Una esquina
y más allá una calle
atravesada por otra parecida
y después otra igual
quizás más corta.
Estrechas aceras
para ceder el paso a quien viene de prisa
y saludar
acaso sin oír la respuesta.
Ventanas abiertas que invitan a mirar adentro
y que se tragan un pedazo de la luz de afuera
a la vez que te dejan ver esa otra luz
pequeños resplandores
de lo doméstico.
Al mediodía, bullicio, olores conocidos
y más tarde, silencio.
En la alta noche no te intimidan
los recogimientos.
Antes
te recuerdan que es aquí adonde perteneces
y que puedes entrar
si te animas a tocar a la puerta.
Más allá de la esquina
a veces una iglesia,
un comercio,
un parque,
lugares comunes del reencuentro.
Y si hay un árbol
solo será para que te reposes
mientras sigues el rastro de amores jubilosos
fugaces amores eternos
dentro de un corazón con una flecha.
Puedes seguir o puedes volver sobre tus pasos.
Detrás del árbol, nada que temer
—caminas por tu barrio—
a menos que no seas más que una simulación
y se noten al paso esas costuras
de las malas copias.
Habrás de resguardarte entonces.
Detrás del árbol puede estar el peligro
y no vas a encontrar quién te salve
te ampare
de tí mismo.
Gloria Elvira Sánchez nació en Sancti Spíritus, en 1962. Este poema pertenece a su libro inédito Añejos a la roca.
Otros poemas de ese libro: Sones, Volver a Tara y Mística.