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Transporte

Tener o no tener un auto

Dan movilidad, pero son un lastre para el bolsillo y la psiquis de los propietarios.

La Habana

En cualquier país la adquisición de un auto, sea nuevo o de uso, suele representar un motivo de satisfacción para el nuevo dueño. En Cuba, si adquirir un vehículo exige superar numerosos obstáculos, mantenerlo funcionando requiera vencer muchos más.

En primer lugar, los autos nuevos solo pueden adquirirse si previamente el Estado otorga el derecho a ello, generalmente a funcionarios de organismos políticos y gubernamentales, oficiales de las fuerzas armadas, algunos profesionales (sobre todo del sector de la salud, tras cumplir misiones en el exterior), artistas (principalmente músicos), algunos intelectuales y deportistas de alto rendimiento con resultados relevantes en eventos internacionales. En todos los casos, es requisito indispensable la fidelidad demostrada a la ideología y la política gubernamentales.

En segundo lugar, el decreto que autoriza la compraventa de vehículos entre nacionales —algo que ya se hacía de forma ilegal—, se refiere únicamente a los que están en uso con varios años de explotación. Estamos hablando de los que durante mucho tiempo han transitado por nuestras deterioradas calles y avenidas: vehículos de los años 40 y 50, los primeros conocidos como "almendrones", mayoritariamente de fabricación norteamericana, algunos alemanes e italianos, y los incorporados del otrora campo socialista, fundamentalmente de la extinta Unión Soviética y Polonia. En los últimos años se han agregado, aunque en reducidas cantidades, vehículos de Japón, Corea del Sur, Alemania, Brasil y, últimamente, China.

El propietario de un vehículo debe enfrentarse a diferentes problemas, siendo uno de los más importantes la adquisición de combustible: deberá pagar por cada litro 1,20 CUC en pesos convertibles, si es gasolina regular, y 1,40 CUC si es especial. Esto representa, en el primer caso, el salario de dos días en moneda nacional (29 CUP), y en el segundo, de más de dos días (33 CUP), sobre la base de un salario medio mensual de 440 CUP.

El siguiente problema se refiere a las grasas y lubricantes, faltantes en los garajes que ofrecen el servicio de fregado y engrase en moneda nacional, debiendo adquirirlos el propietario del auto en CUC, a precios elevados, en los garajes de pesos convertibles, o en CUC o CUP, a menor precio, en el mercado negro.

Sin embargo, estos problemas son nimiedades ante los que suponen tener que enfrentar las reparaciones y la adquisición de piezas de repuesto, neumáticos y baterías. Desaparecidos la mayoría de los talleres de mecánica estatales, y no autorizados aún los particulares, las reparaciones deben resolverse con mecánicos particulares, que pueden trabajar en un local estatal desprovisto de equipamiento (previo acuerdo con el administrador correspondiente), en su casa, en la del propietario del auto o en la calle, utilizando sus herramientas propias y, a veces, hasta las del cliente.

Los precios, como es de suponer, se acuerdan directamente entre el mecánico y el propietario del auto, siendo por lo regular elevados, tanto en CUC como en CUP. Las principales piezas de repuesto, casi siempre faltantes en las tiendas estatales, han de resolverse en el mercado negro. Resulta habitual, en los alrededores de las tiendas estatales, la presencia de ciudadanos equipados con celulares que, ante cualquier solicitud, localizan inmediatamente la pieza o accesorio buscados.

En las tiendas estatales, en dependencia del tipo de vehículo, un neumático puede costar entre 89 y 155 CUC (el salario medio de casi cinco o de ocho meses) y una batería entre 90 y 175 CUC (el salario medio de casi cinco o de nueve meses). En el mercado negro pueden adquirirse a 60-80 CUC los neumáticos y a 90-110 CUC las baterías.

Tal parece, aunque esa no sea la intención, que el Estado, con sus elevados precios de venta a los ciudadanos, estimula la existencia de la ilegalidad, máxime cuando todos estos artículos o la mayoría, provienen del "desvío de recursos" y del hurto en los almacenes y tiendas estatales.

Y mejor no tratar el tema de la chapistería y la pintura, porque estos servicios, más el costo de los materiales (chapa metálica, acetileno, soldadura, pinturas, diluentes, etcétera), alcanzan cifras siderales, del orden de los cientos de CUC.

La decisión sobre tener o no tener un auto en Cuba exige mucha reflexión: si bien resuelve un problema ante la escasez del transporte público y representa libertad de traslado, constituye una carga demasiado pesada para cualquier bolsillo y la psiquis del ¿feliz? propietario.

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