Entre el 7 y el 11 de marzo los villaclareños pudieron ver la polémica pieza teatral Fátima y el Parque de la Fraternidad, que hace justamente una década fuera además fuera llevada al cine.
La adaptación del cuento "Fátima, la reina de la noche", de Miguel Barnet, fue realizada por el propio intérprete de la pieza, Ray Cruz, quien actuó bajo la dirección de su esposa, Claudia Zaldívar.
Cruz es un actor popularísimo en Cuba, pues los medios de difusión masiva se han encargado de lanzarlo al firmamento a través de sus telenovelas. Su debut en el teatro ocurrió de la mano de Tony Díaz, representando a otro transformista en la adaptación de Muerte en el bosque para la Compañía Rita Montaner, cuando la asunción literaria de una de las cuatro estaciones de Leonardo Padura hacía furor. De ahí, llegó Ray a Mefisto Teatro, sabiendo cuán elitistas y duras suelen resultar las tablas en Cuba. Por suerte, no terminó encasillado.
Aunque se asume que la fábula del etnógrafo-expresidente de la UNEAC es "el cuento oficial" en la literatura queer del patio, existen otras muchas obras, competitivas y memorables de Abilio Estévez, Carlos Celdrán, Nilo Cruz, Cristina Rebull, Senel Paz o Roberto Urías, por ejemplo.
La comercialidad de la trama marginal estará siempre asegurada
En la nota al programa, escrita por Julio César González Pagés, se encuentran las razones por las cuales esta obra (el cuento y su secuela) no ha perdido vigencia, y habrá de perdurar entre las preferencias del público, pues "versa sobre un tema inmortal".
El ámbito socio-cultural cubano no ha cambiado —en su criterio— sino demasiado poco, atenido a las políticas recientes, como para sobreseer el caso de Fátima y el resto de las travestis prostituidas —y/o procesadas— dentro del emporio-monedero que continúa siendo La Habana Vieja. O sea: Cuba entera, pero con muchísima menos visibilidad mediática.
A la pregunta de por qué Fátima justamente ahora, Ray Cruz ha respondido en cuatro partes:
"Primero: hay muchas cosas en común pues, aunque no soy religioso creo que es ella 'La Elegida'. Estábamos en pandemia y, como no había trabajo, Ulyk Anello (el actor que la estrenó en la sala Adolfo Llauradó de El Vedado capitalino en 2007, bajo la dirección de Raúl Lima) propuso dirigirme en una primera versión suya, con sus propios afeites. Segundo: sobre el autor (Miguel Barnet) existe un prestigio ganado con el Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional. Tercero: Yo he hecho mucho teatro, pero no tenía un unipersonal, un monólogo. Y cuarto: todo resultaba muy distante de lo que como actor había hasta entonces conseguido. Reelaboramos el texto y la puesta de Ulyk, así que la nueva fórmula creada por Claudia y por mí, no podía, con tales preámbulos químicos, fallarnos de ninguna manera. Para ello, Miguel debió cedernos todos sus derechos, y lo hizo".
Hay al final del guion, como en todas las versiones vistas, un bocadillo que sintetiza al personaje cual suerte de corolario existencial: "¡Fátima no se rinde, Fátima es inmortal!"
Más a tono con la visión ideologizada de los duros años noventa, que simulaba el fin de una era represiva y que en la actualidad, con sus relajamientos de tensiones (entiéndase persecución policial, homofobia, desdén institucional, segregacionismo, etc.), resultado de "oportunas" políticas legislativas, debería mirarse al remake con cierta distancia y visión desprejuiciada, porque poco de tal transformación opera cabalmente.
"Casi nada ha mejorado, o lo es tan levemente que apenas nos damos cuenta, y aunque la prostitución existirá hasta el fin de los tiempos y las razas, en nuestra misión de artistas estará siempre el deseo de sembrar la semillita que germine en las conciencias de quienes nos aplauden. Si de la totalidad del público asistente, un 10% interioriza cómo tratar con respeto a transformistas y travestis, pues se habrá cumplido algo de la encomienda. Podemos expresar nuestra lucha diaria para con la fracción humana que compone el vasto mundo de la diversidad, pero lo estaremos haciendo de forma banal si no nos comprometemos a fondo con él".
Según González Pagés, en un país como Cuba "hay zonas de las ciudades que sirven de refugio a sectores sociales que son rechazados y estigmatizados. El Parque de La Fraternidad, de La Habana, fue el sitio que encontraron Fátima y otras personas trans para realizar su vida social y amorosa. Refugiada(s) de las miradas inquisidoras, las noches del emblemático sitio también sirvieron para el mercado ilícito sexual y la conquista de hombres que se aprovechaban de su vulnerabilidad".
Leído desde cualquier perspectiva, el prólogo funciona como antesala a la catarsis que ocurrirá indefectiblemente en cada sala en la que se presente la historia. Nombrar "lícito" algo en Cuba, ya sabemos cuán ambiguo puede llegar a ser.
La versión de Ray Cruz y Claudia Zaldívar interactúa con los espectadores, dando cabida a la improvisación, espoleando a los asistentes, haciéndolos sentir parte, testigos usualmente mudos frente al decursar de un espectáculo que trasciende sus propias vidas.
La gira villaclareña es parte de una mayor, que ha incluido La Habana, Guantánamo, Cienfuegos y Matanzas. ¿Qué ha significado actuar en El Mejunje de Ramón Silverio?
"Ha sido como viajar a La Meca del transformismo. Era mi prioridad desde siempre y al fin la he cumplido, gracias a Dios, porque aquí me aguardaba el mejor de los públicos", dice Cruz.
Romper con la simulación
En esta versión —que se afirma es un tránsito intencionado de la comedia a la tragedia— Fátima canta y afina con un oficio al que tributa Ray honrando a Celia Cruz ("Sobreviviré") y se duele en "¡Ay, amor!", de Ignacio Villa (Bola de Nieve).
El performance travesti cubano habitual se desdobla mayoritariamente sobre la escena con la utilización de playback musical, lo cual le resta "credibilidad" como arte, según sus detractores. Ulyk doblaba, siguiendo esa pauta. ¿Por qué eligió Ray Cruz emplear una voz ya "afectada" exprofeso para encarar en el personaje?
"Mi esposa tiene entrenamiento lírico y me ayudó ingentemente. No soy un cantante que actúa sino un actor que canta", explica.
En 2014, Jorge Perugorría estrenaba el filme homónimo con Carlos Enrique Almirante en el protagónico. ¿Qué diferencia tendría la obra de Cruz y Zaldívar con aquella mirada habano-centrista?
"Claudia no quiso ver las versiones anteriores hechas para no contaminarse. Ni yo tampoco insistí. Preferimos que nuestra propuesta fuera diferente; más carnal, menos simpática o complaciente", comenta el actor.
Es curioso que Ulyk y Almirante, las dos personificaciones anteriores, quienes defendieron la permanencia de la heroína-patriota en el país a pesar de cualquier adversidad, hayan terminado mudándose a la otra "capital de todos los cubanos" que es Miami.
A la pregunta de si ha pensado en que el discurso nacionalista de Fátima pueda considerarse luego desfasado, Ray Cruz responde: "Como ellos, también he viajado. No está entre mis prioridades por ahora quedarme en ningún sitio, aunque no lo descarto. Lo poco o mucho que pueda hacer, lo voy a hacer aquí".
Sobre cómo ve a Fátima en el futuro inmediato, dice: "Mi sensibilidad hacia ese sector vulnerable de la sociedad cubana ha crecido con el paso de los años. He comprendido que lo más acertado es y será brindarle respeto. Por ende, Fátima será imperecedera".