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Poesía

Dark Horse Café

'—en el mismo instante en que un muchacho,/ a toda marcha sobre los patines de Mercurio,/ como un mensajero arrebatado,/ mira de soslayo, siempre de soslayo/ y muy de prisa, la fluidez de una chica/envuelta en tatuajes—'

Toronto

En la calle, a pocas pulgadas de las ventanas
de cristal, donde el sol apenas subsiste
entre alas y nubes que nunca escapan
del hastío y la ciudad,
donde el corazón late tan despacio
que es mascullado por la música de ambiente
(a veces Dylan, a veces Chapman, a veces
simplemente "Break on through to the other side!"
pero siempre algo de Byron),
un señor alucinado, de nariz aguileña,
de ojos como esferas de metal
y cabellos que rechinan con el viento,
se inclina
—en el mismo instante en que un muchacho,
a toda marcha sobre los patines de Mercurio,
como un mensajero arrebatado,
mira de soslayo, siempre de soslayo
y muy de prisa, la fluidez de una chica
envuelta en tatuajes—
para recoger una colilla de cigarro.

Le sonríe a su hallazgo y continúa su paso
tambaleante entre ladrillos y escupitajos,
entre el humo y los perros que no ladran,
deteniéndose en cada vidriera,
irradiando reflejos y miserias,
como si el asfalto y los tranvías rojos
no fuesen ya suficientes peligros
para morir de tedio y frialdad
en este invierno que nos mata.


Sergio de los Reyes nació en La Habana, en 1978. Ha publicado Elsewhere (Silueta, Miami, 2013).

Otro poema suyo: Torre de letras.

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