Bajo una lluvia de críticas, en medio de múltiples limitaciones económicas y de un ambiente social tenso, agravado por largos apagones, comenzó en Cuba el VII Campeonato Nacional de Béisbol para menores de 23 años, después de tres años de espera.
Muchas manos se han alzado en el transcurso de estos últimos meses para apoyar el aplazamiento de este torneo tan importante dentro de la pirámide deportiva, por la falta de recursos que agobia al país, pero los directivos, empeñados en mostrar una imagen diferente, lo han echado a rodar sobre un campo lleno de espinas.
La solución "salomónica" fue mutilar el calendario de juegos a solo 15 partidos y repartir los equipos en cuatro grupos por zonas geográficas para evitar largos viajes entre las sedes, pero más allá del casi nulo desarrollo que tendrán los atletas en esos pocos desafíos, el escenario no parece propicio para hacer un campeonato lo más decente posible.
Este martes comenzaron las acciones y ya fue suspendido un partido por problemas en la transportación de los peloteros por falta de combustible, y otros dos desafíos se retrasaron por el mismo motivo, aunque al final encontraron una solución para trasladarlos hasta el estadio.
Publicaciones en redes sociales hablan sobre la falta de uniformes en algunos equipos, la no distribución de implementos ni calzado, trabas con el hospedaje, y la deficiente comida.
No es un secreto que la Comisión Nacional jamás le ha prestado la debida atención a esta categoría, pero en esta ocasión las cosas van más allá de elementos subjetivos, al estar vacías las arcas de los gobiernos provinciales.
Otro de los lastres con el que ha tenido que cargar este torneo sub 23 es con la cercanía de la llamada Liga Élite, una serie selectiva que también parece muerta antes de nacer, por muchos aspectos que analizaremos en próximos comentarios, y para la cual han separado los pocos recursos con los que aún cuenta la federación nacional de este deporte.
Durante todo este mes de agosto, los 16 equipos participantes, compuestos por 25 peloteros cada uno, tratarán de buscar el único boleto disponible en su llave para clasificar a semifinales.
En el grupo A están La Habana, Isla de la Juventud, Artemisa y Pinar del Río; en el B se encuentran Matanzas, Mayabeque, Villa Clara y Cienfuegos; el C lo componen los conjuntos de Sancti Spíritus (actual campeón), Las Tunas, Ciego de Ávila, y Camagüey; y el D está integrado por Holguín, Granma, Guantánamo, y Santiago de Cuba. Estos últimos son los únicos que han podido lograr dos coronas en la historia de estas ediciones.
