Un "monumental panorama", así define el investigador y crítico Enrique Saínz —en el inicio de su prólogo— a Catedral sumergida. Poesía cubana contemporánea escrita por mujeres, compilación de las poetas Ileana Álvarez y Maylén Domínguez, autoras de la selección, introducción y notas de un libro que sin dudas aparece como una de las más amplias y puntuales muestras que se hayan recogido de la poesía cubana escrita por mujeres.
Si aquí no estamos ante un criterio estricto de antología, queda claro que algunos aportes de esta selección, su amplitud y su carácter inclusivo, se ajustan a la necesidad actual de reconocer y retomar apartadas geografías de la poesía nacional —"territorios en que se desenvuelve hoy la gente cubana", dijo Gastón Baquero—, como un agrupamiento previo, con el fin de superar prejuicios y cortapisas que en las últimas décadas habían lastrado supuestas antologías y selecciones similares, donde se obviaba una auténtica polifonía que subyace en la historia —también la literaria— traumatizada por enfrentamientos, militancias eventuales, intolerancias, exilios y olvidos.
Antes y después de esta sazón de virtudes democráticas que animan a agrupar poesía, sin embargo, y por encima incluso, debe hallarse la calidad, la sustancia de la obra poética, esto es lo que aprueba Saínz cuando resalta a un mismo tiempo los valores convergentes de los textos y del compendio: "nos trae dos alegrías de enorme importancia: la constatación de la calidad de la poesía cubana de hoy y la extraordinaria diversidad de voces que la integran. Y una tercera: la ausencia de prejuicios y de actitudes discriminatorias en las antologadoras".
El volumen incluye solo a autoras vivas, sin importar los dóndes ni los cómos, todas éditas —han publicado al menos un libro—, y se ordena por sus fechas de nacimiento. Abre con Fina García Marruz (La Habana, 1923), y estos versos clásicos, que retrotraen a un ritmo de sencillez y "cubanía" inefables: "Una dulce nevada está cayendo/ detrás de cada cosa, cada amante..." Cierra, la más joven: Gelsys M. García Lorenzo (Camagüey, 1988), con estas palabras del poema en prosa "Retrato del cansancio en el espejo", cargadas de (im)potencia: "Hay un límite entre mis ojos y la gente".
Es firme, no obstante, la preocupación de "antologar" en cada autora sus poemas o algunos de sus poemas más significativos, lo que demuestra un proceso de lectura o decantación llevada a cabo para sugerir una visión real de la trascendencia poética, no dejando esta compilación al azar de propuestas o envíos hechos por las interesadas, vicio común incluso entre supuestas "antologías". De tal modo, aquí el lector encuentra reunidos textos claves de distintas poéticas, que forman parte ya de la historia de las metáforas cubanas, lo mismo pertenecientes a nombres que son un canon, como Carilda Oliver Labra y el soneto "Me desordeno, amor, me desordeno...", Juana Rosa Pita y su "Carta a mi isla" ("Isla/ lejos de ti es dentro del pozo/ vacío de los sueños"), Nancy Morejón y sus poemas "Mujer negra" y "Persona" ("Quién es esa mujer/ que está en todas nosotras huyendo de nosotras,/ huyendo de su enigma y de su largo origen"), o textos no menos representativos, pero de generaciones más jóvenes, como de Teresa Melo "La breve duración" ("Si acaso guardaré algo para mí será lo mismo/ que di a los otros que se me acercaron:/ la breve duración de los asfódelos") o de Alessandra Molina "Patria del idioma" ("El invierno no había terminado/ pero en los árboles sonaba el corazón de una hoguera,/ el rumor de los brotes que hinchan la vieja piel/ y parten las puntas más finas de las ramas una a una").
Que Ileana y Maylén reúnan experiencia como editoras ha hecho posible algo más que un florilegio. El cuidado en la selección de los textos, la redacción y formulación de los datos biobibliográficos de las autoras, ofrece a los investigadores información detallada y precisa para mejor estimación del estado latente de la poesía cubana. Incluye el apéndice de una amplia bibliografía consultada.
Se presenta este agrupamiento con el cuidado de no herir sensibilidades, y menos las feministas, ni de un lado ni del otro, evitando sexismos, para lo que se apela al subtítulo descriptivo de "poesía cubana contemporánea escrita por mujeres". Así se evita caer en el peliagudo problema de hablar de una "poesía femenina", la vieja discusión sobre si los ángeles tienen órganos sexuales —aunque el título de la compilación provenga del poema "Canto a la mujer estéril", de Dulce María Loynaz, quien afirmó sí creer que existiese una poesía que solo podía realizarla una mujer—, esquivando también los sustantivos "poetisas" y "poetas", que han hecho correr mucha tinta a través de los años.
Enuncian las compiladoras, en la nota introductoria "Para arribar, un puente": "Si en un inicio comenzó siendo una antología, por el camino nos fuimos percatando de que, aunque nuestro principal objetivo era propiciar un diálogo entre generaciones de autoras cubanas vivas, se hacía imprescindible abrir el espectro hacia otras zonas donde ese diálogo nunca había ocurrido, o apenas se había insinuado en anteriores antologías de poesía cubana". Sin duda, una forma del "diálogo" antes apenas "insinuado" en publicaciones hechas en Cuba, obedece a la necesidad y el atractivo de "abrir" más no solo la selección, sino a través suyo también la imagen del interior de la Isla, a la dilatada diáspora cubana.
Se compila a 119 autoras en total, y de ellas al menos unas 33 residían fuera de Cuba en el punto que se cerró el libro, aunque esta variable seguramente ha cambiado durante el lapso del proceso editorial, pues no se detiene —la vida—. Asimismo la pertinencia del muestrario responde al imperativo de repasar el proceso literario que desde los años 90 se ha visto casi atomizado a través de sellos editoriales surgidos en todas las provincias cubanas, con pequeñas tiradas donde evoluciona un tramado lírico difícil de visualizar por la crítica. He aquí dos estados densos de la vida literaria, orillas a donde intenta arribar este puente:
"[...] rescata para los lectores cubanos, principalmente para las nuevas generaciones, a casi cuarenta voces de mujeres que ahora mismo laten dispersas por el mundo, alejadas en cuerpo —no en espíritu, y esta selección lo prueba— del lugar que las vio nacer, crecer y pronunciar las primeras palabras de la lengua madre, de la cual nunca se han desprendido y a la que continúan enriqueciendo con su palabra. Escritoras muchas veces muy conocidas fuera de Cuba, por la calidad e innegable condición humana de su escritura, y en Cuba casi totalmente desconocidas, o nombradas durante años en voz baja en los pasillos de la vida literaria. Del mismo modo, para ellas debe ser una sorpresa verse juntas con esa otra parte de la foto de familia que abarca todas las interioridades de la patria, sus terruños".
Se ha tenido el cuidado de lograr la autorización de cada autora, y en especial las residentes fuera de Cuba, algo que —afirman— "nos consta que es una diferencia de anteriores selecciones" y habría contribuido con razón a aumentar muchos y lógicos resentimientos. Entre ausencias que se lamentan, por tanto, las hay ajenas a la voluntad de las compiladoras: "Fue imposible contactar a algunas, apenas unas cinco", y tuvo que respetarse también el dolor de otras que se ha transformado en distancia: "en varios casos, no sin pena, recibimos su negativa". Se lamentan, desde ese lado, ausencias que pudieran achacarse a un obstáculo u otro, como María Elena Cruz Varela, Tania Díaz Castro, Amelia del Castillo, Belkis Cuza Male y Magali Alabau. De esta última, por ejemplo, Ileana Álvarez ha prologado su poemario Volver (Betania, Madrid, 2012). Todas las que están, no obstante, son, por sí mismas y, además, representativas del concierto o desconcierto real.
De la diáspora, la mayoría ha cumplido más de tres décadas. Se trata fundamentalmente de voces bien formadas, y repartidas, según sus lugares de residencia, entre los Estados Unidos y países de Latinoamérica, Europa y África. Unas 20 nacieron entre 1934 y 1959: Mireya Robles, Juana Rosa Pita, Eliana Rivero, Aimée González Bolaño, Minerva Salado, Uva de Aragón, Gabriela Castellanos, Lilliam Moro, Maya Islas, María Elena Blanco, Alina Galliano, Lourdes Gil, Carlota Caulfield, Cira Andrés, María Eugenia Caseiro, Ángela de Mela, Ruth Behar, Chely Lima, Daína Chaviano y Margarita García Alonso. Mientras que otras 8, nacieron en la década del 60: Zoelia Frómeta, Rita Martín, Sonia Díaz Corrales, Odette Alonso, Damaris Calderón, María Elena Hernández Caballero, Alessandra Molina y Nara Mansur. Por último, apenas hay 5 nacidas en la década del 70: Nuvia Estévez, Diana María Ivizate, Dolores Labarcena, Gleyvis Coro y Aymara Aymerich.
Aunque Reina María Rodríguez aún no había recibido el Premio Nacional de Literatura 2013 —solo otras tres ya lo poseían: Fina García Marruz, Nancy Morejón y Carilda Oliver Labra—, se respetó su jerarquía en espacio o número de textos. También este asuntillo del reconocimiento público refleja la política machista y la marginación que opera en sociedades patriarcales o —es el caso de la nación cubana— definidas por el estado de belicismo y las imágenes épicas. Son las grandes y pequeñas razones que siguen justificando una visualización de la poesía "escrita por mujeres". El de Reina, resulta el mismo espacio ganado por otras que tampoco desmerecen un Premio Nacional, verbigracia Lina de Feria y Juana Rosa Pita, por mencionar solo a dos.
Debo referir, corriendo el riesgo seguro de que entraré en la imprecisión, a autoras significativas —sin repetir nombres ya mencionados en este artículo—, con el único interés de señalar la validez, diversidad y riqueza de esta muestra, en cuanto a generaciones distintas: Georgina Herrera, Basilia Papastamatíu, Carmen Serrano, Aitana Alberti, Mirta Yáñez, Soleida Ríos, Juana García Abás, Lourdes González, Soledad Cruz, Lucía Muñoz Maceo, Zaida Del Río, Julia Cabalé, Marilyn Bobes, Mireya Piñero, Lisette Clavelo, Yasmín Sierra, Oneyda González, Caridad Atencio, Leyla Leyva, Bertha Caluff, Mariela Pérez-Castro, Laura Ruiz, Ileana Álvarez, Zurelys López, Miladis Hernández, Odalys Leyva Rosabal, Wendy Guerra, Juventina Soler, Teresa Fornaris, Yanira Marimón, Katia Gutiérrez, Maylén Domínguez, Liudmila Quincoses, Isaily Pérez, Maylan Álvarez, Jamila Medina, Susana Haug, Yanelys Encinosa, Legna Rodríguez y Mariene Lufriú.
La refundación de la imagen de la patria, y particularmente el símbolo de una tierra-madre aislada, quizás es lo que más y mejor se repite en este compendio. Mi buscador de palabras dentro de la Catedral..., dentro del archivo electrónico, sencillamente colapsa cuando quiero ver un listado con la isotopía "isla". Mecánicamente, el aparato informa: "Demasiados resultados para mostrar en la vista previa": para mí, suficiente. "Madre isla que estás venida a remos" ("Penélope", Juana Rosa Pita). "Isla mía que emerges desde todos los límites/ vientre amantísimo donde las mareas desovan..." ("Isla que emerges...", María Iluminada). "Vuelvo de los rieles entre los puentes,/ me rayo la piel a tu regreso como una promesa/ de no dejar la Isla como los poetas dejan las islas" ("Regreso", Zurelys López).
Semejantes a las blancas montañas cortadas en pedacitos con que se construye una catedral gótica para que termine en la punta de una aguja, reaparecen aquí estas poesías dentro de la Poesía, islas de la Isla, templos íntimos en el interior de esta Catedral... Luego deben atraer las miradas de propios y extraños para que se unan sin saberlo en un punto más allá y, desde lo desconocido, quizás también los relámpagos.
Ileana Álvarez y Maylén Domínguez (compiladoras), Catedral sumergida. Poesía cubana contemporánea escrita por mujeres (Letras Cubanas, La Habana, 2013).