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Sociedad

Ofertas por catálogo, sustitutas de la venta 'ilegal' de ropa importada

La nueva fórmula parece más difícil de perseguir y quienes se dedican a ella aseguran que es más lucrativa.

La Habana

Algunos comerciantes que antes se dedicaban a importar ropa y venderla en tenderetes han encontrado una forma de continuar con el negocio: servir a sus clientes "por encargo".

El Gobierno prohibió a finales de 2013 la venta privada de ropa importada alegando que transgredía los límites de lo permitido dentro de la licencia de "modisto" o "sastre" para trabajar por cuenta propia. Pero la nueva fórmula, que utiliza catálogos extranjeros, parece más difícil de perseguir y es más lucrativa.

Los vendedores que se dedican al negocio en La Habana muestran a sus clientes los catálogos con los precios reales cuidadosamente tachados. Al lado de cada pieza ponen el precio que se ajusta a la realidad cubana: casi el doble del original.

"Ahora nos es hasta más rentable, los precios son más altos y corremos menos riesgos en la Aduana", dice Diana, y prefiere no dar demasiados detalles porque teme que las autoridades "se pongan para eso".

La madre de Diana viaja con frecuencia a Panamá y allí compra lo que sus clientes, viejos y nuevos, le encargan en Cuba. En estos momentos está de viaje. Diana dice que ahora las multas en la Aduana son "menos feroces" porque "¿quién dice que la ropa que trae no es para ella misma? Aunque a veces, para salir rápido, si viene muy cargada, afloja algo, tú sabes".

"Yo me compré una Pandora que me costó 72 CUC y me la trajeron con el certifico de autenticidad y todo", dice una clienta y se refiere a una manilla tejida con filigranas de plata a la cual se le van agregando aditamentos de plata o de oro en forma de corazones, conejos, perros, figuras geométricas y flores, según el gusto del consumidor.

"Cada pieza que le puse me costó entre 12 y 25 CUC. Pero después descubrí que aquí mismo, en la tienda de la calle Zapata que la gente dice que es de Victoria's Secret, me podían haber costado la mitad e, igual, son auténticas", agrega.

Las piezas de Pandora que oferta en estos momentos esa tienda son de 30 CUC, aunque el dependiente asegura que se pueden encontrar manillas de hasta 120 CUC.

Uno de los catálogos más populares en la ciudad es el de zapatos de la marca Terra, con sus colecciones de primavera, verano, otoño e invierno.

"A mi gym llevaron de todo, lo mismo para jovencitas que para mujeres como yo, entraditas en edad. Había ofertas de tres pares de alpargatas por 66 CUC, o de tres pares de sandalias por 60 CUC, o un par de botas de piel por 50 CUC. Yo saco mi cuenta y me digo que, aunque es muy caro, para mí siempre vale la pena comprar así, porque a veces uno va a la tienda y lo que encuentra da grima e igual es caro", dice Yamila. "Aunque, de madre, esta gente nos está sacando del lomo el precio del pasaje y hasta el café que se toman cuando van a Panamá o a cualquier otro lugar donde no podemos ir el resto".

"Me acuerdo de que, cuando yo era niña, esto mismo lo hacían los rusos, contrabandeaban ropa y así nos vestíamos un poquito mejor. Es el cuento de nunca acabar", añade.

Esta no es una compra que pueda hacer con frecuencia el cubano promedio, pero la mayoría de los entrevistados agradece de alguna manera tener una opción más para comprarse algo de calidad o poder hacer un "buen regalo" de vez en cuando o "al menos una vez al año".

Nancy reúne para, a fin de año, comprarse "la percha completa". Sin embargo, esta manera de comercializar se circunscribe a barrios donde los vendedores creen que pueda circular más dinero. A lugares como Alamar o Guanabacoa no han llegado los catálogos.

Hebert trabaja en La Habana Vieja y dice que este nuevo tipo de comerciantes va a su negocio. "La primera vez me compré un pullover de la marca mexicana 'Cuidado con el perro' y ese mismo día encargué un par de cosas más. Esa mujer siempre tiene algo y te brinda además el servicio de traerte lo que quieras".

"Hay también algunas tiendas particulares que venden ropa supuestamente hecha en casa y te das cuenta de que la calidad es industrial", dice Hebert. "Pero prefiero no señalarlas porque, si se joden esos negocios, nos jodemos todos, terminamos con la mierda que venden en las tiendas cubanas, o sea, con pullover de rayas, como los chivatones".

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