En los últimos años, la editorial de la Biblioteca Nacional de la Argentina ha venido exhumando libros valiosos, olvidados y de difícil acceso en su mayoría, para un público lector más amplio. Ya sean los facsímiles de revistas fundamentales para el pensamiento nacional y latinoamericano como Contorno o Los Libros, reediciones de Ezequiel Martínez Estrada o las obras completas del pensador freudo-marxista León Rozitchner, esta colección pone en circulación una enorme cantidad de material valioso para la discusión sobre la cultura política argentina del pasado siglo.
Uno de los más recientes libros de esta serie —en realidad publicado dentro de la "Colección Ademanes" de esta editorial— es el pequeño estudio Controversia: una lengua del exilio por la profesora y ensayista Verónica Gago, quien estudia los debates que surgieron en el interior de la revista argentina Controversia, publicada por varios intelectuales de izquierda exiliados en México. Como afirma la propia Gago en el prefacio del libro, Controversia fue la condición de posibilidad para un pensamiento que logró poner en marcha "la construcción de un nuevo vocabulario político que devendrá tonalidad de época en los años 80".
La revista, que reunió a un prolífico grupo intelectuales de izquierda como José Aricó y Nicolás Casullo, Juan Carlos Portantiero y Héctor Schmucler, Oscar Terán y Oscar del Barco, activó más de un dispositivo para el pensamiento teórico y político luego del último golpe militar de 1976. Por esas páginas circularon, como repasa Gago, debates alrededor de la crisis del marxismo, las contradicciones del peronismo, la significación misma del concepto de "fracaso", la experiencia del exilio, y los dilemas de pensar la democracia en conjunto con el socialismo. Como otras revistas de intelectuales instalados en el exilio a causa de dictaduras o desterrados del espacio discursivo nacional, estos pensadores argentinos articularon una zona plural del pensamiento, en la cual la controversia, valga la redundancia, fue el eje central de intensos desacuerdos y polémicas.
Pese a su brevedad (apenas 130 páginas en formato pequeño), el estudio traza un mapa de aquellas polémicas y la ensayista se detiene en cada uno de los temas en disputa. Su análisis hace posible entender aquel proyecto intelectual como una intervención que supuso nuevos lenguajes políticos, culturales, y filosóficos para una generación atravesada por la derrota. En capítulos como "La derrota como definición pragmática" o "La derrota como experiencia gramsciana", Gago sugiere que el punto de partida de aquella publicación del destierro consintió en "un nuevo pensamiento sobre las relaciones de fuerza, sobre los modos también ilusorios en que esas fuerzas fueron evaluadas y, de manera más profunda, una redefinición de dónde radica la fuerza propia... Controversia es una revista de la derrota. Para asumir, y pensar la derrota".
Claro está, como demuestran estos dos incisos, la manera en que la derrota fue entendida y trabajada por estos intelectuales no fue homogénea en su forma ni uniforme en sus orientaciones. Al igual que el debate posterior sobre la condición del exilio, la derrota para un pensador como León Rozitchner, quien filosofaba sobre la importancia del psicoanálisis para entender el terror que había atravesado las militancias armadas, era muy distinta a la de Héctor Schmucler o Rodolfo Terragno, para quienes la derrota daba cuenta y explicitaba la instancia de enunciación del desterrado en su condición misma de intelectual exiliado.
Además de la derrota y del exilio como modos de articulación de una experiencia del afuera, los intelectuales de Controversia también discutieron la crisis del marxismo y la relación del peronismo con la democracia como núcleos fundamentales de una búsqueda que diera cuenta de fracasos históricos como el Cordobazo de 1969, el problema histórico del proletariado y el desarrollismo en la modernización nacional, o la irrupción de la violencia armada que dio lugar a la tomar del poder de la junta militar de 1976.
La discusión en torno a la crisis del marxismo, en particular el debate encarado por Oscar del Barco de un lado y los comunistas españoles Ludolfo Paramio y Jorge M. Reverte por otro, excedió la coyuntura de marxismo nacional, localizando el debate críticamente sobre la crisis del marxismo a partir de acontecimientos como los posibles debates de la Tercera Internacional, las posibilidades teóricas y políticas del eurocomunismo, los legados del 68, y el nuevo marxismo historicista inglés de la escuela de E. P. Thompson y Eric Hobsbawm.
Otros intelectuales, como Oscar Terán, José Aricó, o Emilio de Ipola argumentarían, a diferencia de los debates contemporáneos donde el pensamiento neomarxista ha recobrado una fuerza importante en el discurso intelectual, que la crisis del marxismo era "irreversible" (sic) como condición de todo pensamiento político real.
Aun siendo así, los intelectuales argentinos de Controversia, en lugar de pasar a las filas del desencanto ideológico, encararon la crisis del marxismo y abrieron el espacio para relecturas y divergencias disímiles dentro de las amplia tradición del socialismo y del comunismo a través de figuras como Antonio Gramsci, Nicos Poulantzas, o Cornelius Castoriadis. En el revés de la discusión sobre los marxismos, intelectuales más cercanos a la tradición nacional-popular como Nicolás Casullo, J.C. Portantiero, o Emilio De Ipola, discutieron en números posteriores de la revista el cruce entre posibilidad democrática-popular dentro y fuera de la compleja tradición peronista que, como argumenta Gago varias veces en el libro, adelantó una de las discusiones medulares durante la transición a la democracia con la llegada del alfonsinismo.
Los últimos capítulos del libro —"José Aricó: la experiencia de Controversia" y "La desviación en el origen: notas sobre la investigación en José Aricó"— se tejen como un anexo en el libro que vuelve sobre la singularidad del autor de Marx y América Latina en relación con los debates, así como sobre el lugar de Controversia como proyecto de intervención intelectual en la vida cultural de la nación. Situando a Controversia como proyecto bisagra entre la gramsciana Pasado & Presente y la publicación socialdemócrata La Ciudad Futura, Gago sugiere que pensemos la labor de Aricó de modo contextual, es decir, partiendo de una redefinición de la "investigación filosófica" como otro modo de ejercer el compromiso intelectual.
Verónica Gago escribe: "Antes habría que precisar la cuestión de fondo: a qué llamamos investigación filosófica y porqué el trabajo de Aricó se deja pensar desde esas coordenadas. Si una investigación filosófica es aquella que trata de indagar las voluntades que está detrás de cada construcción de conceptos que se identifican con el nombre de un autor pero que realmente obedecen a un problema que distribuye elementos y retaza fronteras dando contorno justamente a ese problema encontramos en ese zigzagueo pensamiento un modo de la escritura investigativa".
Aunque sin dudas es imposible no escuchar en esta afirmación una reiteración del concepto del "investigador militante" puesto en marcha por Colectivo Situaciones hace ya casi una década atrás, el itinerario intelectual de Aricó es leído como un "pensamiento en coyuntura", siempre bordeando los límites de una situación concreta fuera de toda sistematización concebida a priori. Aricó, entonces, figura como pensador de eso que Louis Althusser llamó en la última etapa de su labor filosófica un "materialismo aleatorio" o del "encuentro", propenso a las desviaciones y abierto a la contingencia de la irrupción transitoria en el devenir histórico.
En esa vuelta a Aricó que se ejercita hacia final del libro, Gago retoma la cuestión del marxismo como plataforma central del debate político latinoamericano, Gramsci y Mariátegui mediante, para renovar las condiciones de lo político y reconstruir pensamientos comunes que se resisten al olvido, y que fomentan nuevas relecturas desde diversos perfiles intelectuales.
Controversia: una lengua del exilio se lee como una cartografía de una revista fundamental para la compresión de los debates políticos y culturales producidos durante las últimas décadas en América Latina. Esa dimensión cartográfica hace que, quizás por cuestión de espacio y edición, el análisis y las conexiones historiográficas sean limitadas o sintetizadas (aunque Gago en momentos, cita pedazos de entrevistas suyas a intelectuales de Controversia) en el curso de la elaboración argumentativa del libro.
Otro punto del estudio para el cual el lector habría querido más elaboración corresponde a los debates producidos en el interior de Controversia y su reaparición en la discusión con la llegada de la democracia en el país. Si, en efecto, Controversia fundó "una nueva lengua política", ¿cómo pensar sus diferencias desde la década del 80 y la llegada de la democracia? ¿De qué forma fue el "pensamiento de la coyuntura" del Aricó de La Ciudad Futura distinto al de Controversia?
Preguntas como estas se generan a partir de la lectura de Controversia: una lengua del exilio, de modo que no deberían tomarse como límites congénitos de este estudio, sino como signos de un debate que se anuncia y permite abrir un espacio de debate en torno a otras lenguas y pasados intelectuales que devienen pensables y decibles. Controversia es un modo de reconstrucción de la historia intelectual, pero acaso es algo más: es la recuperación de una lengua que se activa para la coyuntura de una actualidad. La cartografía que se explora en Controversia permite ahora, por vez primera, excavar sobre la materia de una lengua y, a su vez, recomponer una serie de ideas de las cuales hoy no vendría nada mal potenciar para el debate teórico contemporáneo.
Verónica Gago, Controversia: una lengua del exilio (Ediciones Biblioteca Nacional, Buenos Aires, 2012).