Una pastilla de paracetamol después de cada comida y otra cuando el dolor es insoportable, eso es todo lo que tiene el cubano Ramón Arboláez Abreu, varado con su familia en Monterrey, México, para enfrentar un cáncer que compromete ya su lengua y su mandíbula.
Sobrevive con "sopas de sobrecito", el único alimento que su débil cuerpo y sus escasos recursos permiten.
El cáncer de Arboláez Abreu avanza mientras espera la quimioterapia. "Solo me mueve el cumplir la palabra dada a mis hijos. Les prometí que crecerían en un país libre", dice a DIARIO DE CUBA.
"Claro que aún albergo la esperanza de un tratamiento para mi enfermedad, pero, de no ser posible, me conformo con que mis huesos descansen bajo tierra libre", añade.
Debido al estado en que se encuentra su boca, a Arboláez Abreu apenas se le entiende lo que habla. Su esposa, Yaneisy Santana Hurtado, ayuda a comprenderlo.
Además de que no dispone de recursos, tratamientos como la quimioterapia están suspendidos en los hospitales de la zona en que se encuentra debido a la pandemia de Covid-19.
Arboláez Abreu perteneció en Cuba a la Coalición Central Opositora y al Foro Antitotalitario Unido (FANTU). Tanto él como su familia sufrieron persecución, relata. Asegura que fue detenido decenas de veces por sus actividades opositoras, al igual que su esposa.
Acusa al régimen de haberlo despojado de su vivienda en Santa Clara y obligado a abandonar el país junto a su esposa y sus hijos menores de edad, Melany y Emanuel David.
El opositor formó parte de un grupo de cubanos que, tras meses varados en Trinidad y Tobago, abandonaron ese país de manera clandestina, cruzaron Venezuela y la peligrosa selva del Darién, entre Colombia y Panamá.
Ahora teme a los carteles mexicanos y a la delincuencia, que ven a los emigrantes como una fuente importante de ingresos mediante el secuestro y la extorsión.
En una declaración enviada a DIARIO DE CUBA Arboláez Abreu pide la solidaridad de los congresistas cubanoamericanos y del exilio en Estados Unidos.
"He luchado por la libertad de Cuba, sufrí cárcel y, por la persecución del régimen, me vi obligado a abandonar Cuba junto con mi familia", dice.
"Ahora un cáncer quiere robar el sueño de mis hijos, mi esposa y el mío. Pido su apoyo para poder tener una esperanza de vida, un tratamiento médico digno. Mi único tratamiento es la quimioterapia, pero esta ha sido imposible en México. Mi único sueño hoy es poderle brindar esa libertad a mis hijos, y esposa. No importa que yo no pueda vivir en una tierra libre, sueño al menos morir en suelo libre", añade.
Ante la presión de los medios y tras una carta enviada a la ACNUR por la Fundación Nacional Cubano-Americana, el pasado 3 de julio a Ramón le hicieron una tomografía, exámenes de sangre y una radiografía.
Según su esposa, el dictamen médico fue "que la lesión es muy grande" y, "debido a la demora, o sea la desatención médica, ya le abarca toda la mandíbula".
"Debe de darse la quimioterapia para poder reducir la lesión y ver si pueden operar", alerta Santana Hurtado.
La familia de Ramón Arboláez tuvo que suspender la entrevista con DIARIO DE CUBA debido a que el opositor sufrió un ataque de tos y comenzó a expulsar coágulos de sangre.
