Diez imparables, incluidos dos bambinazos, dispararon los colombianos para llevarse la victoria este lunes, 6 a 1, frente a la selección cubana en la apertura del béisbol en estos XVIII Juegos Panamericanos.
Los cafeteros despejaron del box a Lázaro Blanco —el mejor lanzador de la Isla de la actualidad— cerrando el primer tercio de juego cuando Christian Correa se llevó las cercas del jardín izquierdo en solitario, y Efraín Correa lo imitó con un corredor anclado en la primera almohadilla.
Blanco tuvo una salida para el olvido, con lanzamientos dóciles en la zona bateable, escaso control, y una slider que se negó varias veces a cortar el aire en su trayecto.
En el banquillo rival, José Calero dibujó sus lanzamientos de rompimiento con asombrosa maestría en los ángulos incómodos, dejando al descubierto las carencias de la ofensiva cubana durante los dos tercios de juego que se mantuvo en el box.
La única carrera cubana llegó casi en el epílogo de su actuación, cuando regaló un boleto a Yordan Manduley y permitió un cohete al centro de Stayler Hernández, apuntado como doble después de que el jardinero central se enredara con la pelota y le abriera las puertas del plato al corredor desde la primera base.
El tiro de gracia fue disparado en el lucky seven, al llegar tarde el cubano César Prieto a cubrir la intermedia después de un roletazo inofensivo por tercera de Jonathan Lozada, con los ángulos congestionados. El entierro se produjo un episodio más tarde, cuando los de la tierra de la cumbia combinaron tres incogibles ante el relevista Fran Luis Medina para mandarlo a las duchas, y otro ante Wilson Paredes, para concluir el bochornoso espectáculo.
El partido fue un remake de una película ya vista decenas de veces en los últimos tiempos: entrenamientos increíblemente largos de la escuadra nacional para torneos cortos, en medio de arengas políticas, bates encadenados, presiones que nacen como la mala yerba dentro de las bancas y lanzadores rivales pescando en río revuelto, engrosando currículos a costa de la ineficiencia de los técnicos y directivos nacionales.
El tope con Nicaragua fue un presagio que muchos no quisieron interpretar, pero lo cierto es que la anemia ofensiva se mantiene dentro de las huestes antillanas, al punto de conectar apenas cinco indiscutibles y fallar siete veces de las ocho que encontraron a hombres en las almohadas.
Mañana, la tropa de Rey Vicente Anglada, enfrentará a los canadienses, en lo que podría ser otro día negro para el pasatiempo nacional, teniendo en cuenta que necesitan una holgada victoria para mantener las esperanzas de conseguir un boleto a la siguiente fase del torneo, cosa que parece improbable.