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Salud

Medicinas en el mercado negro

El desvío de recursos, justificado por muchos, llega a poner en riesgo la vida de pacientes.

La Habana

La devastación social que ha originado en Cuba los salarios "simbólicos", quizás será concienzudamente analizada cuando vivamos en una democracia. Mientras (un intervalo de interminables décadas), los cubanos deshacen, remiendan y terminan de rasgar el tejido moral de la sociedad sin tomarse la molestia de pensar en sus consecuencias.

Ante cada aspecto de la también interminable crisis económica, las soluciones son individuales y signadas por la improvisación y la total falta de escrúpulos. Uno de los aspectos menos comentados oficialmente es el actual déficit de medicamentos, problema serio que afecta a casi toda la población.

La ausencia de productos tan básicos como la dipirona, el cogrip o la vitamina C, obliga a los pacientes a enfrentar las frecuentes gripes con remedios "de viejos", o sea, medicina verde. El limón, excelente sucedáneo de la vitamina C que los agros particulares venden a tres o hasta cuatro CUP ¡cada uno!, se ha convertido prácticamente en un fruto de lujo.

Pero lo peor es que las crisis generan oportunidades para quienes manejan alguna dosis de poder. Un amigo que vive en el municipio de Regla, me cuenta consternado que algunas dependientas de farmacia escatiman información sobre el real abastecimiento de medicamentos. Tal estrategia les permite venderlos "por la izquierda", a mayor precio. Y esto incluye medicamentos controlados por medio del conocido "tarjetón", ya sea para tratar enfermedades crónicas que los pacientes consumen de por vida y cuya ausencia implica altos riesgos de salud. También, venta de los controvertidos psicofármacos, tradicionalmente restringidos por su uso como droga entre un sector cada vez más creciente de la juventud.

Con qué tácticas se sortean en las farmacias los rigurosos controles burocráticos, es un misterio. En el caso de los psicofármacos incluso el médico le pide al paciente su número de identidad y lo anota en la receta. Pero más sorprende la temeridad de estos expendedores, porque la venta ilícita de medicamentos puede llevar a años de privación de libertad.

Sin embargo, extraoficialmente se sabe y a voz discreta se difunden contactos donde es posible obtener medicamentos que no se ven, como suele decirse, ni en los centros espirituales.

Es obvio que el desvío de recursos es una solución insostenible. Pero incluso a nivel de obligada improvisación y sin entrar en el terreno ético, habría que saber hacer, por humanidad mínima, alguna diferencia.

Asusta que la insuficiencia de los salarios sea justificación cada vez más expandida y arraigada en la práctica de tantos cubanos que ven en la "lucha" individual para sobrevivir un derecho tácitamente concedido, sin importar si esto implica privar de un alivio a un paciente o añadirle un riesgo a su vida.

Y espanta que este aspecto de la generalizada corrupción se omita en los medios oficiales, o se trate siempre y solo hasta el delicado punto que impide nombrar las verdaderas causas del problema.  

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