El antiguo director del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana (CEEC), Omar Everleny Pérez Villanueva, fue destituido de su cargo y, más recientemente, expulsado de dicha institución académica. Antes de su forzada salida del CEEC, el pasado 8 de marzo apareció publicada en Palabra Nueva, revista de la Archidiócesis de La Habana, una entrevista a Everleny en la que se abordan, desde una postura heterodoxa, los principales problemas que aquejan a la economía nacional.
A los medios oficiales la dictadura le prohíbe tratar esos temas. Con sus respuestas al entrevistador, Everleny rompió con el secretismo reinante, algo realmente herético. Debió suponer que por diferir del discurso oficial sería castigado, como ocurrió, con su expulsión del mundo académico oficial.
Al asumir esa valiente postura rupturista, Everleny pasó a formar parte de la larga lista de las víctimas de la intolerancia, los silenciados y marginados.
En estos momentos el régimen lleva a cabo la primera temporada de discusión en diversos sectores de la sociedad de los documentos aprobados en el VII Congreso del Partido Comunista, la Conceptualización del Modelo Económico y el Plan de Desarrollo hasta el año 2030, con el solo propósito de asegurar por medio de la imposición, el miedo y la doble moral, su modelo inamovible de economía centralizada, partido único, sin democracia ni derechos de ningún tipo, sabiendo que los asistentes a dicha farsa, levantarán su manos, como siempre ha ocurrido, para aprobar la permanencia de la dictadura.
Este es el momento adecuado para analizar algunos de los planteamientos de Everleny en la entrevista.
En torno al tema de los altos precios de los productos del agro y la presencia de la satanizada figura del intermediario en las relaciones de compra-venta, Everleny explica que los insumos que compran los campesinos han aumentado de precio, y que además tienen que pagar no menos de 100 pesos diarios a los que emplean en la recogida de sus siembras, y por eso tienen que vender sus productos a altos precios.
Como los campesinos no disponen de tiempo para trasladar directamente sus producciones al mercado, esa función necesariamente la ocupan los intermediarios. Afirma que para lograr que los intermediarios disminuyan su influencia y control de las ventas mayoristas, la solución es la creación de cooperativas no agropecuarias comercializadoras, que ocupen el lugar de las ineficientes y corruptas empresas de Acopio.
Los burócratas del Ministerio de Agricultura saben perfectamente que el intermediario no puede desaparecer porque es la persona que sirve de enlace entre el campesino y el vendedor minorista.
Everleny, con razón, plantea que hay que bajar los altos precios de los artículos de primera necesidad. Esos altos precios se deben a la arbitraria política rentista que hoy aplica el Gobierno como forma de mantener el equilibrio fiscal a costa de los deprimidos bolsillos de los cubanos.
Una muestra de esos precios exageradamente altos la tenemos en la bolsa de leche en polvo de un kilogramo que cuesta 5,80 dólares, en momentos en que el precio de la leche en polvo en el mercado internacional está por debajo de los 2.000 dólares la tonelada.
Tal como plantea Everleny, el Estado puede perfectamente competir con los comerciantes privados, desde el momento en que puede comprar grandes cantidades de alimentos y venderlos a menor precio que en los mercados de oferta y demanda, sin necesidad de toparlos, ya que obligaría a los particulares a vender más barato.
El Estado debería poner fin a la injusta tasa del 260% sobre los precios originales minoristas a los productos que se venden en la red de Tiendas Recuperadora de Divisas (TRD).
Everleny se pregunta por qué el Estado cubano no subsidia a los productores agrícolas, como se hace en EEUU, la Unión Europea, Japón y Australia. De esa manera se evitaría tener que destinar cerca de 2.000 millones de dólares anualmente para la compra de alimentos en el exterior.
Subsidiar a los productores agrícolas se revertiría en el bienestar de millones de cubanos. Si tal medida provoca que los campesinos logren alcanzar un elevado nivel de vida, hay que aceptarlo.
La persistencia en la aplicación de la absurda y antieconómica planificación centralizada, provoca la ineficiencia generalizada y la baja productividad.
Everleny trató de algo que no es de dominio público: la causa de las bajas importaciones que hoy reportan las empresas es que estas no disponen de divisas, porque el Banco Central de Cuba (BCC) no le asigna los certificados de liquidez necesarios para poder hacer compras en el exterior, que no pueden ser en CUC, porque dicha moneda no es convertible.
El Gobierno tendría que concederle personalidad jurídica a los emprendedores privados, los dueños de pequeños restaurantes, hostales, pizzerías y cafeterías, que dan empleo a miles de trabajadores contratados. Asimismo, tendría que autorizar a los pequeños empresarios a importar y exportar. Solo así el país tendrá un real crecimiento próspero y sostenible.
En 2015 se anunció que se había alcanzado un crecimiento del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) y en el presente año se fijó en un 2%. Está claro que no hubo tal crecimiento. Como plantea Everleny, todavía se está a la espera del análisis de la estructura de ese crecimiento del 4%, para saber dónde fue, porque la población no lo sintió, ni en los bolsillos ni en la cocina.
El proceso de las Cooperativas No Agropecuarias (CNA) se ha detenido. De las 498 aprobadas, solo se han constituido 383 CNA. En las que funcionan, continúa sin resolverse la compra de sus insumos en los mercados mayoristas. Las 60 constituidas en el sector de la construcción, confrontan serias dificultades para la adquisición de madera, medios de transportación, andamios, etc.
Los burócratas del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (MINCEX), han puesto impedimentas para evitar que las CNA, que tienen personalidad jurídica, puedan hacer negociaciones directas con inversores extranjeros. Hasta el momento el MINCEX no ha dictado las normas para que puedan exportar e importar, tal como autoriza la ley.
En la Conceptualización del Modelo Económico se reconoce a la pequeña y mediana empresa privada, pero reguladas y como complementos de la propiedad estatal sobre los medios de producción. Quedó claro que la actividad económica está regida por la planificación centralizada. Por tanto, no se puede hablar de la existencia de una economía socialista de mercado en Cuba.