El jesuita venezolano Arturo Sosa es el primer no europeo en ser general de la Compañía de Jesús, un cargo que en otros momentos se le denominó como "Papa negro", por su poder dentro de Roma y su vestimenta negra en contraposición con el Papa oficial. Para Sosa la concepción de poder de Hugo Chávez se vio reforzada por Fidel Castro con la idea de un poder absoluto.
Poco dado a discutir de Venezuela, de cuyo sistema político fue un prolífico analista en las dos décadas previas a la llega al poder de Chávez, Sosa finalmente ha hablado de forma tajante para cuestionar al "régimen dictatorial" que encabeza Nicolás Maduro. Es la primera vez desde que se instaló en Roma, en 2016, que Sosa aborda de forma tan tajante la crisis de su país, Venezuela.
En una extensa entrevista con La Nación de Buenos Aires, a propósito de un libro titulado En camino con Ignacio, hecho en conversación con el periodista español, Darío Menor, Sosa reflexiona públicamente sobre el devenir venezolano. Confiesa que llora de dolor por lo que se vive en Venezuela y no visualiza otra salida que una negociación con veeduría y acompañamiento internacional.
Al ser interrogado sobre la naturaleza actual del chavismo en el poder, Sosa sostiene que "por supuesto, el régimen es un régimen dictatorial y Maduro es la cabeza de ese régimen dictatorial".
"El problema es que el caso de Venezuela, es el sistema. El sistema es más fuerte que la persona, yo no me meto en otros lados, pero en Venezuela es esa la gran diferencia entre Chávez y Maduro. Chávez tenía una concepción de poder que se le reforzó con la relación con Fidel Castro. Era la idea de un poder absoluto y armó un sistema", explica Sosa, quien tiene un doctorado en Ciencias Políticas y es politólogo y filósofo de profesión.
Como director del Centro Gumilla y de la revista SIC, órgano oficioso de la Iglesia Católica venezolana, entre 1979 y 1999, Sosa se destacó como un agudo y duro analista del deterioro democrático venezolano, que justamente permitió la llegada al poder de un outsider como Chávez, tras intentos fallidos de los actores tradicionales por reformar al sistema democrático.
Chávez en diversos momentos agradeció en público a Sosa por la solidaridad que mostraron los jesuitas tras el intento de golpe de Estado que encabezó el entonces comandante en 1992. Sosa tuvo un trato personal con un Chávez que temía ser asesinado en prisión.
"Lloro, lloro. Más de dolor que de rabia. Es muy duro todo lo que ha ocurrido. Nunca imaginé que se pudiera destruir tanto", confiesa Sosa en la entrevista.
Apelando a su arsenal de analista político, cuestiona a la oposición venezolana por haber desaprovechado el caudal electoral que se manifestó en las elecciones parlamentarias de 2015. A su juicio, se desperdiciaron luego dos oportunidades en las que se pudo haber hecho otra cosa, políticamente más eficaz, aunque no se ganaran las elecciones en términos de mayoría absoluta.
"Uno no va a las elecciones solamente cuando gana, uno va a las elecciones porque es un espacio en el cual hay la posibilidad, entre otras cosas, de conectarse con la población, de hacer propuestas, de poner claro cuáles son las fuerzas que están en juego, y ahí se perdieron esas oportunidades", sostiene el "Papa negro".
La coincidencia de que dos latinoamericanos, unidos por la filiación a la Compañía de Jesús, como son Sosa y el papa Francisco I (primer latinoamericano y primer jesuita en ser Papa), ha dado para diversas especulaciones.
Fuentes eclesiales consultadas por DIARIO DE CUBA confirman que el papa Francisco sigue al detalle la situación de Venezuela a través de Sosa, con quien se reúne en privado al menos una vez por semana en Roma.
Aunque el propio Sosa recalca que se "se han perdido también oportunidades de negociación", deja en claro que a su juicio esa será la vía inevitable en Venezuela.
"Espero y deseo que pueda evolucionar a una negociación. Creo que precisamente por las condiciones tan adversas, si uno no arranca el análisis de Venezuela y de América Latina por la tragedia humana de la gente, especialmente de los pobres, no puede de verdad proponer nada de largo plazo. Si se propone únicamente como una lucha por el poder o por ganar elecciones, no se arregla. El problema es cómo se soluciona el tema humano", asevera Sosa.
"Arrancando de ahí y viendo la carencia de medios económicos y políticos que hay en este momento, no nos queda más remedio que entendernos, que buscar juntos una vía", reafirma Sosa sobre la necesidad que existe en Venezuela de negociar.
A tono con lo que expresó recientemente el Papa Francisco, quien se manifestó en contra de una "intervención de afuera" en Venezuela, el general de los jesuitas lo reitera: "Todavía hay alguna gente que no sé de dónde saca la ilusión de que es posible una invasión (de EEUU). Eso es imposible e indeseable. Eso no sería una solución, sería cambiar de problema".
"La negociación se va a hacer con apoyo internacional, como unas elecciones que sean creíbles tienen que ser con transparencia internacional. Creo que el Papa primero por una parte descarta un tema de invasión para sanar y que sean otros que solucionen el problema. Los otros tienen que acompañar la solución del problema, pero tiene que ser un problema que resuelven los venezolanos", ratifica la posición de Roma en torno a las salidas a la crisis en Venezuela.
Para Sosa, el abordaje por parte de la comunidad internacional de un acompañamiento para encontrar salidas a la crisis venezolana tiene urgencia por el impacto que esta puede tener en otros países de la región, en particular en la Colombia convulsionada de estos días.
"Los problemas de Venezuela no son aislados en América Latina y especialmente muy vinculados con el tema colombiano. O sea los tropezones del proceso de paz en Colombia tienen una repercusión directa en Venezuela. Y viceversa: la solución de los problemas de Venezuela ayudarán a la paz de Colombia, sin duda", remata Sosa.