La Habana: Ofrendas al mar en tiempos de incertidumbre

En Cuba El mar y el Malecón de la Habana son la Meca y el Muro de las lamentaciones, La Meca es esencialmente simbólica significa cruzar, llegar al otro lado donde empiezan las otras tierras, no importa a qué tierra, pero el objetivo principal es el Norte revuelto y brutal, y al Muro de las lamentaciones, acuden los habaneros con su esperanza a cuestas, los que por alguna causa no se pueden ir, los otros que se sientan a deshojar su margarita existencial, a tirar una brujería, a rezar, a tomar el aire, a una manifestación a favor o en contra del gobierno, a ligar turistas de ambos sexos, a prostituirse una hembra o un macho, a llorar por los tiempos idos, a tirar las cenizas de un difunto cremado, a apretarse con una buena hembra, a oír una descarga de guitarras y voces al caer esa tarde única, que precede a la bruja noche de una Habana que se muere a retazos, a empinar una chiringa y a pegar un tarro. Avatares todos de lo que significa ser Cubano y por añadidura habanero.

Es interesante como algunos practican una cierta religiosidad sin conocer esa religión. Como católico practicante he experimentado eso a mi alrededor, lo cual me ha motivado siempre a profundizar, para ser congruente, en las dos fuentes de la Iglesia Católica: La Biblia y el Magisterio
Asi pasa con la santeria en Cuba, donde solo una exigua minoría tiene un conocimiento cabal y profundo de la misma.
Habiendo decidido que el cristianismo en Cuba es muy comprometedor, la mayoria prefiere acogerse a las religiones sincréticas afro-cubanas, muy toleradas por el régimen el que así deja abierta una válvula de escape y de paso se genera un producto floklorico atractivo al turismo, tal como ocurre también con las politicas sexuales "inclusivas" de Mariela la que no es Marielita. Atrás quedan en el olvido las politicas represivas de 60 años y se canalizan las aspiraciones migratorias de muchos. No en balde "Cachita" tiene un bote.

Con el mayor respeto que merecen todas las religiones, pero después nos preguntamos; porqué estamos cada día compitiendo con Haití por el último lugar del continente?