Mientras haya nubes
tendrá puntal y techo.
Mientras se arrastre un río
sus cuatro mil paredes
vestirán de piedra a las piedras.
Si la puerta es un árbol
se oirá el canto de las frutas
y las sombras madurarán
al alcance de la mano.
Que crezca sin aldabas.
Que sea posible ser y seguir
siendo y mucho más fácil abrir
y entrar que cerrar y salir.
A la luz de un párpado
la pinto con relámpagos.
Paraíso o infierno de estar solo,
paraíso o infierno acompañados
por el deseo y sus mitades,
la levanto sobre el viento
y los pájaros llegan al sur.
La entierro y se acaba el tiempo.
La quemo para que no tengas frío.
Caracas, 22 de febrero 2006
Octavio Armand nació en Guantánamo, en 1946. Ha publicado una decena de libros de poesía. Al más reciente de ellos, Clinamen (Kalathos Editorial, Caracas, 2011) pertenece este poema.
Otro poema de ese libro: Cubilete.