"El 80% de los sacerdotes del Vaticano son homosexuales". Así de tajante y seguro se muestra el escritor francés Frédéric Martel, quien publicará en los próximos días su nuevo libro, Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano, una auténtica bomba mediática que promete remover los cimientos de la Iglesia, asegura El Confidencial.
La fecha escogida para el lanzamiento internacional del libro está programada para el 21 de febrero. La decisión de escoger este día no es fruto de la casualidad o del azar: el papa Francisco ha convocado entre el 21 y 24 de febrero a los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo en una cumbre sin precedentes para atajar los casos de abusos sexuales en el seno de la Iglesia.
Además, el pontífice ha solicitado a los máximos responsables de las conferencias episcopales que visiten personalmente a las víctimas de abusos sexuales como paso previo a la preparación del encuentro, con el objetivo, según sus propias palabras, de "conocer de primera mano el sufrimiendo que han padecido".
Más allá del morbo, la publicación de las más de 500 páginas de Sodoma prometen causar un terremoto mediático que dará a luz a un nuevo tiempo en la Iglesia, encabezada por el mismo papa Francisco, quien en sus casi seis años de ordenación se ha caracterizado por ser mucho menos beligerante con la comunidad gay que sus predecesores.
Este libro no trata de la Iglesia, sino de un tipo muy especial de comunidad gay que es mayoría en el colegio cardenalicio vaticano "¿Secretos a voces? ¿Rumores? ¿Bulos? Yo soy como Santo Tomás: necesito ver para creer", escribe Martel en el prólogo del libro. "Por eso, he tenido que realizar muchas indagaciones y vivir inmerso en la Iglesia. Estuve en Roma una semana de cada mes, incluso me alojé con regularidad dentro del Vaticano gracias a la hospitalidad de altos prelados que, a veces, se presentaban como 'de la Parroquia'. Además hice viajes por el mundo, fui a más de treinta países, conocí a los cleros de Latinoamérica, Estados Unidos y Oriente Medio para reunir más de un millar de testimonios. Pasé más unas 150 noches del año lejos de mi casa, lejos de París".
Como explica el autor, se trata de una gran investigación de campo de más de cuatro años de duración con entrevistas a cerca de 1.500 personas del entorno papal y de 30 países. De ellas, 41 eran cardenales, 52 obispos y monseñores, 45 nuncios apostólicos y más de 200 sacerdotes y seminaristas. A estas fuentes de primera mano y sobre el terreno hay que añadir una vasta bibliografía con más de un millar de referencias, libros y artículos.
"Ser parte de la parroquia". Estas cinco palabras, que podrían pasar por ser simplemente un mensaje de ánimo o apoyo a la comunidad, eran usadas para transmitir un mensaje en clave que viene a declarar abiertamente la homosexualidad de puertas para adentro.
"Un libro como este difícilmente podría haberse publicado hace veinte años, ni siquiera hace diez. Los caminos del Señor han permanecido durante mucho tiempo inescrutables", afirma, con cierta ironía, el autor. "Hoy lo son menos, debido a la dimisión de Benedicto XVI y la voluntad reformista del papa Francisco; han ayudado a liberar la palabra. Las redes sociales, la audacia creciente de la prensa, la infinidad de escándalos eclesiásticos "de comportamiento" han hecho posible, y necesario, revelar hoy este secreto. Este libro no trata de la Iglesia, sino de un tipo muy especial de comunidad gay que es mayoría en el colegio cardenalicio vaticano".
Con estas palabras Martel se atreve a asegurar que no se trata de un grupo reducido o una minoría, sino un sistema totalmente integrado dentro de la realidad eclesiástica, que involucra a todos los países, poniendo especial énfasis en España y Colombia. De hecho, uno de los principales señalados es el fallecido cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, expresidente del Consejo Pontificio para la Familia.
Para Martel, la dinámica de doble discurso (retórica anti-LGTB y vida privada plagada de relaciones homosexuales) se da más claramente en el sector ultraconservador que se opone al actual Papa. La homosexualidad se traduce a menudo en la elección del celibato y la castidad y, con más frecuencia, en una homofobia interiorizada.
De hecho, el libro arranca con una conversación telefónica entre Bergoglio y Francesco Lepore, un antiguo sacerdote que vivió durante mucho tiempo en el Vaticano, y que se puso en contacto con el Pontífice para "confesarle su historia como sacerdote homosexual". El Papa Francisco, además, siempre ha incitado a abanadonar la hipocresía que manifiestan muchos representantes eclesiásticos.
"No hace falta decir que sabe muy bien a quiénes se dirige sin nombrarlos: cardenales, maestros de ceremonias papales, antiguos secretarios de Estado, sustitutos, minutantes y camarlengos", asegura Martel.
En uno de los fragmentos del libro, Martel se plantea de dónde viene esa homofobia reinante entre los representantes de la Iglesia Católica. Para ello, se remite a un filósofo francés, Jacques Maritain, el principal exponente del humanismo cristiano, al cual atribuye una relación homosexual con Ernest Psichari, un compañero suyo del liceo Henri IV de París en 1899, cuando ambos eran adolescentes.
Su idilio amoroso no prosperó, aunque ambos se escribían cartas muy pasionales en las que su amor saltaba a la vista, pero fue reprimido por las costumbres y la moralidad hegemónica de la época, más centrada en Dios y las guerras que en la liberación sexual.
"La homosexualidad sublimada, cuando no reprimida, se traduce a menudo en la elección del celibato y la castidad y, con más frecuencia todavía, en una homofobia interiorizada", relata Martel. "La mayoría de los papas, cardenales y obispos que hoy tienen más de 60 años se formaron en esta atmósfera y este modo de pensar del 'código Maritain'. Si el Vaticano es una teocracia, también es una gerontocracia. No se puede entender la Iglesia de Pablo VI a Benedicto XVI, ni siquiera la de Francisco, ni a sus cardenales, sus costumbres e intrigas, si partimos de los modos de vida gay de nuestros días".
"Para apreciar su complejidad debemos remontarnos a las raíces antiguas, aunque nos parezcan de otro tiempo", opina el escritor. "Un tiempo en que no se era homosexual, sino 'homófilo', en que se diferencia la identidad homosexual de las prácticas que podía generar, un tiempo en que la bisexualidad era frecuente, un mundo secreto en que los matrimonios de conveniencia eran la regla y las parejas gay la excepción. Una época en que los jóvenes homosexuales de Sodoma asumían con alivio la continencia y el celibato homosexual del sacerdote".
De ahí que, según el "código Maritain", la homosexualidad evolucionara hacia "homofilia", es decir, todo quedaba relegado al oscuro mundo de los deseos carnales privados, no de la práctica o de la acción.
"En el caso de los cardenales más viejos, este secreto hay que buscarlo en el pasado: su juventud tormentosa y sus años de licenciatura previos a la liberación gay explican su doble vida y homofobia trasnochada. No soy el primero que habla de esto. Son muchos los periodistas que han desvelado escándalos y 'affaires' de la curia romana. Pero este no era mi propósito. A diferencia de los vaticanistas, que denuncian 'vicios' individuales pero de este modo ocultan el 'sistema', no hay que fijarse en los asuntos turbios sino en la doble vida, bien trivial, de la mayoría de los dignatarios eclesiásticos. No en las excepciones, sino en el sistema y el modelo, 'the pattern' ("el patrón"), como dicen los sociólogos estadounidenses".
Otra de las mayores equivocaciones es asociar la homosexualidad de la Iglesia con los escándalos de pedofilia que han sacudido el Vaticano. "Hay que ser muy cuidadosos y precisos: primero, la homosexualidad no tiene una conexión directa con la pedofilia", declara Martel en una entrevista a Clarín.
"Los abusos sexuales se dan principalmente en familias heterosexuales y colegios. Pero también es cierto que el 80% de los abusos son con chicos u hombres, no con mujeres". Una cifra similar a la que aporta el diario Boston Globe en la película Spotlight.
"Y los números son inmensos: más de 6.000 sacerdotes acusados en Estados Unidos, 2.000 en Australia, 1.700 en Alemania, 800 en Holanda o 500 en Bélgica. Es un patrón, no una cuestión de 'ovejas negras'", termina Martel.