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Crítica

Honrar la memoria del héroe

En su última novela, Karla Suárez revive los años en que Cuba participó en la guerra de Angola, y sus consecuencias en la vida de su sociedad.

Barcelona

"A mi padre lo mataron una tarde que hacía mucho sol, aunque no lo supimos en ese momento. Él estaba del otro lado del mundo, en la selva oscura de Angola." Es así como comienza El hijo del héroe de Karla Suárez (La Habana, 1969), la atrapante y genial novela sobre los años en que aún se soñaba con llevar la revolución al resto de continentes.

Angola fue la última gran batalla de la Guerra Fría. Los cubanos llegaron en 1975 y salieron en 1991, más 350.000 soldados cubanos pasaron por allí y muchas de las cicatrices que dejó aquella experiencia aún siguen abiertas. A Ernesto, el protagonista, el hijo de aquel caído en las selvas africanas, le toca vivir una vida que él no ha elegido, la del "hijo del héroe", a través de la cual la escritora cubana indaga en las consecuencias de la guerra en la vida de las personas, incluso cuando esta ocurre a miles de kilómetros.

No es una simple coincidencia que el protagonista naciera el mismo año que la novelista cubana. Como él, ambos fueron niños en la Cuba de los 70, entraron a la universidad a fines de los 80 y la guerra de Angola, que es el centro de la novela, formó parte de sus vidas. El caso de Karla Suárez es similar pero distinto, también su padre estuvo en Angola, pero "regresó con sus medallas y sus historias de la guerra", según cuenta la escritora cubana.

Cuando el padre de Ernesto muere en la guerra sobre su cabeza cae una enorme responsabilidad. "Porque en Cuba, sobre todo en aquellos años, la figura del héroe era venerada. Ernesto no había hecho nada de particular, solo era un niño, pero la muerte de su padre hizo que todos empezaran a verlo de manera distinta y a esperar de él actitudes que, en teoría, debían honrar la memoria del héroe. Ernesto crece, vive obsesionado con aquella guerra y averiguando descubre que algunas cosas no fueron exactamente como se las habían contado", comenta Karla Suarez.

"Creo que a mi generación le tocó vivir de niños los mejores años de la revolución cubana. Desde luego, faltaban productos y las libertades políticas que nunca han existido, pero ni la economía ni la política suelen ser las preocupaciones de los niños", comenta la autora de una generación que, como cuenta la novela, creció sin navidades ni reyes magos. "Buena parte de nosotros creció soñando con el futuro. Una gran mayoría de quienes crecieron en los 90 lo hicieron escuchando a su madre preguntarse qué iba a cocinar al día siguiente."

Suárez describe la extraña sensación de haber crecido en un país, haberse ido a dormir una noche y, al despertar, encontrarse en otro sitio, un país que apenas comprendía. "En 1989 tumbaron el Muro de Berlín, en Cuba ya se habían firmado los acuerdos para retirar la tropas de Angola y ese año fue el juicio a varios oficiales que terminó con cuatro fusilamientos. El mundo en que crecimos había desaparecido. Muchas de las cosas en las que nos enseñaron a creer, de repente ya no eran ciertas."

¿Qué fue del sueño de la revolución?, pregunta el periodista. "Hay gente que aún tiene el sueño de la revolución, otros que no tanto y otros que no lo tienen en absoluto."

Karla Suárez ha sido seleccionada en el Hay Festival de 2007 entre los 39 mejores escritores de América Latina menores de 40 años y su obra ha sido traducida a varios idiomas. En El hijo del héroe sabe lograr aquella textura literaria que es mezcla de la crónica de un pueblo y de aquella otra vida, la de las pequeñas cosas del día a día en la vida de toda una generación, que corre en paralelo a las grandes historias.


Karla Suárez, El hijo del héroe (Comba, Barcelona, 2017).

Leer aquí las primeras páginas de la novela.

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