Sobre los fondos del museo habanero gravita el asunto del expolio de obras pertenecientes a particulares, tema sensible que deberá enfrentarse y solucionarse en Cuba.
La Princesa Napoleón asiste a la reapertura, y Raúl Castro regala al Museo un reloj de oro perteneciente al emperador francés. La antigua colección del barón y empresario Julio Lobo, confiscada tras la revolución, vuelve a abrirse al público.