes!", les gritó Sorbeto. "Por eso estamos como estamos. Tómame otra foto. Yo no tengo miedo".

La venta de la carne estatal en Jaimanitas comenzó a las 7 de la mañana. A las 8 ya no quedaba ni rastro de sangre.

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