El Festival Verano en Jibacoa tuvo su séptima edición del 4 al 6 de agosto del 2017, en Jibacoa, Santa Cruz del Norte, provincia de Mayabeque. El evento tuvo tres escenarios con presentaciones en vivo de Adrián Berazaín, Sweet Lizzy Project, Negrum y Primera Base, entre otros artistas, a partir de las 10:00 pm. Durante el día, el público disfrutó fundamentalmente de música grabada.
Para garantizar que los interesados pudiesen llegar al evento, hubo guaguas desde los distintos municipios de Mayabeque hacia Jibacoa, a partir de las 4:00 pm. Para los habaneros, el diario Granma anunció la salida de guaguas desde Guanabo, con un buen servicio, según algunos asistentes al evento. Y, aunque para llegar a Guanabo Granma también anunció la salida de guaguas desde el Parque Central, allí no podían encontrarse.
Pese a ser esta la séptima edición de Verano en Jibacoa, la mayoría se refiere al festival como "el Rotilla". Incluso lo llama así la policía apostada en la carretera. Muchos, sin embargo, no saben que el Festival Rotilla se realizó solamente hasta el año 2010, y que fue creado por Matraka Producciones, organizadora del evento desde 1998, sin fines de lucro.
"Ellos no solo censuraron el evento, se lo robaron"
Verano en Jibacoa comenzó en 2011. Según un artículo aparecido el año pasado en el sitio oficialista Cubadebate, al anunciar la edición de ese año, "Verano en Jibacoa sustituyó al extinto Rotilla".
Michel Matos, uno de los directores de Matraka Producciones, y director fundador del Festival Rotilla, lo describiría de otra forma: "Decir eso es darle cierta legitimidad. Ellos no solo censuraron el evento que hacíamos, sino que lo robaron. Incluso intentaron robar la identidad. Ante un show mayúsculo que armamos, pusieron el nombre de Verano en Jibacoa. La verdad es que se robaron un evento, la convocatoria, un conjunto de publicidades. No puedo decir que se robaron el espacio porque es de ellos, como Cuba completa. Pero usaron la misma dinámica espacial que nosotros, de ubicar los escenarios. No iban a ponerse a crear algo nuevo".
En 2011, cuando a los creadores y organizadores del Festival Rotilla se les informó que ya no tenían que ver con el evento, y que este sería organizado por las instituciones del Estado y el Ministerio de Cultura, Matos dio una entrevista a Havana Times. Estaba convencido de que recuperaría el festival. Confiaba en la fuerza legal de sus argumentos y en la campaña internacional. Su última frase, que dio título a aquella entrevista fue "El próximo año habrá Rotilla Festival".
Seis años después, los organizadores no solo no recuperaron el evento que crearon, sino que muchos han abandonado el país. Aunque fue muy optimista al principio, Matos afirma que le tomó muy poco tiempo percatarse de que no recobraría el Rotilla.
"Padecíamos de cierta ingenuidad", reconoce ahora. "Creíamos que dialogando, forzando un poco, denunciando, podríamos llegar a algún entendimiento para hacer algo que desde ninguna perspectiva podía considerarse dañino para la sociedad. Perfecto no era, pero dañino tampoco..."
Michel Matos continúa: "En un momento nos prohibieron que estuviera Porno para Ricardo, Omni Zona Franca... Fernando Rojas dijo que Omni era un problema de seguridad nacional, en términos culturales. Una vez, pretendieron que les diéramos toda la música y todas las letras de los artistas que iban a presentarse, con antelación. Lo más absurdo fue cuando quisieron que los DJs les dieran toda su música".
Michel Matos nunca ha ido a Verano en Jibacoa porque "no me permiten ir… durante los primeros años, yo y el grupo estábamos vedados de ir a esa playa durante ese evento. Nos detenían si íbamos en carro, y la policía nos escoltaba de regreso".
Aunque afirma que quienes empezaron a organizar el evento, tras bautizarlo como Verano en Jibacoa, replicaron la dinámica del Rotilla, varias cosas diferencian los dos festivales.
"Con nosotros, la música no paraba en tres días", señala. "Ellos la paraban y la volvían a poner sobre las 7:00 u 8:00 am. Programaban un grupo de rock y luego uno de pop; se mezclaban esos públicos. Y entre ambos espectáculos, ponían música grabada de reguetón".
"No se mezcla a las tribus urbanas", afirma con conocimiento, "eso trae explosiones. Si las mezclas, debes buscar que sean compatibles".
Otra diferencia es que el Rotilla contaba con un escenario de cine. Ese escenario también fue sometido a la censura.
"La muchacha que lo organizaba decidió hacer una noche de cine erótico. Había un documental titulado La historia de la pornografía. Cuando vieron ese título, los funcionarios decidieron que tenían que ver todo el material que se proyectaría. Les organizamos una proyección en una cabaña, les llevamos pomitos de agua. Aquellas personas, todas de 50 y 60 años, sudaban y se miraban unos a otros, sin saber cómo procesar aquella información".
Michel Matos emprende otros proyectos
A diferencia de casi todos los organizadores y artistas que actúaban en el Rotilla (él se atreve a decir que el 80% está actualmente fuera del país), Michel Matos continúa en Cuba.
Después del Rotilla ha intentado varias cosas similares, por ejemplo, el Festival de Rap Puños Arriba. Pero su última edición fue en 2014, y para hacerla tuvieron que hacer una protesta. "Irónicamente, era 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos", recuerda.
El evento se realizó finalmente en la carpa de circo "tomada por la Seguridad del Estado".
"Fuera de esta circunstancia, nuestros nombres están en algún tipo de lista negra. Eso no nos permite desarrollarnos", sostiene.
Al año siguiente, Puños Arriba se hizo en una casa privada. "Algo muy pequeño", cuenta.
Hace un año, intentó hacer una fiesta de música electrónica en San Antonio de los Baños.
"Esta gente montaron un dispositivo de una magnitud, que no tengo palabras... Estuvo incluido un helicóptero. Cerraron la entrada de la autopista con militares, tropas especiales, Seguridad del Estado... Literalmente, nos cortaron el agua y la luz. No había electricidad ni agua en el lugar. Les prohibieron a los trabajadores de una cafetería vendernos nada. El argumento fue que estábamos invadiendo un lugar", recuenta.
Michel Matos considera que un detonante para lo que sucedió fue que usaron como publicidad de la fiesta el nombre de Rotilla.
Más veces al año
No hay cifras aún sobre la audiencia de este último Rotilla, pero varios asistentes calculan que "antes venía más gente".
Aun si no llega a alcanzar los niveles de audiencia del Festival Rotilla, el Verano en Jibacoa continúa existiendo. El paso del tiempo y el hecho de que muchos que empiezan a acudir al festival son demasiado jóvenes para conocer "el verdadero Rotilla", amenazan con borrar de la memoria colectiva el evento creado por Matraka Producciones.
El Festival Rotilla, sin embargo, sigue rondando como un fantasma. Las personas continúan refiriéndose al Verano en Jibacoa por su nombre. Y suficientes artículos en internet y materiales audiovisuales muestran qué fue aquel evento, con el que sus organizadores pretendían dejar un legado, y que sin ser perfecto, para los jóvenes fue "de mucha satisfacción", como evoca Michel Matos.
Al comparar "el Rotilla de ahora" y "el verdadero Rotilla", como se refirieron los entrevistados a ambos eventos, la mayoría coincidió en que aquel era mejor. "Había más libertad", "el ambiente era mucho mejor", "venían los que tenían que venir", fueron algunas respuestas.
Quienes asisten al festival, aunque continúan prefiriendo "el otro Rotilla", dicen que no hay más nada para la juventud cubana. Otros quisieran que el Rotilla (sin hacer distinción entre el organizado por Matraka Producciones y el presente, que es el Verano en Jibacoa) se realizara más veces al año.