Mientras el cáncer de lengua que le diagnosticaron hace 11 meses en Chiapas avanza por su garganta y su mandíbula, el opositor cubano Ramón Arboláez Abreu sigue esperando en una pensión de Reynosa, México, una visa estadounidense que no llega.
A finales de agosto, Arboláez Abreu recibió una llamada del Servicio de Inmigración y Aduanas de EEUU que le devolvió la esperanza. Funcionarios de ese país le solicitaban su Historia Clínica y la evidencia de una cita médica en un hospital estadounidense. Fue un logro de la periodista Maite Luna y de un grupo de abogados.
Luna consiguió los recursos para el pago de la atención especializada y los viáticos de Arboláez Abreu. La cita fue programada para este lunes 14 de septiembre en el hospital Jackson Memorial de Miami.
Sin embargo, las autoridades migratorias estadounidenses no respondieron a tiempo a la solicitud de visa humanitaria. De hecho, no han respondido aún.
Esta es la segunda decepción para Arboláez Abreu. El 28 de julio le había sido denegada una visa médica. Según su versión, las autoridades consulares estadounidenses en México argumentaron entonces que no cumplía con los requisitos, por no tener propiedades ni bienes que asegurasen su regreso a Cuba.
"Él se siente derrotado", dijo a DIARIO DE CUBA Yaneisy Santana Hurtado, la esposa del opositor, quien se encuentra con él en México junto a sus dos hijos menores de edad.
En los últimos días "los vómitos con coágulos de sangre se han vuelto más frecuentes, ya ni la sopa puede tragar. Ayer me pidió que llamara a la hermana Catalina, de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, para ver si enviaba al médico y que le pusieran un suero", añadió.
El pasado 3 de septiembre Santana Hurtado escribió al congresista Mario Díaz-Balart y al senador Marco Rubio. "Les confieso que no puede dejar de sentirse abandonado y dolido", dijo sobre Arboláez Abreu en la carta.
La esposa del opositor, relató a los legisladores cubanoamericanos que la familia subsiste gracias a la caridad de los cubanos en exilio. Se quejó asimismo de la atención de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que solo ha facilitado pruebas diagnósticas y medicamentos para el dolor.
La búsqueda de la libertad que se convirtió en una lucha contra el cáncer
Arboláez Abreu perteneció en Cuba a la Coalición Central Opositora y al Foro Antitotalitario Unido (FANTU). Tanto él como su familia sufrieron persecución, según ha relatado. Asegura que fue detenido decenas de veces por sus actividades opositoras. Acusa al régimen de haberlo despojado de su vivienda en Santa Clara y obligado a abandonar el país junto a su esposa y sus hijos Melany y Emanuel David.
Ramón Arboláez, su esposa e hijos salieron de Cuba rumbo a Trinidad y Tobago en noviembre de 2016. Formaron parte del grupo de cubanos que estuvieron más de un año varados en ese país. Allí sufrieron también detenciones, maltratos y hambre, a pesar de ser reconocidos como refugiados por la ACNUR.
El Gobierno trinitario nunca les devolvió los pasaportes. "Siempre que íbamos a reclamarlos, nos decían: 'solo se los daremos si van a regresar a Cuba'", ha relatado Santana Hurtado. Así que el matrimonio decidió huir de Trinidad y Tobago con sus dos niños y sin documentos.
Ramón Arboláez y su familia atravesaron una Venezuela convulsionada en enero de 2019 y, en abril del mismo año, cruzaron la peligrosa selva del Darién.
Llegaron a México en agosto de 2019 y en octubre al opositor le fue diagnosticado un cáncer muy agresivo en la base de la lengua que ha ido extendiéndose.
En julio de 2020, con el apoyo económico de exilados, Arboláez Abreu fue examinado por un oncólogo. El especialista dijo que "de llevarme al quirófano no daría mucho resultado porque el cáncer ha abarcado toda la mandíbula y parte de los dientes. Solo sugiere quimioterapia, para tratar de reducir su tamaño", explicó el opositor.
Ahora, en una cama de un alojamiento conseguido por las las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, dice esperar que se ablande el corazón de las autoridades migratorias de Estados Unidos, en especial el de Ken Cuccinelli, director interino de los Servicios de Inmigración y Ciudadanía.
