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Crítica

'Vendrás conmigo' o el viaje compartido de Evelio Traba

'Un día la cultura cubana necesitará documentar esta odisea como un doloroso capítulo de su creciente transnacionalidad.'

Miami
Evelio Traba.
Evelio Traba. E. Traba

Eso hacemos, buscar; junto a la condición animal, recibimos desde el primer hálito de vida la necesidad de movernos en procura de mejor alimento o un clima más cariñoso (la patria está donde hay trabajo, dice un amigo), solo que los humanos añoramos también cosas menos tangibles, sostenemos aspiraciones más complejas, incluyendo la indispensable necesidad de encontrarnos a nosotros mismos, o al menos, al que creemos haber nacido para ser.

La búsqueda es el tema de la última novela firmada por Evelio Traba (Bayamo, Cuba, 1985), Vendrás conmigo (Ediciones Furtivas, Miami, 2021). Tratándose de este autor, sin embargo, la novedad no es de tema sino de asunto. Si Traba había ubicado sus novelas anteriores en un pasado reconocidamente histórico, como La Concordia (2012) o El camino de la desobediencia (2016), su nuevo libro explora la contemporaneidad cubana en una de sus variantes sociales más conflictivas y trajinadas por la literatura de las últimas décadas, la migración. Que sepamos, Vendrás conmigo es el primer intento publicado de novelar el flujo migratorio de cubanos desde Sudamérica hasta la frontera sur de EEUU, siguiendo una sobrecogedora ruta que incluye a varios países (Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México) y un sinnúmero de peligros. Un derrotero tenebroso cuya elección solo se explica a partir de la búsqueda más desesperada.

Están en la novela, cómo no, todas las acechanzas de tal viaje. Las externas, muchas veces representadas por la naturaleza o el clima hostil, por la corrupción de autoridades que se ceban en la desprotección legal del migrante, y por los depredadores apandillados que, como en cualquier migración desprotegida, esperan a las indefensas víctimas para adelantar su negocio de saqueo y muerte: "El sargento a cargo se ha cerrado el pantalón, se quita el zambrán y arremete contra Pablo y Javier. Pablo no para de rezar y Javier de maldecir. Por transitividad, yo siento los cintazos: me queman cada uno de los tirones que le dan a la soga común con que nos tienen amarrados al resto de los hombres. Después de esto, ¿seremos realmente hombres?" Y las internas, cocidas en el interior de los grupos entregados al riesgoso tránsito: la traición, el robo, la chivatería, el sálvese quien pueda; como también emergen sus contrapesos: la compasión, la solidaridad, el amor. Una odisea de miedos, resistencia, esperanza y dolor que la novela despliega con impactante veracidad y, por fortuna, sin intenciones de realismo sucio.

Pero reducir el sentido de Vendrás conmigo a su peripecia argumental, por grande que sean el interés de esta y la habilidad de Evelio Traba para desarrollarla, significaría quedarse con lo más liviano de su carga, dejarse entumecer por lo testimonial. En la novela se cuenta un segundo viaje, no menos riesgoso y sin duda más íntimo: el de Alejandro, su protagonista, en busca de Indira, personaje que desde ya pide espacio en la galería de caracteres femeninos memorables de la novela cubana. Indira es una orgánica combinación de fe y debilidad, coraje y miedo, lealtad y engaño, rectitud y doblez, una líder para los demás que no pocas veces carece de firmeza ética para conducir su propia vida. Una metáfora humana ajustada a la Cuba jinetera de estos tiempos. Y el joven novelista que es Alejandro no encuentra (ni probablemente quiera) antídoto para la atracción que ella ejerce sobre él porque siente que, más allá de la duda y la desconfianza, Indira es la mejor ruta hacia sí mismo.

Contrario a los restantes personajes, el terrible viaje narrado en la novela no es la única opción para Alejandro, quien ha echado raíces en Quito, si quisiera llegar a EEUU. Cuando responde al llamado de Indira (vendrás conmigo) y decide entregarse a las incertidumbres de la ominosa ruta, Alejandro cede al impulso de un amor que ya fue traicionado antes y le ofrece más dudas que certezas para el futuro; lo hace porque necesita, como necesitamos todos, refundar la patria perdida: "Lou, Lou Andreas, también la lluvia es un país, un país al que solo se entra con los sentidos desnudos. Cierra la ventana y ven. Deja que este aguacero borre cuantos epitafios quiera. La cama está tibia, la he calentado con la resignación de mi sangre. Envejezcamos bajo esta colcha de lana india. Solo si quieres. No te obligo, Lou Andreas. Tú decides qué hacer". Por cierto, esta entrega aparece duplicada en la pareja de homosexuales que se les une durante el viaje, pues Betico es ciudadano norteamericano y hace el camino solo como prueba de amor hacia su pareja.

Si llegar o no hasta la frontera de EEUU es la contradicción visible de la novela (acicateada no solo por los inmensos peligros ya anotados, sino también por la posibilidad de que el presidente de EEUU derogara la política de pies secos–pies mojados), la duda acerca de si Indira actúa de buena fe o está utilizando a Alejandro para sus propósitos aporta el conflicto más profundo del devenir narrativo. Y como la voz de Alejandro domina en tiempo presente (ese que desconoce el futuro) la narración de los hechos, la novela se empapa de esa segunda contradicción hasta el punto final: "¿Existirá de veras la tal Zoe o se trata de una artimaña tramada por Indira con tal de darme cierto margen de seguridad, incluso antes de salir de Quito? No lo sé […]. Falta poco, el Yuma se ve al otro lado del horizonte. ¿Qué sería de nosotros si hiciéramos un viaje pericial al fondo de cada mentira, al motivo recóndito de cada manipulación consciente? Mejor a veces hacerse el tonto que pagar el precio real de la amargura".

Alguna vez quise recoger testimonios de cubanos que habían hecho el viaje de la muerte, como muchos de ellos llaman a este periplo continental en busca de otra vida. Todos los que contacté se mostraron abiertos a compartir sus experiencias y remisos a que fueran publicadas, incluso bajo seudónimo. Entendí su pudor y lo respeto, pero un día la cultura cubana necesitará documentar esta odisea como un doloroso capítulo de su creciente transnacionalidad. En Vendrás conmigo, Evelio Traba ofrece una raigal versión del asunto, mientras lo ubica literariamente en el mapa esencial de la condición humana, esa que ha explorado sin cesar el arte de cada época. En este intento, no abandona el escritor bayamés la novela histórica, como podría pensarse con ligereza, más bien decide avanzar junto a la historia y extendernos una irrechazable invitación para acompañarle en su viaje. Con él nos vamos.


Evelio Traba, Vendrás conmigo (Ediciones Furtivas, Miami, 2021).

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