El exboxeador Ángel Espinosa Capó, fallecido el pasado 12 de abril en Miami, fue sepultado el lunes en Holguín, su ciudad natal, luego de que el cuerpo fuera trasladado desde Estados Unidos.
Según informó el periódico oficial Ahora, sus allegados celebraron un velorio en la casa de su madre, Herminia Capó (ya fallecida), en el reparto Sanfield, al que asistió su viuda, la mexicana Albina Madariaga, y Mario Kindelán, bicampeón olímpico de los 60 kilos.
A Espinosa "le diagnosticaron problemas pulmonares, una vieja neumonía complicada con sinusitis y asma", dijo Madariaga, quien aseguró que esa fue la causa de la muerte del expugilista.
El cuerpo del campeón mundial fue hallado en un gimnasio de Miami Garden, donde intentaba ganarse la vida, con una máscara de aerosol sobre el rostro, informó en ese momento El Nuevo Herald.
Según Madariaga, su esposo "siempre dijo que regresaría a Holguín".
"Su última visita a tierra holguinera fue en diciembre de 2016 y estuvo hasta enero de este año acá. Aquí nació y creció, por lo tanto su afecto nunca terminó, donde quiera que estuviera, mencionaba a esta provincia", añadió.
"En internet se logró juntar algo y logramos traerlo. Quedará en la perpetuidad en un panteón del Cementerio de Holguín", precisó la viuda.
Espinosa Capó llevaba viviendo en Estados Unidos unos seis años, adonde emigró desde México "para trabajar en un gimnasio entrenando niños", señaló el medio estatal.
"Venía con frecuencia a nuestro país. Tenía intenciones de operarse de sinusitis aquí, luego de repatriarse (…)", dijo por su parte Abelino Pérez, amigo del fallecido.
El exdeportista fue seis veces campeón nacional en tres divisiones (71, 75 y 81 kilos). Tenía una pegada demoledora lo mismo con la zurda que con la derecha.
Campeón Mundial en Reno 1986, ganó la Copa del Mundo Belgrado 1987 y el Match Mundial de Retadores de 1988, y jamás perdió en los cuatro topes bilaterales Cuba-Estados Unidos en los que participó.
Venció en tres oportunidades al alemán Henry Maske, posteriormente un rey profesional, y era claro favorito para ganar medallas doradas en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988, pero la decisión del Gobierno cubano de no enviar delegaciones a esos eventos por consideraciones políticas troncharon las aspiraciones de una generación de deportistas.