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Educación

'La educación es gratuita, pero el curso escolar es otra cosa'

Mochilas, merenderos, zapatos, medias, lápices de colores, dinero para el ventilador del aula… el inicio de las clases aumenta la presión sobre la exigua economía familiar cubana.

La Habana
Inicio del curso escolar 2015-2016 en La Habana.
Inicio del curso escolar 2015-2016 en La Habana. EFE

En el Panel 2 de la Fe, Isla de la Juventud, una madre de dos niñas llamada Nila ve venir el próximo curso escolar como un tsunami.

"Mi esposo se fue para México buscando futuro, pero esta varado en no sé qué parte y solo ha llamado dos veces para pedir dinero. ¡A mí, que no tengo ni donde caerme muerta, con dos niñas y el curso escolar por delante!", se queja.

"La prensa dice que todo lo necesario para comenzar el curso escolar está garantizado. Pero escucha esto: Son dos mochilas, dos merenderos y dos cartucheras que hay que comprar. ¿Y de cuánto estamos hablando? ¡De un total de 70 CUC! El año pasado fue una cifra así, porque existe una competencia por llevar todos los años a la escuela cosas nuevas. Súmale la merienda diaria de las dos, 15 CUC al mes. Súmale el regalo por el día del maestro, más los materiales que piden en las reuniones del grupo, dinero para pintura, el ventilador del aula. La cuenta no me da con los 489 pesos (20 CUC) que gano como cajera de un mercado", añade.

Para muchas madres cubanas garantizar lo imprescindible para que sus hijos no falten a la escuela es una contienda.

Estela tiene un hijo en tercer grado. "Me dieron un solo uniforme para todo el año. ¿Y los otros uniformes que necesita para la semana? Hay que comprarlos a sobreprecio. El pantalón y la camisa valen 50 pesos cada uno. Además, hay que pagarle a una costurera para que los lleve a la talla, porque no siempre te tocan las correctas. Para mí, que trabajo en una oficina donde no se puede 'raspar' nada, es una angustia el curso", dice.

"Además de todo eso que te han contado otras madres —agrega Ineida, trabajadora de la OFICODA de Santa Fe y madre de dos varones de cuarto y sexto grado— también me pidieron dinero para una frazada de piso y un cubo. Y tenemos que comprar los lápices de colores, crayolas, libretas, pegamento y presilladoras para los trabajos de Educación Laboral".

La vocación especial de un hijo encarece de manera pavorosa la vida de un padre cubano. La danza y la pintura son las más caras. Gisela es madre de una niña con talento, que sueña con ser estrella del arte. Dice que el gasto adicional es una locura. Transporte al teatro, otra merienda más, regalos a los profesores, vestuario…

Con el curso escolar a las puertas, el desasosiego se acrecienta. "Todo lo que gano es para eso", dice Pérez, operador de vía de la compañía telefónica ETECSA. "La comida y la escuela son dos pozos sin fondo que se tragan todo el dinero que invento. Mi mujer quiere tener otro hijo porque ya rondamos los 40 y dice que Samuelito necesita un hermano. ¿Pero de dónde son los cantantes? Con uno solo mira como estamos; con dos tendríamos que ahorcarnos".

"¿Y las madres que tienen hijas hembras?", pregunta Zaida, diseñadora del Fondo Cubano de Bienes Culturales. "La escuela exige medias largas y blancas que cuestan 60 pesos el par. Y las licras y las cositas del pelo, que solo admiten rojas o blancas. ¿Y los zapatos? Hay que comprarles tenis bien caros, para que duren, porque si los buscas baratos entonces son tres o cuatro pares durante el año y el gasto es mayor".

Yunia, que tiene dos hembras de primero y cuarto grado, le suma a este cálculo los forros de las libretas y el nylon que los profesores exigen a los padres para la protección del material escolar.

"Parecerá nada, pero es la gota que desborda el vaso. ¡Este año van a ir con todo lo del año pasado y que salga el sol por donde salga! Las mismas mochilas, los mismos merenderos, los mismos zapatos. ¡No me importa! ¡No puedo! Es verdad que la educación en Cuba es gratuita, pero el curso escolar es otra cosa. ¡No tiene nombre!".

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