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SALUD

Las autoridades desarticulan una red clandestina de venta de metilfenidato en La Habana

El grupo estaba formado por unas 15 personas, que actualmente están detenidas.

La Habana

La profesora notó que el alumno mostraba signos de hiperactividad constante, poco habituales hasta ese momento. Se lo comentó a los padres, quienes le comentaron que el muchacho estaba tomando su medicamento de manera regular, sin problemas.

"Deben revisar el medicamento, pues no le está haciendo efecto", les respondió la docente.

Se desató la alarma y la queja de los padres de que el metilfenidato (un psicoestimulante para el trastorno de la hiperactividad) presentaba irregularidades prosperó.

En la investigación, las autoridades pudieron comprobar, después del correspondiente análisis de laboratorio, que el metilfenidato a la venta en las farmacias carecía del principio activo, por lo cual era imposible que hiciera efecto en sus consumidores, en su mayoría niños o jóvenes con trastornos de hiperactividad.

Origen de la red

Todo comenzó en La Habana en el área de producción del Laboratorio Farmacéutico Reinaldo Gutiérrez, una de las empresas perteneciente al grupo estatal BioCubaFarma, que fabrica tabletas medicinales.

Del lote con el principio activo, obreros vinculados a la producción sustrajeron una parte con fines de lucro y las tabletas que debían haberse confeccionado con ese faltante fueron sustituidas por placebo que luego se comercializó en las farmacias.

El metilfenidato está considerado una droga y su mezcla con bebidas alcohólicas produce efectos alucinógenos.

"La tableta de metilfenidato en el mercado negro cuesta dos CUC y en la operación de sustracción participó desde el supervisor técnico hasta el elaborador, pasando por el troquelador y el operario de la máquina envasadora en combinación con las personas que venderían las tabletas en la calle", asegura una fuente cercana a esta empresa que pidió anonimato por temor a represalias.

La red clandestina que sustraía y vendía el metilfenidato estaba compuesta de unas 15 personas, todas se encuentran detenidas y esperan procesos judiciales cuyas penas oscilan entre los dos y diez años de cárcel.

Hasta el momento solo el Ministerio del Interior (MININT) conoce a cuánto han ascendido las pérdidas causadas a la empresa por esta operación y las ganancias de las personas enroladas en esta actividad.

No obstante, para los investigadores del MININT una de las causas de este hecho delictivo está en que la fábrica no posee cámaras de vigilancia para poder supervisar con más eficiencia y rigor el proceso productivo, a pesar de que cuando se van a confeccionar los medicamentos que contienen droga las medidas de seguridad son extremas en la unidad, señala esta fuente.

Sin embargo, asegura, no se mencionan otros factores como el salario de los trabajadores. Un obrero de esta empresa tiene un salario que oscila entre 300 y 1.500 pesos mensuales (de 12 a 60 dólares al mes), que está sujeto a los resultados productivos.

Muchas veces los obreros dejan de ganar un salario que supera los 1.000 pesos cubanos por causas ajenas a su voluntad.

"Por ejemplo, la materia prima llega con retraso o no llega porque la empresa no ha pagado a los proveedores. Esto provoca largos períodos de interrupción del ciclo productivo, como no hay producción los trabajadores ganan esos meses entre 300 y 500 pesos. Eso no justifica pero estimula hechos como estos ya que el salario no alcanza para nada", refiere.

Otra fuente del laboratorio farmacéutico indica que "no es la primera vez que en esta fábrica ocurren hechos delictivos", aunque considera que "este es el más sonado de los últimos años".

"En varias ocasiones se ha sustraído alcohol para venderlo en el mercado negro. También otras medicinas como el Tramadol y el Clobazam han sido objeto de robos y desvíos para su venta en el mercado negro y ha provocado escasez en la red de farmacias", asegura.

En enero de 2012 el semanario oficial Juventud Rebelde revelaba varios casos de venta ilegal de medicamentos y mencionaba, entre otros, cómo un operario del Laboratorio Reinaldo Gutiérrez poco a poco había sustraído partes del equipo donde se confeccionan los blísteres para el envase de las tabletas.

Esa persona llegó a tener de forma artesanal una pequeña prensa en su casa para la confección de los envases, refería el periódico oficial.

Aunque el trabajo periodístico del estatal Juventud Rebelde estaba dividido en varias entregas bajo el título "Tres historias peligrosas", al parecer la censura impidió que las siguientes partes fueran publicadas.

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