Germán en la serie de Netflix Toy Boy, Tyrone Jackson en el musical Fama del teatro EDP, de la Gran Vía madrileña, Rafael en la película Una noche con Adela, y Raudel para su madre, este actor cubano, radicado en España, dice sentirse "un emigrante con suerte, pero no realizado del todo".
Su nombre completo es Raudel Raúl Martiato Ruiz. Si bien es cierto que ha hecho teatro, cine y televisión, lo que realmente impulsó su carrera fue su personaje de Germán en la serie de Netflix Toy Boy. Con dos temporadas emitidas, Toy Boy cuenta la historia de cuatro amigos stripers, interpretados por Jesús Mosquera, Carlos Costanzia, José de la Torre, y el actor cubano.
Aparte del físico, lo que puede parecer obvio a la hora de interpretar un striper, Raudel Raúl llegó a Toy Boy por pura casualidad. Un día que estaba ensayando una obra en la que trabajaba como bailarín, le llamó una directora de casting que quería conocerle. El cubano se presentó en la cita sin siquiera preguntar para qué era.
Una tarde, al terminar la función, recibió un correo de la directora de casting diciendo que había perdido su teléfono y quería contactarlo. Raudel llamó al número que había en el correo y recibió una enhorabuena por haber sido seleccionado para Toy Boy.
"Yo me quedé como diciendo: 'Esta gente me están, como decimos en Cuba, corriendo máquina' y les colgué el teléfono. Entonces me mandaron un mensaje de WhatsApp que decía que no querían molestar y que les llamara cuando acabara de trabajar. Me dijeron que me habían cogido porque la entrevista que había hecho era para una serie de televisión. Me quedé con la boca abierta y se lo conté a una amiga que estaba conmigo en ese momento".
Un artículo publicado en la revista española Squire cuestiona que los protagonistas de la serie hubiesen sido buscados en gimnasios en vez de en escuelas de interpretación. Raudel Raúl es negro, mide 1,90 y tiene un six pack que denota que ha hecho deportes toda su vida. Efectivamente, las únicas veces que había interpretado era "cuando quería que mi madre me diera algo, o con una novia. Ahí hacía mi mejor papel".
Aun así, la preparación antes del rodaje duró más de medio año. Los actores tuvieron un coach de interpretación, un nutricionista, un entrenador personal, y un coreógrafo. Hasta ese momento, el cubano solo había bailado en escenarios. Su formación como bailarín en Tropicana lo ayudó con las coreografías, aunque tuvo que adaptarse al estilo.
"Fue un proceso duro, al someterte a una dieta a ese nivel. En cuestión de cuatro meses subí como 10 kilos, comiendo como nunca en mi vida. Recuerdo que nos sentamos en el borde de la calle a comer entre descanso y descanso, comíamos cada dos horas, y se nos salían las lágrimas porque no nos cabía más comida".
Toy Boy llegó a estar en el número uno en la plataforma de streaming, superando a series populares como Élite.
Fama fue la segunda superproducción en que se embarcó el joven cubano. Se trata de un musical que se llevó el reconocimiento de público y crítica en una larga temporada en el teatro EDP de Gran Vía.
"Yo nunca había cantado tampoco, pero fue una experiencia muy bonita. Al principio lo pasé muy mal, porque el canto en directo es exageradamente frustrante. Pero nada, el trabajo duro hace que, por lo menos, si no lo haces bien, lo saques adelante".
Quizás por esta razón Raudel se sigue sintiendo más cómodo en el baile. Cuando llegó a España, una de las maneras que tuvo de ganarse la vida fue dando clases de salsa.
"La salsita se lleva en la sangre. El baile es con lo que más cómodo me siento, pero también, por ejemplo, en cuanto a la interpretación, creo que el teatro es lo más caluroso; tú terminas y tienes el feedback del público automático. El cine es un poquito más frío, ruedas y cuando salga, bueno, ya veremos".
Han pasado con exactitud 14 años desde que Raudel salió de La Habana para quedarse definitivamente en España, tiempo en el que no ha parado de trabajar.
¿Te sientes un emigrante realizado?
Con un poquito de suerte sí, pero realizado no, no del todo. He trabajado, pero no lo que yo quisiera. La gente te ve trabajando y piensa que todo ha sido fácil, y no es así. Se pasa mucho trabajo para conseguir un personaje, para hacer un casting y más si eres negro e inmigrante.
Pero has trabajado en grandes e importantes producciones...
En lo que mis amigos hacen dos o tres casting al mes, o cada dos meses, yo hago uno. Todavía está aquí en la cabeza de que los negros puedan hacer un personaje u otro, no está como integrado del todo. Sí hay pocos inmigrantes en la profesión, pero también se escriben muy pocos personajes para ellos; entonces, cuesta. Realizado del todo no estoy, pero sí estoy feliz porque he conseguido cosas.
Gracias a Náyare Menoyo por esta entrevista. Casi siempre las veo --más que leerlas-- en DDC, sobre todo porque me causa curiosidad conocer qué piensan estos jóvenes que salieron de Cuba y realizan trabajos fuera vinculados a alguna manifestación del arte. Me pregunto si hay una intención deliberada de no hablar de Cuba, ¿por parte de ellos?, ¿de DDC?. Tendría preguntas como: 1) ¿Por qué se fue de Cuba si estaba trabajando en Tropicana? ¿Cómo fue su formación allí como bailarín? Si no le va bien en España, o no se siente realizado como dice, regresaría a Cuba? ¿En Cuba nunca sintió que lo preterían o discriminaban por ser negro?