A propósito del All-Star Game 2018 y la participación de José Abreu como el único bateador cubano de la Isla calificado, hay una pegunta alrededor del inicialista de 31 años: ¿Qué lugar se ha ganado entre grandes temporadas de cubanos que se han presentado al All-Star Game?
Tony Oliva, 1964: había una razón por la cual los fanáticos perseguían cada intervención del zurdo pinareño: combinaba poder, velocidad, contacto y una defensa aceptable en el outfield. Tony Oliva era genial y su gran impacto en 1964, ganando el título de bateo con .323 de promedio y 217 hits, es una rúbrica especial para cualquier jugador latino. Aquel año, apenas su tercero de 15 temporadas con los Mellizos, bateó 32 jonrones (muestra distintiva de poder), remolcó 94 carreras y se robó 12 bases, conectando además 43 dobles y nueve triples para marca —aún irrompible— de extra bases (84). Poder y velocidad llevados de la mano por un swing agresivo y compacto, nos han develado por años el arte de batear de un chico que llegó a los 23 años a las Mayores en 1962, y solo pudo convertirse en una estrella cuando comenzó a superar el dolor de estar lejos de su familia.
Tony Pérez, 1970: en su primera visita al All-Star Game, en 1967 con 25 años, Tony fue seleccionado como el MVP del partido, tras jonronear en la 15ta entrada para darle el éxito a la Liga Nacional, 2-1 en el Anaheim Stadium. Ese año disparó 26 jonrones y empujó 102 carreras para los Rojos de Cincinnati, una gran producción y un bateo oportuno. Sin embargo, el gran salto de Tony fue en 1970, cuando consiguió su única campaña de 40 jonrones y más de 125 impulsadas. Envió 129 carreras al plato, lo que significó la cuarta mejor marca en la historia de los Rojos, hasta que George Foster empujó 149 en 1977. Un año antes, Tony se había acercado a la marca de los 40 jonrones, pegando 37, pero en septiembre consiguió solo cuatro y se hundió en un slump de apenas .191 de promedio. De los 128 bateadores con al menos 40 bambinazos y 129 empujadas, Tony Pérez clasificó en el puesto No. 55 desde 1900, en una lista que va de Babe Ruth en 1920 (54 HRs y 137 RBIs) a Giancarlo Stanton en 2017 (59 HRs y 132 RBIs).
José Canseco, 1988: está claro que Canseco jamás podrá zafarse de los rumores que se han hecho eco hasta hoy, y mucho menos de su vinculación con el consumo de sustancias prohibidas. No obstante, hay algo que también es innegable: sus batazos generaron una eufórica sensación en la fanaticada a finales de los años 80, cuando el cubano era una joya dentro de los talentosos Atléticos de Oakland. En 1988 pegó 42 jonrones, tras tener un paso inicial de 24, con 67 impulsadas y 22 bases robadas, ¡todo un show de poder!
José Abreu, 2014: a sus 27 años, "Pito" sorprendió al mundo del béisbol con un mes de abril de 10 jonrones y 32 empujadas en 32 juegos. Más tarde, siguió sorprendiendo y bateó 29 bambinazos en la primera mitad de la temporada, un rendimiento salvaje que comenzó a hablar por sí solo de su gran impacto y talento con el madero. De haber bateado solo 20 vuelacercas en el resto del torneo, el cienfueguero de las Medias Blancas habría empatado el récord de Mark McGwire en ese entonces, pero el paso fue insostenible. Abreu comenzó a recibir menos pitcheos en la zona, aunque supo adoptar un buen plan de ataque contra la oposición. Es por eso que sus estadísticas de contacto no decayeron: promedió .350/.435/.513, y .948 OPS, solo que algunas lesiones y la dura competencia, ya alertada, limitaron sus numeritos de poder a siete jonrones y 34 empujadas.
Este fue solo el inicio de una gran carrera que Abreu ha mantenido. Desde 2014, su arribo de Abreu a los 25 jonrones y 100 RBIs por temporada son cosa común. Veremos si este año repite. Solo dos bateadores han podido establecer al menos cinco años con 25 HRs y 100 RBIs desde su debut: Joe DiMaggio (1936-1941) y Albert Pujols (2001-2010).