El diario The Washington Post dijo hace unos días al Gobierno de EEUU en un editorial: "no minimicen el siniestro ataque a diplomáticos en Cuba", un hecho que el diario sumó al "alto costo" de la política de acercamiento a Cuba de Barack Obama, quien guardó silencio sobre ese incidente, que dejó sordos y con lesiones cerebrales y en el sistema nervioso a unos cuantos diplomáticos estadounidenses.
Este hecho inevitablemente trae a la memoria lo sucedido en julio de 2013, cuando un barco norcoreano procedente de Cuba fue descubierto en Panamá con armas enviadas por Castro II a Pyongyang escondidas bajo sacos de azúcar. Obama le echó tierra al asunto para no "enfriar" los esfuerzos que hacía por acercarse al régimen castrista.
Esta vez el Departamento de Estado ha expresado que está esperando que finalicen las investigaciones al respecto para pronunciarse definitivamente. No hacerlo no se correspondería con la nueva política hacia Cuba anunciada por el presidente Donald Trump.
Es comprensible que muchos en el mundo entero no puedan aceptar que el Gobierno de Raúl Castro haya realizado ese ataque intencionalmente. No le encuentran una explicación lógica. Pero ocurre que con Cuba la lógica, digamos normal, Cuba no funciona. El castrismo creó la suya propia y es muy diferente a la del resto del universo.
Por eso no puede descartarse que haya sido un ataque acústico. El problema es cómo probarlo. Eso es ya sumamente difícil, por no decir imposible, a estas alturas. Si así fue, ya el régimen hizo desaparecer los "cuerpos del delito". A no dudarlo, si Castro II ha permitido que el FBI investigue en Cuba es porque sabe que esos detectives de EEUU no podrán encontrar nada que incrimine a su dictadura. Todo está bien amarrado para que no haya sorpresas.
Es importante insistir en que el control que ejercen el MININT y el Partido Comunista sobre el personal diplomático occidental acreditado en La Habana tiene dimensiones patológicas. Y es aún más paranoico y agresivo cuando son diplomáticos del "imperio". No es creíble, pues, el argumento del régimen cubano de que no sabe qué pudo pasar.
Lo ocurrido a los 16 diplomáticos norteamericanos y cinco canadienses en La Habana no tiene precedentes en la historia reciente de las relaciones internacionales. Y viola la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, que sobre los diplomáticos establece que no "podrá atentarse de ninguna manera contra su persona, su dignidad y su libertad".
Un funcionario del Gobierno de EEUU guardando el anonimato habló con el periodista Patrick Oppmann, de CNN, y le aseguró que lo de La Habana fue un "ataque" y no un intento de escuchar las conversaciones que salió mal.
Hay en todo esto tres preguntas clave: 1) ¿Cómo se produjo ese incidente?; 2) ¿fue un ataque deliberado o un accidente tecnológico?; y si la respuesta a la segunda pregunta es que fue intencional entonces surge otra interrogante: 3) ¿qué objetivo tenía el ataque?
En cualquier caso, el MININT actuó
Moscú, Pyongyang, Teherán o Pekín no habrían podido colocar artefactos de escucha o de otro tipo en las cercanías o dentro de las viviendas de los diplomáticos sin que lo detectara el MININT. Y si lo hicieron, entonces se burlaron del MININT y el régimen cubano de todas formas sigue siendo responsable de lo ocurrido, por su incapacidad para garantizar la seguridad de esos diplomáticos.
La posibilidad de un ataque castrista deliberado no es descabellada. Luego de la visita de Obama a Cuba, Castro II y su claque se asustaron. El discurso del presidente estadounidense en la Isla, escuchado en vivo y en directo por millones de cubanos, fue un mensaje de aliento y esperanza al pueblo cubano para que se inspirase en el ejemplo de progreso y libertades que disfrutan sus compatriotas de Miami. Eso fue algo nunca visto ni oído antes en Cuba en medio siglo, y demasiado para la dictadura.
Desde entonces el ala más reaccionaria y troglodita de la dictadura, encabezada por el propio Castro II, su hijo Alejandro, Machado Ventura, Ramiro Valdés, y Julio Gandarilla (ministro del Interior), todos militares, lanzaron una campaña mediática antiestadounidense y de ataques directos a Obama y las relaciones Cuba-EEUU.
Muestra del temor castrista a la influencia de EEUU en la Isla se evidencia en el célebre video tomado al probable sustituto de Raúl Castro como presidente, Miguel Díaz-Canel, quien califica al "deshielo" como una maniobra "para destruir la revolución" y que tiene una "intención colonizadora". Dijo también que Obama intentó "imponer una plataforma de restauración capitalista y neoliberal"en Cuba.
Por eso es coherente sospechar que fue una acción para dinamitar el "deshielo" Cuba-EEUU y, si fue otro Gobierno el autor, obviamente contó con la complicidad del MININT.
Otra posibilidad es que fuera un intento castrista por perfeccionar la escucha ilegal de los norteamericanos y se colocaran dispositivos más sofisticados y potentes, cuyo manejo inadecuado produjo esos sonidos que a los afectados les parecían "zumbidos" de insectos, o de metales arrastrados por el piso.También pudo ocurrir que quienes ejecutaron el ataque no tuvieran idea de la magnitud del daño que iban a causar.
A mi modo de ver el mayor peligro en todo esto es que al final de todas las investigaciones no aparezca ningún culpable, ni pruebas concretas de nada, y el dictador Castro II proclame ante EEUU y el mundo que, tal y como ya lo había asegurado, su Gobierno nada tuvo que ver con lo ocurrido. Entonces se llegaría a la conclusión de que los autores fueron unos extraterrestres "antimperialistas".
Pero descartando las fantasías, o las pruebas quizás imposibles de hallar, de lo que no hay duda alguna es de que, o fue un ataque castrista, o de otro Gobierno con complicidad castrista, o se manipuló mal la tecnología. Cualquiera de las tres cosas que haya ocurrido fue intencional. No cabe la excusa del accidente. Sea lo que sea que haya sucedido, el dictador Castro II es el responsable, incluso si fueron diminutos personajes verdes con antenas en la cabeza.