Aquella mañana calurosa de agosto de 1991 Cuba amaneció envuelta en un suceso transcendental, los XI Juegos Panamericanos habían comenzado en la Isla, convirtiéndose en el mayor evento deportivo jamás celebrado en el país.
La primera medalla de oro de la delegación nacional se la colgó en el pecho un joven que, ante las miradas sorprendidas de los televidentes que seguían desde el amanecer la carrera de maratón, llegó primero a la meta, en un presagio de lo que iba a ocurrir durante esos 15 días, en los que Cuba alcanzaría más medallas de oro que ningún otro país participante.
Alberto Cuba nos hizo estremecer esa mañana con su épico esfuerzo, que casi lo hace desfallecer frente a las cámaras de televisión.
"Ese día tuve la suerte de que las competencias de atletismo se adelantaran y la carrera de maratón fuera la primera. La gente se levantó temprano para verla y, aunque yo era un desconocido para los cubanos, tuve mucho apoyo de la población habanera, de mi familia, de mis amigos y de todos los cubanos que me animaron en el transcurso de la carrera. Y las cosas me salieron bien", recuerda.
"Muchos creen que gané aquella medalla de oro por sorpresa, pero en realidad no fue así. Había bastante desinformación con eso, la gente no sabía. Es verdad que participaron muy buenos corredores de México, Brasil y Estados Unidos, pero yo estaba bien preparado; en México hice una preparación muy buena y sabía que podía ganar", agrega.
La gran mayoría de los aficionados no se explicaba de donde había salido este atleta, su nombre no se manejaba en los medios.
"Antes de los Panamericanos de 1991, yo había corrido solo dos carreras, una en La Habana y otra en Londres, todas en menos de un año. Eso era una barbaridad de los entrenadores. Ahora que tengo experiencia, me doy cuenta de ello, pero ese día salí a ganar o a morirme en la carretera".
Después de aquella victoria, Alberto Cuba paso a formar parte de un listado extenso de deportistas que durante años dieron gloria y orgullo a esta tierra. Sin embargo, su nombre se fue perdiendo de los medios poco a poco, hasta que se desvaneció totalmente.
"Después de aquellos Juegos Panamericanos seguí compitiendo al máximo nivel, con muchas trabas y dificultades, y mis resultados no fueron buenos. Junto a mi hermano, rompimos el record de Marabana y necesitábamos más nivel, pero nos obligaban a ir a cualquier competencia sin objetivo ni fundamento alguno", explica.
"Aquella fue una buena época, había muchos fondistas de calidad en Cuba, pero los directivos del deporte acabaron con eso. Estamos hablando de más de 15 corredores que hacían marcas por debajo de dos horas y 20 minutos. Pero las necesidades eran tremendas, no tenían ayuda para desarrollarse, no les daban calzado apropiado y la alimentación era muy mala", lamenta.
"En Cuba había muchos corredores de calidad, desde los 100 metros hasta maratón, y participaban en muchas competencias de calidad, por eso había un desarrollo en este deporte".
Ahora, como muchos deportistas, exatletas y técnicos, Alberto Cuba vive fuera de la Isla.
"Pedí asilo político en Holanda (en 2015) y me quede a vivir aquí. Estaba de misión deportiva, pero no quise ser más un esclavo de estos tiempos. Se cometen demasiadas injusticias con los entrenadores y atletas que están de viaje o en misiones deportivas, hay mucha presión, los dirigentes siempre te están vigilando, tienes que informarlo todo, si vas a algún lugar, si conversas con algún norteamericano, y esas cosas", señala.
"A esas misiones no se puede viajar con la familia, los cubanos son los únicos con estas limitaciones. Me sentía falto de libertad, hay un miedo tremendo a las deserciones, y una vigilancia que no podía soportar más. Luego me llamaron traidor, cuando los traidores en realidad son los que te privan de tu libertad, y los que te obligan a estar diciendo mentiras siempre", expresa.
Actualmente, Alberto Cuba asiste a una escuela para aprender el idioma, primera barrera a vencer para poder transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones de deportistas. Mientras tanto, trabaja en una cafetería para lograr su sustento.
"Nunca me he arrepentido del paso que di. Aquí pienso diferente, veo las cosas distintas y no soy esclavo de nadie, me siento un hombre totalmente libre, aunque siempre estaré agradecido de la oportunidad que tuve de representar en algún momento a mi país", añade.
"Es cierto que en Cuba la salud y la educación son gratis, pero no se pueden pasar la vida entera cobrándome esas cosas. Los deportistas peor pagados del mundo son los cubanos. En otros lugares hay que ver cómo viven los campeones olímpicos, mundiales y continentales, con todas sus necesidades cubiertas y hasta con sueldos vitalicios", compara.
Muy cerca del comienzo de los juegos Centroamericanos de Barranquilla, Colombia, hay expectativa por la actuación cubana. Especialistas auguran una Cuba cediendo posiciones en el medallero, teniendo en cuenta la afectación que ha tenido el deporte en general por la crisis económica, las malas decisiones de algunos dirigentes y la emigración de atletas.
"El deporte cubano está en decadencia, los talentos siguen saliendo en cualquier lugar, pero se han cerrado escuelas deportivas y se han hecho muchos recortes por problemas económicos", opina Alberto Cuba.
"Hay grandes problemas en la base y se han eliminado muchas competencias a esos niveles. La cantera ha disminuido, no hay acuerdo entre el deporte y la educación, eso se acabó. Los niños no tienen permiso para salir temprano a hacer deportes, eso a nadie le interesa", enumera.
"Los padres se han echado encima todos los gastos, ya el deporte en Cuba no es gratis. El día que abran academias, que se resuelva el problema de la alimentación, del calzado, de los implementos deportivos, etc., entonces veremos los buenos resultados otra vez. Si esas cosas no mejoran, lo veo muy difícil, pero esto parece que no le interesa a los que dirigen el deporte".