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Economía

Constructores cuentapropistas: ¿las próximas víctimas?

Incumplido el plan de construcción de viviendas en el sector estatal en 2013, una de las causas ha sido el éxodo de constructores estatales hacia el cuentapropismo.

La Habana

A estas alturas pocos dudarán de que, a un sistema totalitario como el cubano, le es inherente el control centralizado de la economía por parte del Estado; y si sus gobernantes acceden a permitir algunos espacios para la iniciativa privada, lo hacen como una maniobra táctica y no con visos estratégicos.

Lo anterior se demuestra con la represión gubernamental contra determinadas actividades privadas, en especial cuando estas ponen al descubierto la ineficiencia de la burocracia estatal. En 1986, por ejemplo, las autoridades prohibieron la primera versión de los Mercados Libres Campesinos. ¿El motivo? Pues que en estos mercados, donde se comercializaba de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda, se podían adquirir viandas, frutas, vegetales y productos cárnicos inexistentes en las placitas atendidas por el todopoderoso Estado.

Más para acá en el tiempo, los propietarios particulares de cines 3D debieron cerrar sus establecimientos a instancias de las directivas oficialistas. Según el criterio gubernamental, en estos cines se exhibían películas y audiovisuales incompatibles con la política cultural de la nación. Sin embargo, a nadie escapa el hecho de que el oficialista Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) era incapaz de dotar a sus salas cinematográficas de la tecnología empleada por los particulares.

Y por estos días asistimos al vencimiento del plazo establecido para el fin de la venta de ropa importada por parte de los cuentapropistas, quienes ofertan prendas de vestir más atractivas que las comercializadas en las tiendas estatales.

Todos estos elementos nos brindan un anticipo de lo que podría suceder con los albañiles, plomeros y carpinteros encofradores que practican el trabajo por cuenta propia. Durante la más reciente sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular se informó del incumplimiento del plan de construcción de viviendas en el sector estatal en el año 2013. Además de la mala planificación y el desvío de recursos, los diputados plantearon que un factor importante que incidió en el incumplimiento fue la inestabilidad de la fuerza de trabajo en el sector; una inestabilidad ocasionada, en lo fundamental, por el éxodo de los constructores estatales hacia el trabajo por cuenta propia.

Al cuentapropismo, aunque sea difícil

Giraldo es un albañil que abandonó la plantilla de un contingente estatal y solicitó la licencia como trabajador por cuenta propia. Según declara, la causa principal de estos movimientos laborales es la baja remuneración que perciben los constructores estatales como resultado de los absurdos sistemas de pago que se emplean.

Durante el último semestre suyo en el contingente, ni él ni sus compañeros de brigada pudieron cobrar el estímulo salarial, debido a la existencia de un sistema de pago que este albañil nunca pudo entender.

El mecanismo en cuestión consistía en que, además de la terminación de los objetos de obra por parte de la brigada, el estímulo salarial solo sobrevendría si en el contingente resultaba positiva la correlación entre el crecimiento del salario medio y el crecimiento de la productividad del trabajo; es decir, que la segunda creciera más que el primero.

La brigada de Giraldo cumplió sus objetos de obra, pero la mencionada correlación resultó negativa, y con ello se esfumó el estímulo salarial. Giraldo no concibe que un indicador macroeconómico, que no siempre depende de la labor de los obreros —en el caso que comentamos, el salario medio se infló debido al exceso de personal administrativo en la nómina del contingente—, impida que estos sean debidamente recompensados tras tan ardua faena.

Por otra parte, Giraldo menciona otras anomalías que afectan a los constructores estatales, y que llegan a desmotivarlos, como los constantes traslados entre obras —a veces empiezan una nueva sin haber concluido la anterior—, así como las paralizaciones que se producen por la carencia de áridos y otros materiales de construcción.

Al preguntarle a Giraldo cómo le va como cuentapropista, respondió que no todo es color de rosa. Por ejemplo, debe pagar el impuesto todos los meses, tenga o no un encargo constructivo que cumplir. No obstante, mientras las autoridades permitan el trabajo por cuenta propia, él no piensa retornar a las filas de los constructores estatales.

Sin embargo, a la luz de lo informado en la Asamblea Nacional, así como de lo ocurrido a otros trabajadores por cuenta propia, no es de extrañar que los jerarcas políticos estén ideando la manera de detener esa fuga de personal calificado hacia la actividad privada. Y es muy probable  que para ello no acudan a vías que propicien el bienestar de los constructores dentro de las empresas estatales, bien sea con aumentos de salario o mejorándoles las condiciones de trabajo, sino del modo en que esos jerarcas saben hacerlo muy bien: mediante prohibiciones u otras coacciones administrativas.

Entre estas últimas podría figurar el incremento de la carga impositiva para las ocupaciones afines al sector de la construcción, y así desestimular el tránsito de nuevos operarios a las filas del cuentapropismo. Habrá que estar pendiente a lo que ocurra.

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