Back to top
Opinión

¿Qué está pasando en 'Granma' y en 'The New York Times'?

No os asombréis de nada, que lo han avisado Jorge Perugorría y Ricardo Alarcón.

Madrid

Lo ha dicho bien clarito Jorge Perugorría en su papel de analista político-aritmético: el embargo está en conteo regresivo. Avanza, pero como el cangrejo y cada vez le quedan menos patas. Huele mal el cangrejo, apesta, tiene tufo a siglo pasado. Perugorría lo dijo en su papel de nariz de Suchel.

"Ahora mismo", declaró, "Cuba y Estados Unidos están más cerca que nunca".

Aclaración: el nunca de un analista de su estatura es del 59 para acá. O como diría un botero: de 59 pallá son otros veinte pesos.

Tan cerca están ambos países, tan de un pájaro las dos alas, que, en su papel de analista de mercado, Perugorría pronostica que el público norteño estaría muy satisfecho de soplarse las películas que se producen en Cuba (incluso las que él dirige).

Y es ahí donde las autoridades culturales cubanas se afilan las garras, porque desde la Fundación Ludwig en La Habana y el Ministerio de Cultura van a prepararles a las audiencias yumas el "paquete contaminado". Algo equivalente,  en materia audiovisual, al café mezclado o el picadillo enriquecido: delicia para el espíritu.

Tiene el embargo un tufo a viejo del carajo, pero la realidad que se vive en la Isla es para Jorge Perugorría "muy inspiradora". Claro que en este punto él habla como director de cine y, mientras pueda sacar peliculita del asunto, que reviente la gente: serán unos reventados fotogénicos.

"Pones la cámara en una calle y sale una película de la riqueza que tienen nuestras vidas y el propio surrealismo que está en las contradicciones que vivimos nosotros los cubanos", declaró el actor y realizador y analista político-aritmético y de mercado y nariz de Suchel.

Es, como puede verse, la dirección de cine entendida por la ley del más mínimo esfuerzo: una cámara, una calle y la película se hace sola. Es también el castrismo de guilletén, disimulado como corriente estética: los Castro como los hermanos André y Breton.

Sin embargo, no es de Jorge Perugorría de quien iba a ocuparme aquí. Ricardo Alarcón, un conocedor tal de lo que es la trabazón aérea que no podría tomarse menos que como indiscutible autoridad en asuntos de superficie, lo ha dicho bien clarito: "The New York Times rompe el bloqueo mediático". Alarcón contestó así a uno de los cinco editoriales que semana tras semana, como capítulos de serie televisiva, nos va endilgando el importante diario estadounidense.

El capítulo de The Walking Dead que tanto le gustó a Alarcón trataba de un canje de prisioneros. Y es en este punto donde quería detenerme, porque he tenido una iluminación comeclaria al juntar, a la ráfaga de editoriales de The New York Times sobre Cuba, la noticia bomba de que el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, Granma, convoca a la primera encuesta en su medio siglo de existencia y asegura interesarse ahora por la opinión de la gente.

Recuperado del susto que me diera tal noticia, me he dado a pensar lo extraño de que mientras el Granma procura adoptar maneras democráticas, The New York Times publique unos editoriales tan granmísticos. Y me pregunto si el canje que tanto entusiasmara al empiyamado Ricardo Alarcón no se habrá producido ya, pero no entre prisioneros sino entre redacciones, y donde antes estaba la de The New York Times resida ahora la redacción de Granma y viceversa.

Porque son estos tiempos de confusión y se da el agravante, además, de que esas dos cabeceras aparecen inscriptas en el mismo idioma. Y así cualquiera podría confundirse, creo.

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.