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Opinión

Yo no soy yo

Una reflexión a raíz de la Navidad, de la Cuba que fue y de la que reconstruiremos.

Miami
Decoración navideña en Cuba.
Decoración navideña en Cuba. Diario de Cuba

Algún día escribiré una de esas historias tristes, tremebundas, de las que se narran en cementerios o bebiendo en copas rotas, fieles a esa adicción trágialcólica (así, sin h, para que suene más tremebunda) que nos legaron los Vallejos y Contreras, renovada después por Feliciano y Luis Miguel, hasta llegar a Paquita la del Barrio. Ésa será mi terrible venganza contra el mundo, por su obstinación en mostrarse como él es, y no como yo quiero que sea. ¡Vaya osadía!

Y cuando lo haga, cuando finalmente consuma mi supremo acto de suicidio kitsch, la historia tendrá que desarrollarse en Navidad. Nada personal contra Jesús y su nacimiento, pero si alguna estación me ha resultado esquiva, es la Navidad. En Cuba porque se me negaba en mi propio suelo, y aquí en el exilio porque siempre es incompleta, como esas eternas promesas que nunca llegan a materializarse. Es posible que esté desarrollando una especie de neurosis, pero en esta época del año nunca consigo tenerlas todas conmigo, y no me refiero precisamente a mujeres, bebidas o comidas. Falta la raíz, el sentido de pertenencia, tan necesario para vivir el verdadero sentido de las fiestas. Es muy difícil renovar un espíritu desarraigado.

Tal vez éste sea uno de los mayores daños que nos causó el castrismo, ese eterno deambular en busca de una identidad que no se completa, cargando en las espaldas con nuestras patrias particulares dondequiera que vamos. Aún no descifro la solución para este desencuentro de tiempo y espacio, y lo peor de todo es que cuando se conjuguen todas las variables, algo que estoy seguro finalmente sucederá, por supuesto en Cuba, se cumplirá el cruel acertijo esbozado por mi amigo Pepe el Serio cuando dijo: "yo no soy yo". Cualquier reencuentro con Cuba, ya sea físico o emocional, está marcado por esa impronta, causada por la permanencia de un sistema que trastocó la realidad nacional en todo sentido. Solo por esto, el castrismo califica como el gobierno más antinacional de nuestra historia.

Me lo dijo mi hermano cuando regresó de un viaje a la Isla. "El barrio no existe, Omar, los ladrillos de vidrio compacto que cubrían la vista desde la calle a la escalera de mármol de las Pías (Secundaria Básica José María Heredia) ya no están. La gente se los robó para venderlos o construir baños, los escalones de mármol están rotos, desgastados y también robados, los pasamanos de roble con esas bolas de bronce que tanto te gustaba repasar con tus manos tampoco existen. La esquina de la carnicería donde nos acostábamos en las noches de verano para disipar el calor sobre su piso de granito y soñar con películas y países lejanos, es una imagen fea y burda. Papá murió y nunca pudiste volverlo a ver". El desarraigo tiene rostros concretos.

La destrucción es física, emocional. Ya no somos los mismos de cuando nos fuimos, y nuestro país no es igual. Los edificios derruidos representan mucho más allá que un testimonio de la decadencia social y política que caracteriza la Isla, son un reflejo pseudo poético de la simbiosis inevitable entre el cubano y su suelo, esté donde esté, con todos sus pros y sus contras. Por alguna razón esotérica, desde mis tiempos de roquero rebelde en Cuba, dos características que orgullosamente aún despliego, una de mis canciones favoritas era, y sigue siendo, ese clásico de Neil Diamond llamado "I am I said", y su magistral entrada de: "LA (Miami) está bien pero no es mi hogar, NY (La Habana) es mi hogar pero ya no es mío nunca más".

Todo esto cobra sentido al empujarnos indefectiblemente a la renovación. Al ir desapareciendo gradualmente la Cuba que recordamos, se va imponiendo la idea de reconstruir la Cuba nueva que soñamos, al menos los que luchamos por ella. Como en una especie de autoexorcismo personal, la idea de la reconstrucción se nos va imponiendo por la crudeza de la realidad. La Habana de ahora ya no es la mía, pero para seguir siendo cubano, preciso recordarme constantemente que hay otra ciudad, incluso mejor, que siempre será mía, la que se antoja como una urbe moderna, habitada por hombres libres, cada cual con lo suyo, como se dice en buen cubano.

Claro que estos dilemas no son exclusivos de mi persona, sino de la mayoría de los compatriotas que conozco, aunque hay quienes se empeñen en negarlo públicamente. Afloran entre líneas, o más bien entre dientes, cuando te dicen: "A mí no me interesa Cuba, pero. . . ¿Qué te parece lo que dijo Can-el sobre. . .?" Uno sale de la tierra pero la carga adentro, con su correspondiente toque de sal para precisamente fijar el gusto. Yo no soy yo pero soy una versión new and improved de mí mismo, reconstruido con varias copias de uso. Y a pesar de todo, éste es precisamente el sentido de la vida, siempre avanzar y mejorar contra cualquier obstáculo. Dicen que la Navidad es tiempo de renovación del espíritu, tal vez sea por ello por lo que estas reflexiones afloren en estas fechas, otra suerte de conexión cósmica o en el mejor de los casos, justicia poética.

Cruel negocio este del exilio que aunque en la mayoría de los casos sea para bien, nos transforma, nos transmuta. Pero como no puedo cambiar el mundo aunque "no perdono al tiempo, porque él no me perdonó", esta Navidad haré como todas, seguiré aplazando mi historia hasta el final que aspiro, alzaré mi copa (sin romperla) junto a amigos y familia, el más estricto concepto de lo que es una Patria,  y  "que se ‘chave’ tó, compay, olvidemos tó, compay".

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9 comentarios

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Profile picture for user Amadeus

Debo confesar que todos estos años no he tenido ni en sueños, ningún conflicto de identidad o nostalgia. Ni extraño las palmas reales, las colas, el calor, la vulgaridad, la falta de agua, la guagua con gente sudada; la miseria cotidiana. Altas y bajas tiene todo ser humano en la vida, da igual en La Habana que en Bombay. Cada persona es diferente y por tanto compleja, he tenido la suerte de no añorar los frijoles negros.

Profile picture for user GigaPanda

A llorar a otro lado, nadie nos obligó a apoyar el comunismo. Es así de simple.

Profile picture for user Piotr Lobachevsky

"nuestras patrias particulares" no existen (más allá de nuestras conciencias) y no es un problema de "desencuentro de tiempo y espacio", pues aún "cuando se conjuguen todas las variables, algo que estoy seguro finalmente sucederá, por supuesto en Cuba" el problema no se resolverá tampoco, porque el país que soñamos YA NO EXISTE. La isla son las cenizas de una realidad irrecuperable.

El desarraigo, la nostalgia y la tristeza ya no solo la sufrimos los que estamos en el exilio. Los que quedan en la isla, viven recordando tiempos pasados y extrañando a sus familiares allegados que han tenido que emigrar.
De todos los conocidos y amigos que me quedan en Cuba, no conozco uno solo que tenga a todos sus hijos con ellos, y la soledad sumada a las necesidades hacen sus vidas más difíciles que las nuestras. Ya no existe la Cuba que alguna vez extrañamos.

Profile picture for user Weston

Efectivamente, Omar, lo que padeces es una neurosis de despersonalización. Yo también la padezco. Es característico de los cubanos inteligentes que tuvimos que abandonar nuestro país. Lo peor es que el tiempo pasa, y el precio de la sobrevida es la soledad. Casi todos mis amigos han muertos. En páginas como estas, no encontrarás muchos neuróticos como nosotros. Los “normales”, se adaptan a la sobrevivencia espiritual del exilio y no participan de estos foros. Por aquí vienen muchos más locos que nosotros, resentidos sin remedio que necesitan de una psicoterapia grupal, que insultan a los que piensan distinto y critican las visiones diversas de una vida compleja, casi inexplicable. Mi esposa y yo andamos de viaje y entre el frío y la nieve, que nos resultan tan ajenos, sentí la necesidad de leer algo sobre Cuba. Afortunadamente me encontré tu escrito. Gracias, y trata de interpretar la Navidad, más allá de lo costumbrista. Trata de encontrarle un sentido a la vida. Y déjame saber.

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Papo____ Así que tú te consideras mås inteligente que nosotros porque sufres de nostalgia por la Cuba donde eras un privilegiado . Precisamente los que son inteligentes no están en esa bobería de emigrante fracasado. Estás a tiempo.

Profile picture for user Piotr Lobachevsky

"Es característico de los cubanos inteligentes" (como yo)....No tienes llenadera, mediquito peste a pinga...no pierdes oportunidad de alardear un poco en tu intento de reparar tu desbaratada autoestima.
"En páginas como estas, no encontrarás muchos neuróticos como nosotros"...claro, nuestra sensibilidad es muy superior al "vulgo de exilio histórico"...ese mismo que no tuvo escrúpulos en violarme en un baño del Versalles...

El desarraigo es un precio a pagar de todo exiliado,pero hay que sobrevivir y seguír adelante.Un amigo mío por razones humanitarias visitó la isla después de 20 años y se sintió extranjero.Dice que lo más triste fue que cuando decía que era cubano,le ripostaban: " Si pero no de acá".Al preguntar porque lo notaban pues no andaba con cadenas de oro,ropa que por su origen denotan su residencia extranjera.Los compatriotas le respondieron,hablas bajito pausado, además de emplear palabras diferentes.Tu olor es distinto,das las gracias por todo y los buenos días .En fin pese a la alegría de ver sus seres queridos,se sintió fuera de lugar.Ya era extranjero en su país....

Omar:
Eso es lo que se llama un gorrión de apaga y vamos y a falta de título, pudiera tener este " Discurso de consenso para un Gorrión existencial "
No te pregunto con que ligaste el whisky porque sería parecer demasiado pedante, pero tienes razón del principio al fin así que no tengas pena, en general, todas las culpas del mundo caben en una botella de Jack Daniels' Apple, que se apenen los Castro y la Familia Real de todas formas con ellos o sin ellos ya no podrás vivir de nuevo en Cuba y esa recurrente nostalgia obligada por lo que nunca fue, es el precio que se paga por el exilio.