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Educación

Maestros particulares, una solución parcial para las carencias de la enseñanza

'Si todas las familias que pagan clases particulares retiraran a los niños de las escuelas, las aulas estarían medio vacías', dice una madre.

La Habana

"El día que yo tenga que pagar un profesor particular, mi hijo no va más a la escuela", afirma Alejandra. Aunque parece estar muy convencida de lo que dice, sabe que no puede cumplirlo. "Si todas las madres que pagan clases particulares para sus hijos retiraran a los niños de los centros de enseñanza, las aulas del país estarían medio vacías", asegura.

Por otra parte, no llevar a un menor a la escuela es ilegal. La enseñanza primaria es obligatoria en Cuba y si Alejandra cumpliera con su afirmación podría recibir una sanción.

"No importa que no haya maestros o la calidad de las clases deje mucho que desear", dice Yudit, madre de un niño de tercer grado. "Lo tienes que llevar a la escuela de todas formas. Ahora, si quieres que aprenda de verdad, o te quemas tú con él cuando llega a la casa, o pagas un profesor particular".

María, maestra desde hace 30 años, además de darles clases a sus alumnos en el aula, enseña a sus nietos en la casa. "No es lógico que, siendo yo maestra, mis hijas tengan que pagar profesores particulares. Mis dos nietos tienen maestras en su escuela, pero tienes que ver la cantidad de contenidos que están en el programa y mis nietos no han recibido".

Hay madres, como Aimée, que no cuentan con una entrada que les permita pagar profesores. "Te cobran 10 CUC mensuales por hacer las tareas de la escuela con los niños. Si quieres que les impartan algún contenido de los que tendrían que dar en la escuela, pero no dan, entonces es 1 CUC cada clase", explica. Como Aimée no podía pagar ninguna de las dos variantes, se ha convertido en maestra de su hija. "Estoy pasando la primaria de nuevo", bromea.

En muchos casos, la necesidad de profesores particulares surge por el déficit de maestros en todos los niveles de enseñanza. Lo mismo puede ocurrir en primaria que en preuniversitario.

Los hijos de Yarelis, jimaguas que cursan cuarto grado, ya casi acaban el año y ahora es que se ha incorporado una maestra a darles clases. "Todo el curso comiéndose los mocos en el aula y ahora la maestra nueva tiene que corretear y quemar a los muchachos para que aprueben el grado", se queja. "No sé si es peor el remedio o la enfermedad".

Jonathan, estudiante de onceno grado, no ha tenido maestro de Física durante todo el curso. "Mi mamá me pagó un profesor, pero hay amigos míos que no han visto la Física en el año". En la escuela de Jonathan, unos días antes de la prueba se aparece en el aula un profesor de otro grado y les da a los alumnos una "guía", con preguntas y respuestas, para que se aprendan con alfileres el contenido que van a examinar. "Nada más salimos de la prueba y ya no nos acordamos de lo que examinamos", confiesa Jonathan.

La práctica de pagar profesores particulares para que preparen a los estudiantes para las pruebas de ingreso a la enseñanza superior ha sido común durante mucho tiempo, pero que los estudiantes de primaria y secundaria tengan que hacerlo es algo que ha cobrado fuerza solo en los últimos años.

'De todas formas voy a pagar'

Este 4 de abril se entregó a nivel nacional el diploma "Ya sé leer" a los estudiantes de primer grado. "A Estefany le dieron el diploma, como a todos los demás niños", comenta Yeny. "Yo, que soy su madre, tengo que decir la verdad: Estefany todavía no sabe leer. Hay letras que nunca se ha aprendido. Pero la maestra ni se da cuenta. Es que en realidad no es ni una maestra, es auxiliar, pero tuvo que asumir el grupo porque no había profesores en la escuela".

Yeny ha tenido que pagar una maestra para que enseñe a leer a su hija. "Preferiría que existieran escuelas privadas, si de todas formas voy a pagar. Al menos pagaría porque mi hija estudiara en un horario normal, de 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde y ya", apunta.

Anabel, profesora de primaria, también considera que los horarios de los niños están siendo violentados de una manera antipedagógica. "Los muchachos se pasan en la escuela todo el día, hasta las 4:20 de la tarde. Luego, en el horario que debería ser de recreación, van a clases particulares", analiza. "Esos niños no tienen descanso, no hay equilibrio entre estudio y juego".

Hasta los horarios de sueño que tienen que seguir en la escuela los alumnos de primer grado sufren. "En el aula de mi hijo la maestra da clases particulares a algunos niños mientras los demás están durmiendo", cuenta Alejandra. "Hay padres que le pagan para eso, sin pensar que el sueño es imprescindible para los niños de esa edad. A la maestra tampoco le importa, porque se está ganado su dinerito".

Yeny asegura que en la escuela de su hija hay grupos que se pasan todo el día viendo televisión. "Como no hay maestros, les ponen el televisor para que están tranquilos. Yo he llegado algunas veces y se escucha a los muchachos cantando reguetón en las aulas en horario de clases".

Anabel no entiende cómo los directores de los centros de estudio pueden permitir que los estudiantes se dediquen a ver televisión para adultos o bailar reguetón bajo la supervisión de auxiliares pedagógicas. "En mi escuela también pasa, y yo estoy aburrida de decir que hay un montón de actividades pedagógicas que puede hacer una auxiliar para que los niños aprendan nuevos contenidos aunque no tengan maestra", dice. Según ella, no se realizan estas actividades porque "las auxiliares no tienen preparación real para educar, son improvisadas".

Aunque algunas madres aseguran haberse quejado en el Ministerio de Educación por la baja calidad de las clases que reciben sus hijos o la mala preparación de los educadores, nada parece estar cambiando en las escuelas. "No pueden botar a los pocos maestros que tienen", explica Yeny. "Ni exigirles demasiado, porque el salario que les pagan no alcanza para que se quieran quedar en las aulas".

"Es un círculo vicioso", opina Anabel. "A mí ya me agota pensar en lo de los salarios y la preparación. Lo único que me preocupa son los niños, que se quedan solo con dos opciones: o aprenden con profesores particulares y terminan 'quemados' por los horarios violentados, o terminan con sus títulos pero sin conocimientos reales que les permitan ser personas productivas en el futuro".

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