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Economía

'The Economist': La Habana tiene que dejar su 'estratagema económica' dependiente de aliados

Apuesta por la empresa privada para el progreso en general y lamenta que el régimen socialista 'no lo vea así'.

Madrid

La estratagema económica favorita del Gobierno cubano, gracias a la cual ha sobrevivido dependiendo de subsidios otorgados por sus aliados de izquierda, ha tenido su momento, pero vislumbra su fin, según señala un artículo de The Economist.

"Venezuela, que reemplazó a la Unión Soviética como su mecenas, está en peor forma que Cuba. El comercio de trueque —el petróleo venezolano a cambio de los servicios de médicos cubanos y otros profesionales— se está reduciendo", señala.

Recuerda que el comercio entre los dos países ha caído de 8.500 millones de dólares en 2012 a 2.200 millones de dólares el año pasado y que La Habana ha tenido que comprar más combustible a precio real en el mercado internacional.

También considera que a pesar del auge experimentado por el turismo, "sus ingresos por servicios, incluyendo los médicos, han estado disminuyendo desde 2013".

La publicación apuesta por el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas para el progreso económico en general y lamenta que el régimen socialista "no lo vea así".

Critica que la Isla no fabrique los insumos que necesitan los cuentapropistas para sacar sus negocios adelante, que tampoco les permita importar lo que necesiten, así como las determinaciones tomadas recientemente para poner freno a un grupo de actividades.

El agosto, las autoridades congelaron las licencias para restaurantes, alquilar habitaciones a turistas, reparar aparatos electrónicos, entre otros.

"La mayoría de los 600.000 actuales cuentapropistas (…) podrán seguir adelante como antes", sostiene The Economist pero considera que "el gobierno desconfía de ellos".

"Su prosperidad provoca envidia entre los cubanos más pobres. Su independencia mental podría llegar a disentir un día", agrega.

El medio especializado subraya cómo Raúl Castro ha criticado "ilegalidades y otras irregularidades", incluyendo la evasión fiscal, cometida por cuentapropistas, pero censura que el general nunca ha admitido "que las restricciones gubernamentales las hacen inevitables".

Por otra parte, el artículo apuesta por "una reforma del sistema dual de divisas de Cuba, que hace que las empresas estatales no sean competitivas, mantengan los salarios en el sector estatal a niveles miserables y distorsiona los precios en toda la economía".

La actual política monetaria —plantea— "entrega un subsidio masivo a los importadores y castiga a los exportadores".

El deprimido panorama económico de la Isla se ha complicado aún más con el giro dado por Donald Trump a las relaciones entre Washington y La Habana y más recientemente por el devastador paso del huracán Irma por la Isla, menciona.

"Con un déficit presupuestario que se espera alcance el 12% del PIB este año, el Gobierno tiene poco dinero para gastar en la reconstrucción de Irma", anota la publicación.

"Limitada por una camisa de fuerza socialista, Cuba produce muy poco de lo que otros países o su propio pueblo quieren comprar(…) Cuba importa el 80% de sus alimentos y pagar por ello es cada vez más difícil", destaca.

The economist cita otros problemas que enfrenta la economía cubana como el tema de la burocracia y las trabas a la inversión extranjera e insiste en una ley sobre las pequeñas y medianas empresas que dé luz verde al emprendimiento como el camino al progreso.

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