El "narcoturismo" parece haber despegado en Medellín, Colombia, a donde turistas se desplazan cada vez con mayor frecuencia a hacer una ruta relacionada con el narcotraficante Pablo Escobar (1949-1993).
"Los visitantes recorren las calles donde se movió 'El Patrón', las viviendas en las que se escondió o hasta la tumba donde reposan sus restos", detalla el diario El Confidencial.
Alrededor de los restos de Escobar en los Jardines Montesacro de Itagüí, según cuenta un guía turístico, se congregan a diario varios grupos de visitantes, en su mayoría mexicanos y estadounidenses.
Las películas sobre él y, sobre todo, la serie Narcos de Netflix han catapultado esta curiosidad.
Federico Arrollable, de 68 años "cuidador" oficial del panteón donde descansan los restos de Escobar y algunos de sus familiares, dice que diariamente pasan entre 60 y 100 personas por allí.
"Pablo me conoció porque vendía agua y helados. Llevo aquí desde hace 26 años y me pagan por retirar los ramos feos y limpiarla", explica el hombre que no es empleado del camposanto, sino asalariado de la familia del narco.
Según cuenta Arrollable, en ocasiones, los visitantes homenajean a Escobar "fumándose un 'baretico' de hierba o incluso esnifando algo de cocaína. Muchos de los que le rinden tributo son sicarios que buscan protección de su alma".
Además de la tumba, otros lugares frecuentes en esta ruta de "narcoturismo" son "el edificio Dallas, la vivienda de Los Olivos en cuyo tejado cayó abatido o el Edificio Mónaco, residencia por varios años de Escobar y su familia".
Esta "narcorruta" incluye La Catedral, la prisión que se construyó Escobar en Envigado (un municipio próximo a Medellín) y ahora transformada en centro para mayores; buscar las ruinas de una de sus propiedades en El Peñol; o visitar la Hacienda Nápoles, "mansión de 2.995 hectáreas que aún mantiene especies del zoo personal (como Vanessa, famoso hipopótamo importado de África, o las camadas de felinos, suricatos o cebras), parte de su colección de coches y una exhibición con la historia del cártel".
Medellín (de 2,5 millones de habitantes) recibió en 2016 más de 700.000 visitantes, lo que representó un aumento del 15% con respecto a 2015: un porcentaje que, según la Organización Mundial del Turismo, triplica la media internacional.
Las autoridades locales han mostrado indignación por estas narcorrutas.
"La historia la están contando quienes sacan provecho económico de los ‘narcotours’ y en eso nos hemos equivocado como ciudad. Hay unos temas que son símbolos para quienes vienen a ver qué fue lo que pasó con Pablo Escobar y convierten los escenarios en espacios de tributo a estas personas que hicieron tanto mal. El tributo debe ser a las víctimas", dijo Federico Gutiérrez, alcalde de la ciudad, el pasado mayo, según recoge Elcolombiano.com.
De acuerdo con El Confidencial, "que se ensalce a la persona que causó miles de heridos y se cobró la vida de, al menos, 402 civiles y 550 agentes de seguridad, ha agitado a la municipalidad. Desde la alcaldía se habla de 'ofensa a las víctimas' y en la Casa de la Memoria, que recuerda la historia reciente de Medellín, un letrero advierte de que 'para nadie, el nombre de Pablo Escobar es indiferente'".
Las opiniones entre los locales son encontradas.
"Me da rabia, no me gusta, que vengan visitantes a resucitar la cultura narco, muy arraigada en los barrios populares. Es un insulto a la sociedad colombiana", dice Santiago Torres, estudiante de empresariales de 26 años, "que vivió de cerca las consecuencias de Escobar: a su abuelo lo secuestraron 'por plata' antes de zanjar".
"Pues a mucha gente le gustaba porque no tenían nada y les puso casa. No sé si lo hacía por imagen, pero fue único. Ahora hay otros narcos, pero no son tan generosos", opina por su parte Robinson Osa, taxista de 29 años.
Juan Guillermo Carmona, taxista de Medellín de 58 años, cree que "Pablo sigue siendo un icono. Porque la cultura narco continúa muy fuerte".
"Mucha gente sabe que Pablo hizo mucho daño, pero también que los ayudó. Por eso lo adoran", agrega.
"Era un malo que hacía cosas buenas", dice el dueño (49 años) de la tienda más completa que hay en su honor.
Pablo Escobar fue elegido por la revista Forbes entre los más ricos del mundo durante siete años consecutivos a finales de la década de los 80, con una fortuna valorada en más de 3.000 millones de dólares.