Luiz Inácio Lula da Silva está viviendo una escena que tal vez nunca pensó fuese a ocurrir. Recibió una sarta de descalificaciones de quien fue aliado suyo, el mandatario de Nicaragua, Daniel Ortega. Las fotos de ambos, mostrando cercanía, han quedado atrás; pero el tres veces presidente de Brasil ha sido cuidadoso, como también con Venezuela, de calificar como dictadura al régimen de Managua.
Aunque la prensa brasileña, para referirse al impasse diplomático que está en desarrollo entre ambos países habla abiertamente de Daniel Ortega como dictador, el septuagenario mandatario y referente de la izquierda latinoamericana sigue usando un lenguaje cauteloso. La noche del pasado 26 de agosto, Lula da Silva escogió una reunión con líderes parlamentarios en Brasilia para referirse al rol de su país en la relación con Nicaragua y Venezuela.
"Si querés que te respete, respétame, Lula. Si querés que te respete el pueblo bolivariano, respetá la victoria del presidente Nicolás Maduro y no estés ahí, de arrastrado", expresó Ortega en su intervención este lunes en una cumbre presidencial de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), una instancia creada por Hugo Chávez y en la cual entre otros países participan Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas.
La política del fundador de los Partidos de los Trabajadores (PT) y tres veces presidente de Brasil sigue evitando referirse a Cuba, cuando habla de los desvaríos de Ortega o del venezolano Nicolás Maduro. Resultó llamativo que Daniel Ortega haya usado este espacio multilateral de la izquierda en el poder para atacar a Lula da Silva, y también al presidente colombiano Gustavo Petro, por las gestiones de ambos en la crisis de Venezuela, tras la ausencia de datos oficiales de las elecciones y la rápida proclamación de Maduro, mientras la oposición denuncia fraude.
Sin calificar la decisión de Managua, Lula da Silva comentó a los congresistas la decisión exagerada del régimen de Ortega y de su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, de expulsar al embajador de Brasil en el país centroamericano por su ausencia en los actos oficiales con motivo del aniversario de la Revolución Sandinista el 19 de julio.
El presidente brasileño hizo una comparación y dijo que sería lo mismo que Brasil expulsara a los embajadores que no asistieron a las celebraciones del 7 de septiembre, en Brasilia, cuando el país sudamericano celebra su día nacional.
Lula afirmó que no asistir a un evento no es motivo de represalias. Nicaragua anunció a principios de agosto la expulsión del entonces embajador de Brasil en el país, Breno Dias da Costa, luego de que no asistiera al 45 aniversario del fin de la dictadura de Anastasio Somoza en el país centroamericano, el 19 de julio de 1979.
El Gobierno de Brasil respondió poco después de anunciarse la expulsión de su embajador, con una medida similar. La exembajadora de Nicaragua en Brasil, Fulvia Patricia Castro Matus, terminó siendo nombrada ministra según anunció Rosario Murillo, para realzar su lealdad al régimen.
Lula da Silva, por otra parte, aprovechó el espacio con los líderes parlamentarios, con los que estaba discutiendo un conjunto de temas en los cuales su Gobierno necesita de apoyo legislativo, para dar detalles de su propuesta de que se repitan las elecciones presidenciales en Venezuela como una manera de destrabar la crisis. La propuesta del presidente brasileño ha sido públicamente rechazada tanto por Maduro como por la líder opositora María Corina Machado.
"Pobre Petro, lo veo como compitiendo con Lula en ver quién va a ser el líder que va a representar a los yankees en América Latina. El pobre Petro no tiene la fuerza que tiene Brasil. El gigante de América Latina. Pero con ese Gobierno que tiene, de Lula, no es gigante, bueno, es Goliat queriendo arrasar con David", sostuvo Ortega en esta cumbre, donde tanto él como los otros jefes de Estado participaban de forma telemática. Ningún otro gobernante se hizo eco de estos comentarios.
Una fuente diplomática en Brasilia confirmó a DIARIO DE CUBA que Lula da Silva ha perdido toda esperanza con Ortega, quien se niega a atenderle el teléfono, un recurso que intentó usar el septuagenario líder de izquierdas, antes de esta crisis diplomática.
Lula da Silva está en medio de una tensión cruzada, ya que depende del respaldo de fuerzas de centro o conservadoras en el Congreso, que le piden desmarcarse de los autoritarismos de la región, con signo progresista. Mientras tanto, su partido —el histórico PT— tiene posiciones más radicales hacia la izquierda y avala la reelección de Maduro sin que haya actas públicas ni resultados desagregados, como piden otras instancias partidistas de la región, como es el caso del Partido Comunista de Chile.
"El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, dio por rotas las relaciones con Brasil, y tildó a su homólogo brasileño, Lula da Silva, de 'arrastrado' y de querer ser el 'representante de los yanquis' en América Latina. Me pregunto cómo hemos, como región, en pleno siglo XXI, permitido que personajes nefastos como Ortega y Murillo hayan podido construir dictaduras asesinas a la vista de todos y con absoluta impunidad", comentó a DIARIO DE CUBA el estudioso sobre democracia, Daniel Zovatto, exdirector del instituto IDEA para América Latina.
Lula da Silva, entretanto, discrepa con la línea del PT, critica al régimen de Nicolás Maduro al sostener que es "muy desagradable", pero no ha sostenido en público que lo de Maduro sea una "dictadura".
"Nuestro Gobierno en este momento reconoce al Gobierno de Maduro por la elección de 2018. A partir del 10 de enero de 2025, cuando tenga lugar la toma de posesión, según lo que ocurra entonces, podríamos no considerarlo legítimo", adelantó a DIARIO DE CUBA una fuente de la Cancillería de Brasil.
Por su parte, el presidente colombiano Gustavo Petro sí ofreció una respuesta frontal a Ortega este martes. Reiteró que Brasil y Colombia buscan "una solución negociada pacífica y democrática en Venezuela" y ripostó a Daniel Ortega: "al menos no arrastro los derechos humanos del pueblo de mi país".
¿Qué, se van a besar en la boca? ¡Ay, que románticos tortolitos!
Fascismo bananero es mucho mejor.
Lula Lalona es continuidad.
La Flor de Caña está acabando con el Indio Ortega, los españoles conquistaron al pueblo Mapuche con regalos de carretas de Vino, gracias a Dios, al ron y el Wiskey están acabando con él.