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Opinión

Cuba y el Latin Grammy: ¿triunfo o decadencia?

'La Habana lanza maíz a las gallinas de la diáspora, suplicando inversiones, mientras la prensa oficial escamotea los triunfos de Paquito D'Rivera, Chucho Valdés y Camilo Valencia en los Grammy Latinos.'

Sevilla
Paquito D'Rivera, doblemente premiado en los Latin Grammys 2023.
Paquito D'Rivera, doblemente premiado en los Latin Grammys 2023. Facebook/Latin Grammy

La Habana lanza maíz a las gallinas de la diáspora, suplicando inversiones, mientras la prensa oficial escamotea los triunfos de Paquito D'Rivera, Chucho Valdés y Camilo Valencia en los Grammy Latinos. Nada nuevo bajo el sol. Salvo el momento, aliñado con ese baúl sin fondo de promesas que es la conferencia "La Nación y la Emigración".

Por más que la política informativa del régimen regrese a sus lugares predilectos, los éxitos de los cubanos en el Latin Grammy, celebrado en Sevilla (sur de España), son imposibles de ocultar. Solo hay que analizar los datos de Google Trends: Cuba fue el segundo país del mundo en búsquedas del término "Premios Grammy", el 16 de noviembre, solamente por detrás de España.

Obviamente, ese interés sobrepasa lo estrictamente cubano, porque alrededor del Latin Grammy navegan los hits victroleros del siglo XXI. No será por Valdés o D'Rivera, pero la búsqueda acusa una rebelión digital contra lo que Palacio decide que debe oírse, leerse o verse en Cuba.

Con todo lo bueno, malo o regular que es capaz de parir la libertad, estéticamente hablando, esta es el bien mayor a preservar. ¡Escuchar a Bad Bunny es un derecho! Taparse los oídos, ¡también! Ahí descansa la clave. La antítesis es el totalitarismo estético, una de las patas de la (pobre) mesa cubana.

No, Cuba no arrasó en las premiaciones

Y justamente es la (ausencia de) libertad un elemento importante para entender los resultados de Cuba en el Latin Grammy. No, Cuba no arrasó en las premiaciones. Triunfaron los santos patrones de la música cubana: Omara (93 años), Chucho (82) y Paquito (75), cuyo signo común —además de la edad avanzada— es el mercado en el que fraguan su riqueza (musical y financiera).

Tal realidad no niega el empuje de jóvenes artistas cubanos de gran nivel, que luchan por sacar adelante sus proyectos, dentro y fuera de la Isla. La cantera parece inagotable, ¿pero es suficiente para competir con colombianos, boricuas et al?

¿Acaso ya pasó el carnaval de Cuba? ¿Para siempre? No resulta fácil explicar que una de las tres grandes músicas del Nuevo Mundo, junto a la norteamericana y la brasileña, no tenga categoría con nombre propio en los premios. Tampoco es que sean muy selectivos los apartados actuales, todo sea dicho. Entonces, ¿por qué?

En mi opinión, las categorías del concurso se basan en tendencias con reflejo propio en los mercados naturales y locales, como mínimo. Únicamente así se entiende la espesa presencia de música regional mexicana y de apartados exclusivos para cumbia-vallenato y merengue-bachata, mientras al son (que sí es "la base de todo") ni está ni se le espera con ese nombre.

La ausencia de una industria musical en Cuba, el largo autoaislamiento, el atraso tecnológico y la pérdida de la primacía en el arte de la publicidad y el mercadeo, que vivieron su época dorada en la República, son claves que aportan luz al debate.

Ninguno de los grandes géneros-raíz de la música latina —son, bolero/trova, mambo, chachachá, rumba— dan nombre a categorías en los Grammy. Aunque tampoco es necesaria tanta exhaustividad clasificatoria, simplemente comparo otras realidades de la larga lista de reconocimientos.

Así como la música cubana perdió por incomparecencia cuando el término salsa se impuso al de son, ahora la tendencia es agruparlo todo bajo el paraguas "tropical", en sus vertientes tradicional o contemporánea. Si Cuba fuera un mercado normal, quizás esta decisión no importaría tanto. Sin embargo, en las condiciones actuales, lo cubano no siempre cuenta con las mejores oportunidades en ese gran ajiaco.

Siendo realistas, la Academia Latina de la Grabación solo podría remediar el papel de los géneros cubanos cuando sus cultivadores vuelvan a ser lo suficientemente atractivos (empezando por la existencia de un real mercado nacional). La historia, nuestra gran historia musical, no es suficiente para ganar el presente.

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6 comentarios

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Se que estoy viejo, (65 años) , pero empecé a ser viejo con menos de 30 años, cuando el hip hop empezó y no me gustó . Después el regueton y nunca pude asimilarlo, Lo más triste que hoy considero a Daddy Yankee todo un erudito y un maestro después de oír a Bad Bunnie. Que nos falta por ver. Sólo Dios lo sabrá.

En ese festival de Sevilla lo que triunfó fue la vulgaridad y el mal gusto. Las mujeres fueron más a exhibir sus vestidos que sus carentes dotes artísticas y los hombres a exhibir sus tatuajes y a dar 4 gritos, 4 saltos y tocarse los huevos. ¿A eso le llaman arte?

Triunfo jajajajjaj,sobre todo el de la minusvalida,esclava chivata y firmante Omara una gran HP que solo habla con un fondo musical.

Profile picture for user El Santo

Lo que esa señora canta es lo más parecido a un vómito del lore gallipavo.

La trivialización es algo más que un fenómeno con raíces políticas, porque entonces sería local (cubano) y no abarcaría a todo el planeta, incluyendo el mundo hispano de los Grammy. La monotonía, hasta en los registros vocales, en músicas y letras, cubrió la entrega de la otra noche... No sólo es Cuba, cuya ruina por supuesto que también afecta los circuitos musicales.

Profile picture for user Ana J. Faya

Todo comenzó cuando la isla les cerró las puertas a los músicos y a todo el país. No se podía salir y si se entraba era con permisos. O sea, los artistas y músicos dejaron de tener el fogueo internacional que se requiere. Cuando el Benny triunfó definitivamente en Cuba ya había pasado por las orquestas radicadas en México de Mariano Mercerón y Pérez Prado, cuyas orquestas a su vez habían salido de Cuba a México y viceversa. Para no hablar de la tremenda promoción que era lograr un contrato en EEUU con la RCA u otra disquera. Eso todo desapareció. Y si además se añaden las censuras políticas, y el hecho de que el Estado controla todo el proceso de creación desde sus empresas, pues ahí está el asunto.