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Tecnología

La tecnología geoespacial es empleada en México para encontrar miles de fosas clandestinas

Los científicos utilizan drones, imágenes hiperespectrales, modelos matemáticos, imágenes térmicas, modelos tridimensionales y otras herramientas.

Ciudad de México
Fosa clandestina en el estado de Jalisco, México.
Fosa clandestina en el estado de Jalisco, México. CUARTOSCURO.COM

Los desaparecidos y las fosas clandestinas son dos de los grandes problemas de México, toda vez que, organismos especializados afirman que son más de 114.000 los ciudadanos desaparecidos en el país, muchos de los cuales pudieran estar, sus cadáveres, en dichas fosas comunes. La tecnología brinda importantes herramientas para encontrar las fosas e identificar los cuerpos que yacen en ellas y, en tal sentido, un grupo de científicos del Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo) desarrollan técnicas avanzadas de análisis de datos, informó la revista especializada Wired en un reportaje al respecto.

Según Red Lupa, el 88% de los 114.000 casos de desapariciones ocurrieron entre el año 2000 y mayo de 2024. Con 10.315, 2023 es el año en el que se han registrado más. Esto representa un promedio de 29 personas al día. Jalisco, Tamaulipas, Ciudad de México, Veracruz y Nuevo León son los territorios con más incidencias.

Encontrar enterramientos requiere un arduo trabajo. Toda la información y recursos disponibles deben ser optimizados. Por eso, los científicos han evaluado el uso de herramientas de percepción remota y han sistematizado la información de hallazgos previos. Buscan descubrir patrones en el comportamiento de los perpetradores y, con ello, encontrar entierros.

"Nunca pensé que tendría que trabajar en esto, pero si de algo sirve este conocimiento, ahora es cuando hay que mostrarlo", dijo José Luis Silván, geógrafo del CentroGeo, quien investiga el potencial de drones e imágenes hiperespectrales para detectar fosas clandestinas.

Desde su campo de estudio, la percepción remota, Silván emplea imágenes captadas con satélites, drones o avionetas, de las cuales extrae información geoespacial usando conocimientos de física de la luz, matemáticas y programación. Las imágenes multiespectrales e hiperespectrales capturan información del subsuelo utilizando sensores que registran longitudes de onda de luz imperceptibles al ojo humano, lo que las hace útiles para hacer búsquedas.

Entre las técnicas empleadas por el CentroGeo figuran, además, la teledetección para localizar entierros, así como el uso de un espectrorradiómetro, para encontrar sustancias usadas para ocultar crímenes, como la sosa cáustica u otros químicos. Asimismo, han desarrollado "el entrenamiento de modelos matemáticos con las coordenadas de hallazgos previos y las características de los sitios preferidos por los criminales, algo que llaman espacios clandestinos y que definen como aquellos de rápido acceso para los perpetradores y de poca visibilidad para la población".

Además, emplean las señales que los cuerpos en descomposición dejan sobre la vegetación. Al descomponerse un cadáver, libera nutrientes al suelo, en particular, incrementa su concentración de nitrógeno. Sin embargo, Silván indicó que, "para interpretar la señal de nitrógeno, deben considerar que la señal del gas también puede variar por el uso de fertilizantes o por las lluvias que arrastran nutrientes. La presencia de nitrógeno, entonces, no es una prueba definitiva de la existencia de zanjas, pero proporciona indicios que justifican poner atención en ciertas regiones".

El uso de modelos geoespaciales ha permitido explicar la distribución de fosas en diez estados, toda vez que los especialistas "encontraron que el tiempo de viaje que tomaría a un infractor llegar desde las calles urbanas hasta la fosa es el que más influyen en la ubicación de tumbas". Igualmente, detalló Silván, recaban "imágenes térmicas y modelos tridimensionales para aportar información".

El geógrafo mexicano señaló que "la investigación avanza mientras las formas y cifras de desaparición se multiplican". Dijo que, para avanzar de forma más expedita, "otros países instalan radares de penetración terrestre en drones o proyectan el uso de narices electrónicas como indicadoras de metano, elemento que los cadáveres liberan en cierta fase de descomposición".

Los científicos vinculados a este proyecto, que pone la tecnología en función de uno de los grandes flagelos de México, publicarán en las próximas semanas el libro Interpretar la naturaleza para encontrarlos, que recoge las experiencias desplegadas en tal sentido a nivel nacional, así como "la ciencia ciudadana que hacen las madres buscadoras".

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