Cuando el viernes se anunció en la televisión estatal, minutos antes de la selección de refuerzos, que la Comisión Nacional de Béisbol traía este año una novedad, los aficionados quedaron expectante a lo largo de todo el archipiélago.
Fresco en la memoria está el fracaso de la nueva estructura aplicada esta temporada. En busca de reducir diferencias entre los equipos y anhelando una mayor competitividad, a alguien se le ocurrió la idea de arrastrar solo los resultados entre los clasificados, despejando de la tabla de posiciones los partidos con los equipos que quedaron fuera.
De esa manera, las dos selecciones que más victorias lograron en la primera fase cayeron del puesto de honor, a dos juegos de diferencia (Ciego de Ávila) y a seis (Holguín), provocando un terremoto en la tabla y produciendo el efecto contrario.
"Aclaro que antes de tomar esta decisión se hizo una reunión con todos los directores de equipo y el consenso general es que estaban de acuerdo en aplicar este tipo de sistema. Esto quiero aclararlo porque hay una campaña mediática con este tema", me declaró en una entrevista exclusiva Yosvany Aragón, comisionado nacional, tratando de aliviar cargas sobre su espalda.
Lo cierto es que la historia de la Comisión Nacional de Béisbol está llena de errores, tanteos infructuosos, cabezazos e injusticias, y esta vez no ha sido la excepción.
Cuando fue anunciada la buena nueva de una ronda extra de refuerzos (sexta) para seleccionar a los seis jugadores que actualmente se desempeñan en la liga profesional japonesa, el aire olió a pólvora y una nube de incertidumbre dominó el ambiente.
Eduardo Paret, el nobel director de los Azucareros de Villa Clara y otrora estelar torpedero de los equipos nacionales, se apoderó de Alfredo Despaigne, catalogado como el mejor pelotero cubano que aún reside en la Isla.
Apenas unas horas después, el recio toletero, inmerso en una serie de play off con su equipo Halcones de SoftBank, hizo declaraciones en las que se negó rotundamente a reforzar equipo alguno "cueste lo que cueste y piensen lo que piensen", alegando lógicos cansancios y necesidad de compartir con su familia después de casi tres años sin poder hacerlo.
Esta respuesta de Despaigne hizo evidente que los directivos del béisbol jamás lo consultaron para incluirlo entre los posibles refuerzos.
La Comisión Nacional de Béisbol ha recibido una bofetada en el rostro al reclamar Despaigne sus derechos. ¿Por qué no se consultó con los jugadores antes? ¿Cómo es posible esta falta de comunicación? ¿Quién puede disponer del tiempo libre de nuestros peloteros? Serán interrogantes que ahora mismo estarán atormentando a los directivos, emplazados y ridiculizados ante la opinión pública.
"El caballo de los caballos" se niega a ser un trebejo sobre el tablero y lanza patadas a los que están acostumbrados a mover fichas inertes; levanta la mano para votar en contra, se rebela y provoca mareas.
Ahora, esperemos que no aparezcan burócratas y decisores hablando de la relación directa entre independencias económicas y políticas, ni surjan conspiraciones que quieran sabotear contratos profesionales y libertades individuales. Nos vemos en el estadio.