Debajo del árbol está la luna y no la tierra.
Debajo de la luna el agua azul transcurre
tan apacible como la sombra sobre el agua.
Debajo del agua su cristalina tibieza
nos regala el rostro de los rostros.
Ah, pero la tierra, allá arriba
nos observa silenciosa y cíclica
como si alguna vez hubiese sido habitada.
Quién lo duda, tal vez llegamos desde ella.
Quizás nos sirvió de puente, para llegar hasta aquí.
Pero el agua, ¿quién trajo el agua?
Y después de todo, ¿quiénes somos
nosotros mismos, sus callados, transparentes,
inmortales habitantes?
Alfonso Quiñones Machado nació en Camagüey en 1959. Este poema ha sido incluido en su antología El libro de los olvidos (Editora Nacional, Santo Domingo, 2012).