Estados Unidos e Israel abandonaron oficialmente la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) este 31 de diciembre, culminando un proceso que comenzó hace más de un año tras acusar a la organización de fomentar el sesgo antiisraelí, reporta EFE.
La retirada es un mero procedimiento pero supone un nuevo revés para la UNESCO, en cuya fundación participó Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial para fomentar la paz.
El Gobierno del presidente Donald Trump presentó su aviso de retirada en octubre de 2017 y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, siguió su ejemplo.
Los detractores califican el organismo con sede en París de crisol para la tendencia antiisraelí, por condenar la ocupación israelí de Jerusalén Este, nombrar antiguos sitios judíos como lugares de patrimonio palestino y por conceder la plena membresía a los palestinos en 2011.
Estados Unidos ha exigido una "reforma fundamental" de la agencia, conocida por su programa de Patrimonio de la Humanidad, que protege lugares de interés cultural y tradiciones. La UNESCO también trabaja para mejorar la educación de las niñas, promover la comprensión de los horrores del Holocausto y defender la libertad de prensa.
La marcha de Washington e Israel no tendrá un gran impacto financiero para la UNESCO, que sufre un descenso en su presupuesto desde 2011, cuando tanto Israel como Estados Unidos dejaron de pagar sus cuotas tras la entrada de Palestina como estado miembro.
Desde entonces, se calcula que Washington —que aportaba alrededor del 22% del presupuesto total— acumula unos 600 millones de dólares en cuotas impagadas, uno de los motivos que llevó a Trump a sacar al país de la agencia. Israel debe alrededor de diez millones de dólares.
Estados Unidos ya abandonó la UNESCO en el pasado. El Gobierno de Ronald Reagan lo hizo en 1984 porque consideraba que la entidad estaban mal gestionada, era corrupta y se empleaba para promover intereses soviéticos. Washington se reincorporó en 2003.