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Ensayo

Buscas a Cuba en Cuba, ¡oh peregrino!

Un fragmento del recién aparecido 'De donde son los gusanos. Crónica de un regreso a Cuba después de 37 años de exilio'.

Hollywood
Néstor Díaz de Villegas.
Néstor Díaz de Villegas. POETASSIGLOXXI

En la mañana del 14 de octubre, recién comenzado el curso escolar de 1974, dos agentes de la Seguridad del Estado se pre­sentaron en la clase de Historia del preuniversitario donde cursaba el onceno grado, con una orden de arresto. En mi mochila, entre tomos de geometría y literatura clásica, llevaba una carga de poemas contrarrevolucionarios. Esa noche, luego de un riguroso registro en la casa de mis padres, dormí en una celda del tamaño de una cuna.

Salí del campo de concentración de Ariza en 1979 con el contingente de 3.000 presos políticos que Fidel Castro entregó a Jimmy Carter. Treinta y siete años más tarde, otro presidente norteamericano, Barack Obama, facilitaría mi re­torno a la Isla.

El que regresaba a la patria no era el joven idealista que había jurado no volver hasta que cayera la dictadura, sino un viejo cínico de 60 años, ligeramente giboso y con todo su pelo, pero con solo un par de muelas propias. Hay que decirlo: el caballero andante que volvía a La Habana era la caricatura de sí mismo. Trasplantado al papel, retocado en la crónica, recorrí los escenarios de mi adolescencia, consciente de ser un fantasma o el boceto de una página a punto de bloguearse.

Ahora, al desandar mis pasos era poco más y poco menos que un turista. El turismo, en el sentido castrista, es solo otra modalidad del montaje y la edición. El viajero no sabe, ni desea saber, que los hoteles en que se hospeda son propiedad de una junta militar que responde al sarcástico nombre de Gaviota. En algún escenario paralelo a La Bodeguita, las madres y espo­sas de los prisioneros políticos reciben una salvaje pateadura, pero el viajero no está en Chile: la caravana de almendrones se desvía hacia barrios más pintorescos, menos estridentes; hacia el Malecón, que es nuestro diván de siquiatra. Ese desvío es la última mutación del viejo "diversionismo".

De hecho, el día en que el presidente Barack Obama anun­ció su nueva política hacia Cuba no fue una fecha cualquiera: el 17 de diciembre se celebra en la Isla la fiesta del San Lázaro católico y del Babalú Ayé yoruba. El 17 es una cifra cargada: significa muletas de viejo, perros que lamen llagas, resurrec­ción de los muertos, calamidad y desdicha. El 17 es una cifra viciada por el santoral y la brujería.

Así se le hizo creer al pueblo —a ambos pueblos— que había algo sagrado en la firma de un contrato mefistofélico. Los norteamericanos oirían los lejanos tambores del cabaret Babalú, ese lugar cubano de su baja cultura, mientras que los isleños cruzarían los puños encima del pecho, en señal de res­peto. Como bien entendieron los creadores del 26 de Julio, las fechas son una pistola caliente.

Cuatro meses más tarde, mi esposa, Esther María, y yo ate­rrizamos en La Habana. Era el primer viaje de ella desde la muerte de su madre, seis años antes, y mi regreso a la patria luego de casi cuatro décadas de exilio. Había aprovechado el percance y adquirido, a precio de oro, un pasaporte que me trocó en cubano. Que un puñado de dólares hubiera ido a parar a los bolsillos de mis antiguos carceleros me tenía sin cuidado: la caldera hervía, plena de posibilidades... ¡y yo había sabido esperar en grande!

Estaba en Cuba y podía ver claro —con ojos de clarivi­dente—. No vi la ruina, sino la lepra del "viejo Lázaro" que afectaba a toda una cultura. Más que arruinarlo, la duración castrista había extinguido el país. Me encontraba delante de los restos fósiles de una era geológica, rezago de un evento cata­clísmico. Alexander Solzhenitsin refiere el incidente en que unos presos del gulag encuentran un tritón prehistórico en un trozo de hielo de Siberia y se lo comen. Cuba era mi tritón.

 

 

 

Porque, si eso era el deshielo, ahí estaba yo para verlo. Yo, el gusano salido de esa podredumbre. Pero ¿qué es, exactamente, un gusano? Ricardo Piglia casi llega a explicarlo en su novela Respiración artificial, publicada en el año de la gran expulsión, el año del éxodo del Mariel. El personaje del polaco Tardewski expone una teoría que da cuenta de los meses de 1909 que se dan por perdidos en la biografía de Hitler. Dice que en esas fechas el futuro Führer se encontraba en Praga, donde pudo haber frecuentado el mismo café Arcos del que Franz Kafka era asiduo.

¿Estaba formada la idea de la colonia penitenciaria —el Konzentrationlager— en la mente del Hitler de 1909? Probablemente no, aunque estamos seguros de que la palabra Ungeziefer era parte de su arsenal retórico. El vocablo es una negación, viene del alto alemán antiguo y significa "animal impuro". La lingüista Felicity Rash, de la Universidad de Londres, lo incluye en su base de datos de metáforas hitlerianas bajo el acápite "Insectos", y señala el pasaje de Mein Kampf donde ocurre: "Si nuestros mejores hombres estaban muriendo en el frente, lo menos que podíamos hacer era aniquilar a los gusanos". Es la misma palabra que usa Kafka para describir a Gregorio Samsa en La metamorfosis.

El gusano habita las vísceras del misterio histórico, los pliegues más recónditos del cuerpo político. "Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas", dijo el exiliado José Martí, y lo mismo podría decir cualquiera de nosotros. Un "desaparecido" de Argentina o de Chile sonríe a las cámaras desde el más allá, su persona es objeto de atención mediática, académica y judi­cial, pero la existencia del gusano es sistemáticamente esca­moteada. Sobre los desterrados cubanos pesa la acusación de "estridencia".

Mostrar las interioridades de Cuba requería, precisamente, los servicios de un Ungeziefer; uno capaz de aventurarse en la cochambre. Peter Greenaway filmó en cámara rápida la descomposición de una langosta, un cisne, un cocodrilo y una cebra, y Ernesto Sábato vio a "un gusano ciego y torpe dentro de un automóvil a gran velocidad": convóquense esas visiones antes de adentrarse en estas páginas.

 


Néstor Díaz de Villegas nació en Cumanayagua, en 1956. Sus últimos libros de poemas publicados son Che en Miami (Aduana Vieja, Valencia, 2012), Palavras à tribo/Palabras a la tribu (Lumme Editor, Sao Paulo, 2014). Ha reunido su poesía en Buscar la lengua. Poesía reunida 1975-2015 (Bokeh, Leiden, 2015). Vintage Español acaba de publicar De donde son los gusanos. Crónica de un regreso a Cuba después de 37 años de exilio, al cual pertenece este fragmento.

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