Elaine Díaz, directora fundadora del sitio Periodismo de Barrio publicado desde Cuba, ha escrito una carta a Donald Trump a propósito del discurso del presidente estadounidense en Miami. En su opinión, las nuevas medidas anunciadas por Trump resultan patéticas.
Considera patéticos también a los cubanos participantes en el evento. Incluso cuestiona que sean cubanos. Los retrata: "ese grupo de personas que se dicen cubanos". Su contrariedad ante una política, su inconformidad con las posiciones de otros, la obliga a despojarlos del derecho de nacionalidad. En este punto su actitud no parece diferir mucho de la de alguien como el director y conductor de la mesa redonda televisiva Randy Alonso, capaz de tachar de excubano a un deportista cubano exiliado.
Para Elaine Díaz la nueva política estadounidense hacia Cuba es irrespetuosa, no con el Gobierno cubano, sino con el pueblo cubano. Y no solo con el pueblo cubano, sino con ella misma. Elegido el formato epistolar para publicar sus opiniones acerca de la nueva política estadounidense y traducida esta a cuestión personal, a falta de respeto hacia ella, puede introducirse entonces este arrebato autobiográfico: "Las ventanas del cuarto de mi madre se compraron con la venta de dos carneros que quedaron huérfanos de madre y a los que alimentamos con un biberón durante meses. Mi cama ha sido la misma por 25 años. Recuerdo cada uno de mis zapatos desde primero hasta sexto grado porque fueron solo tres".
Es un momento selfie y caben en él los pormenores de la felicidad personal. "A pesar de todas esas carencias económicas, de alguna manera, conseguí ser feliz", confiesa ella. "Me hicieron feliz los mangos y la temporada de tomates y las montañas que rodean mi casa. Me inventé mil historias para darle algún sentido a la pobreza económica y convertirla en riqueza espiritual."
Una vez que le ha contado a Donald Trump esta fábula vital, se considera en suficiente confianza como para impartirle ciertas lecciones. Así se dirige a él: "Repita conmigo, presidente: 'El acceso a la educación debe ser gratuito y universal'". Y luego: "Repita conmigo, presidente: 'El acceso a la salud debe ser gratuito y universal'".
Elaine Díaz ha pasado, de periodista, a maestra emergente. Y, en otro hábito del discurso oficialista, abandona el tema Cuba para adentrarse en las miserias y dificultades de la sociedad y la política estadounidense. Se despide de Donald Trump con estas líneas: "Otros pueblos quizás se plieguen ante su país. Cuba no lo ha hecho y no comenzará a hacerlo hoy. Puede que el trato con Obama se haya jodido; pero nuestra dignidad sigue intacta".
Palabras dignas de un egresado de la Escuela del Partido Ñico López, que juntan en una misma suerte el destino de Cuba, el de los cubanos y el del régimen castrista. La dignidad de la que se habla en ellas no es distinguible de aquella dignidad de la que peroraba Fidel Castro, que contempla la negación de derechos a todo el que se le oponga.
La Polémica Digital, el blog donde Elaine Díaz ha publicado su carta a Trump, no ofrecía contenido nuevo desde el mes de abril. Quien visite Periodismo de Barrio, un sitio dedicado a narrar las "historias de los barrios cubanos con un enfoque ambiental y de desarrollo sostenible" y que se especializa en comunidades vulnerables y desastres, no encontrará noticia ninguna de la peor crisis de suministro de agua que vive La Habana en los últimos 20 años, que afecta desde el 25 de mayo a casi un millón de personas en seis municipios, y que aún está lejos de resolverse.
Elaine Díaz está en su derecho de escribirle al presidente de EEUU cuantas lecciones desee. Es magnífico que brinde a sus lectores las opiniones que la política de la Casa Blanca hacia Cuba le despierte. Sin embargo, dado lo útil de su labor especializada, debería cumplir también con el compromiso de servicio público que ella se impusiera como informadora independiente.
La nueva política de Trump resulta problemática, se ha roto la conductora hidráulica de la Cuenca Sur, pero, curiosamente, Elaine Díaz ha elegido hablar inmediatamente de lo primero y hacer silencio durante más de tres semanas, ella y todo el equipo de Periodismo de Barrio, acerca de esto último. Y todavía se permite hablar en nombre del pueblo de Cuba.