El preso político cubano Ernesto Borges Pérez, quien se encontraba en régimen de mínima severidad desde el pasado año en la prisión habanera del Combinado del Este, perdió este "beneficio" penitenciario al aplicarle los carceleros una "medida disciplinaria" por supuestamente realizar más llamadas telefónicas de las establecidas, confirmó a DIARIO DE CUBA su padre, Raúl Borges.
"En la celda donde él se encuentra había un recluso sospechoso de Covid-19 y, ante su temor de contagiarse, nos llamó más de una vez para informárnoslo. Consideramos que los carceleros estaban esperando el más mínimo error para quitarle los beneficios que hace rato le corresponden", añadió el padre de Ernesto Borges.
El preso político tiene varios padecimientos de salud, como cataratas y una hernia inguinal, adquiridos en prisión durante sus largas estancias en celdas oscuras, tapiadas y sin ventilación.
Este exagente de la contrainteligencia cubana fue condenado en 1998 a 30 años de cárcel por un tribunal militar por el delito de "tentativa de espionaje", ya que tenía la intención de entregarle a diplomáticos estadounidenses los planes del Gobierno cubano de introducir 26 espías en varios países occidentales.
Aunque en 2012 el fallecido cardenal Jaime Ortega intercedió para pedir la liberación de Borges, uno de los presos políticos más antiguos que hay en Cuba, Raúl Castro se negó a ponerlo en libertad con el argumento de que los militares "son un asunto de él".
En octubre de 2020, Borges recibió su primer pase carcelario después de 22 años de encierro en cárceles de máxima seguridad, pero en ese momento apenas dio declaraciones públicas.
Según las leyes militares cubanas, un recluso primario tiene derecho a cumplir solo un tercio de su sanción, pero aunque la familia de Ernesto Borges ha solicitado a las autoridades en varias ocasiones su excarcelación definitiva por razones humanitarias, nunca le ha sido concedida.