Back to top
Ganadería

El 'misterio' de la ganadería cubana

Hay menos vacas que nunca por habitante, pero el Estado sigue sin querer ver las verdaderas causas del problema.

La Habana

Desde que la cría intensiva del ganado sustituyó a la extensiva, la primera y más elemental condición consiste en asegurar el alimento a los animales durante todo el año. Ese es el tema abordado por el periodista Ronald Suárez Rivas en "El que mata la vaca y quien la deja morir", un reporte publicado el viernes 24 de marzo en el diario Granma.

Cuando no se garantiza esa condición —nos explica el reportero— la masa ganadera "decrece por año, en contraposición a la voluntad estatal de potenciar la producción de carne y de leche para reducir importaciones".

Apoyado en datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información nos muestra que en el período de 2011 a 2016, en la provincia Pinar del Río, "cada año hay menos cabezas de ganado respecto al año anterior", hecho que califica de "comportamiento 'incomprensible', si se tiene en cuenta que en ese mismo período fueron entregadas en usufructo para la ganadería, en este territorio, más de 24.400 hectáreas". Añade que en 2016 —aún cuando se consideró un año favorable en cuanto a las lluvias—, "se reportaron 2.516 muertes por desnutrición y 1.444 por accidentes, dos causas que a nivel internacional no se conciben como factores que afectan la masa ganadera".

En otra parte del reporte se cita al director del departamento provincial de Sanidad Animal, Pedro Antonio López, quien explica que "en condiciones normales una novilla debe estar lista para incorporarse a la reproducción a los 18 meses de edad, pero en la actualidad esto se está logrando mucho después, entre los 28 y los 32 meses", porque "el animal que tiene hambre no ovula, y si ovula no fecunda, y si fecunda hay aborto, porque la reproducción es un hijo de la naturaleza". Termina diciendo que en muchos sitios de la provincia "hay reses hambrientas hurgando en el suelo, y como si no la vivieran año tras año, hay hombres que se vuelven a sorprender con la sequía".

¿Desde cuándo ocurre esto?

Si tenemos en cuenta que a partir de la distribución de la tierra realenga y la confirmación de los primeros colonizadores como dueños, el ganado bovino constituyó la principal actividad económica de Cuba desde la segunda mitad del siglo XVI hasta que, en la segunda mitad del siguiente siglo, su primacía fue desplazada por la producción tabacalera. Casi todas las villas cubanas se dedicaron a la cría extensiva de ganado y a su comercialización, incluyendo el comercio de contrabando con otras islas del Caribe,

Durante la república, la producción de carne y de leche bovina creció de forma sostenida. Según el censo de 1946, había 4.116.000 cabezas de ganado vacuno para una población que no superaba los 5,5 millones de personas. Ese crecimiento explica el por qué en Cuba se instalaron varias fábricas, cubanas y extranjeras, para fabricar productos derivados de la leche, como fueron las de Bayamo y Sancti Spíritus, de la empresa suiza Nestle.

Gracias a ese desarrollo la ganadería y sus derivados constituyeron fuentes importantes de ingreso de la economía nacional. En los 12 años que separan a 1946 de 1958, el número de cabezas de ganado bovino por habitante se elevó de 0,74 a 1,0. Y en 1958 ya era aproximadamente de 1,0 a 1,0, es decir, una cabeza de ganado per cápita. De haberse sostenido ese ritmo de crecimiento, hoy Cuba contaría con más de 11 millones de cabezas de ganado. Sin embargo, el Control Nacional de Registro Pecuario en 1967 reportó algo más de siete millones, cuando la población ya era de 8,2 millones. Es decir, solamente en los primeros ocho años de revolución se descendió de 1,0 a 0,87 cabezas por habitante.

Imbuido de un voluntarismo extremo se decidió someter al ganado bovino a un desacertado cruce genético con el objetivo de crear una nueva raza capaz de producir al mismo tiempo abundante carne y leche para hacer de Cuba la "Suiza de América". Sin embargo, el acceso de los cubanos a la leche dependió durante años del Programa de Alimentos de las Naciones Unidas, que la suministró gratuitamente.

El resultado del desacertado cruce fue un animal físicamente débil, proclive a enfermarse y sin valores productivos en carne y leche, lo que unido al desinterés de los productores generado por la estatización de la propiedad agrícola, el monopolio para establecer la cantidad de animales a tener y los precios de venta, la prohibición de comercializarlos libremente y los salarios insuficientes, provocaron el descenso de la producción ganadera que se mantiene hasta la actualidad y que está entre las causas no mencionadas en el reporte analizado.

Las verdaderas causas, la solución

Para recuperar la producción en 1997, ignorando las causas esenciales del declive ganadero, se promulgó el Decreto Ley 225, el cual se concentró en las medidas represivas: multas de hasta 500 pesos al tenedor de ganado que se le perdiera un animal; prohibición al "dueño" para sacrificarlo y disponer de su carne; multas y penas de hasta de tres años de privación de libertad si el propietario no declaraba los terneros nacidos en los 30 días posteriores al parto, considerado como tenencia ilegal de ganado; obligatoriedad de vender los animales al Estado a precios determinados por este; en el caso de las hembras solo se permitía el sacrificio si el animal sufría un accidente. Medidas que explican el carácter exclusivamente nacional de las muertes reportadas por desnutrición y accidentes, como respuesta de los poseedores de ganado ante las restricciones.

Según datos ofrecidos por el fallecido economista Oscar Espinosa Chepe, al cierre de 2010 el ganado vacuno tenía 3.992.500 cabezas. La cifra, para una población de 11,2 millones, arroja cerca de 0,36 cabezas de ganado por habitante, la peor en los últimos 100 años.

Para agravar la situación, a principios de 2016 la prensa oficial informó de la muerte de miles de cabezas de ganado por falta de comida y de agua, así como de animales sacrificados ilegalmente; un cuadro que se contradice con la época anterior a 1959, cuando el productor tenía toda la libertad para disponer de sus animales, el consumo no estaba racionado, ni ocurría el sacrificio ilegal de forma generalizada.

El resultado de tan deplorable cuadro es que el país invierte cada año sumas millonarias para comprar en el exterior lo que se producía y se puede producir en Cuba.

Falta la voluntad para reconocer las verdaderas causas del retroceso en la ganadería, a saber: la estatización, el voluntarismo, la falta de libertades de los productores y los salarios insuficientes. Entonces la misteriosa contradicción desaparecerá y Cuba volverá a garantizar la carne de res para la alimentación de la población y dejaría de importar leche y sus derivados.

Archivado en

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.